Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

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martes, 8 de enero de 2013

De los barriles de Córdoba a la mesa del rey de España

En el Camino Real se producía, en el siglo XVIII, el vino Lagrimilla de Oro, que llegó a ser apreciado por la corte del país ibérico. Era tan fuerte que arrancaba algunos lagrimones.

La Caroyense. La firma, de 1930, elabora vinos regionales, genéricos, finos varietales y bivarietales, para misa, grapa y hasta uvas en grapa (Ramiro Pereyra/La Voz).

Estancia Jesús María. Se conservan en la galería los espacios donde se colocaban las piedras para moler las uvas (Ramiro Pereyra/La Voz).
Entusiasta. Miguel Patat es uno de los caroyenses más entusiastas con la recuperación vitivinícola (Ramiro Pereyra/La Voz).

La vida de Felipe V de Borbón es una semblanza perfecta sobre la debilidad de la carne. El sucesor del último monarca de la Casa de Austria (su tío abuelo Carlos II) reinó en España desde el 16 de noviembre de 1700 hasta su muerte, el 9 de julio de 1746. El suyo fue el interregno más largo y quizá el más desopilante de la historia real hispánica (ver Galería de Fotos).
Su biografía remarca el arrojo en el campo de batalla y la impetuosa entrega al sexo en maratónicos desafíos de alcoba. También, la pasión por los preparados culinarios a base de gallina. Con fervor religioso, acompañaba la comida con vinos y brebajes que, además de regalos para el paladar, funcionaban como estimulantes de su frenesí erótico, según los registros de la memoria.
El duque de Anjou se calzó la corona a los 17 años y 10 meses más tarde se casó con su prima María Luisa de Saboya, una adolescente de 13 años recién cumplidos, a quien su padre tuvo que amenazarla con encerrarla en un convento, de por vida, si no deponía su actitud de negarse al matrimonio. Pero superado el miedo a la pérdida de la castidad, se entregó a los placeres maritales con devoción y desenfreno.
Para mantener alta la cota de virilidad, Felipe desayunaba cuajada todos los días y una pócima de vino, leche, yema de huevo, canela y azúcar.
Tributo cordobés. Los jesuitas que en aquella época cultivaban vides y trigo en la Estancia Jesús María, de Córdoba, contribuyeron con esa noble causa. El vino “Lagrimilla de oro”, que fabricaban en la bodega de ese núcleo productivo –a la vera del Camino Real– recorrió con asiduidad el trayecto entre los barriles de las antiguas tierras de Guanusacate (Río Seco, en lengua sanavirona) y la mesa de “El Animoso”, como se apodaba al soberano.
“Según algunos relatos, le decían ‘lagrimilla’ al vino que fabricaban los jesuitas aquí porque era tan fuerte que arrancaba algunas lágrimas a quien lo tomaba”, comenta con picardía Nelso Lenarduzzi, director del Museo Jesuítico Nacional.
Este espacio público de cultura fue creado en 1946 con el propósito de difundir la trayectoria de la Compañía de Jesús en Sudamérica. “Era un vino muy ácido y probablemente para el gusto actual del paladar, sería intomable”, arriesga el funcionario.
En enero de 1618, Pedro de Oñate, padre provincial de esa orden religiosa, compró la propiedad al alférez real Don Gaspar de Quevedo, quien la había recibido en merced. La estancia (que pasó a llamarse Jesús María) contaba con plantación de vides y trigo y se dedicaba, además, a la cría de ganado vacuno, caprino, ovino y porcino.
Contaba con herramientas de labranza, tinajas y barriles para la fabricación de vino y llegó a disponer de casi 300 esclavos, su principal capital.
“Los negros y aborígenes levantaron los edificios, molinos, percheles y la bodega, plantaron las sementeras y cultivaron las vides”, apunta Lenarduzzi, quien recuerda que la estancia abastecía con su producido a los establecimientos educacionales de la Orden en la ciudad de Córdoba, principalmente al Colegio Máximo, punto de partida de la actual Universidad Nacional (UNC).
Documentos que conserva la Academia Nacional de Historia coinciden en que el Lagrimilla (un blanco elaborado a partir del mosto de 48 mil cepas de cultivos propios) fue el primer vino en llegar desde América a la Corte española.
Si bien los primeros viñedos del actual territorio argentino fueron plantados en Santiago del Estero por el fraile mercedario Juan Cidrón –hacia 1557–, la actividad vitivinícola floreció durante el período previrreinal, cuando los morapios elaborados en Córdoba no tenían competidores en el resto de la colonia.
Para la misa y la mesa. “La producción de vino era demandada para la misa y el consumo particular, mientras que el vinagre se utilizaba para los encurtidos, la desinfección de todas las heridas y la cura de las picaduras de insectos; se puede decir, entonces, que se trataba de un artículo de primera necesidad”, destaca Lenarduzzi con un toque de humor.
En los comienzos, el vino se preparaba de manera artesanal. Se prensaban los sarmientos con las uvas en trapiches elementales o directamente se pisoteaban en botas de cuero vacuno. El estacionamiento se hacía en tinajas de barro cocido y el mosto se fermentaba en grandes tinas.
En la Estancia Jesús María, los lagares y la bodega se construyeron entre 1733 y 1745.
En el exterior de la galería norte del actual Museo Jesuítico se pueden apreciar parte de una de las albercas y los espacios donde se colocaban las piedras para moler las uvas. También, dos toneles, una despalilladora y una prensa antiguos.
A comienzo del siglo 18, la finca de la Compañía de Jesús producía unos 12 mil litros de vino, de los que comercializaba alrededor de 1.300. Entre ellos, el Lagrimilla, que agasajó el paladar de Felipe V y el de sus cortesanos.
Fuente: http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/regionales/barriles-cordoba-mesa-rey-espana

Ocho lugares para conocer la herencia de lo artesanal

La expulsión de los jesuitas y una serie de adversidades posteriores llevaron a la declinación de la vitivinicultura en Córdoba.

La actividad languideció hasta casi desaparecer. Hace un tiempo, varios elaboradores de vinos artesanales y caseros decidieron rescatar y defender la cultura rural del vino, manteniendo la identidad y una escala de producción pequeña, de unos cuatro mil litros al año.
Uno de ellos es Miguel Patat, miembro de una familia ligada históricamente con la vitivinicultura de Colonia Caroya. “Tuve la suerte de que el municipio me enviara dos veces al norte de Italia para especializarme en injertos de viñas y participar en el proceso de reconversión de la actividad que se inició en 1994. Ahora estamos recogiendo los frutos de ese esfuerzo colectivo”, asegura sin disimular el orgullo que siente por la recuperación de los bríos viñateros.
Bodegas Nanini. Se destacan los numerosos premios en catas nacionales de vinos que logró en los últimos años la 
Bodega Nanini, una de las más tradicionales de la región y referencia en el tramo de la ruta del vino, que cruza por ese terruño de pulso friulano. La empresa familiar, iniciada en los albores de 1900, ofrece visitas guiadas con degustaciones, de lunes 
a viernes de 9.30 a 12.30 y 
de 15.30 a 19. También los sábados de 10.30 a 17.30 y los domingos. Únicamente con reserva previa al teléfono (03525) 466-203;www.bodegananini.com.
La Caroyense. Otra estación del turismo enológico en la comarca es la bodega La Caroyense, en avenida San Martín 2281 (emblemática calle arbolada de la ciudad). Produce a escala industrial y el público puede conocer su historia recorriendo sus instalaciones. Ofrece visitas guiadas y degustaciones de lunes a viernes de 8 a 12 y de 15 a 19. Además, los sábados y domingos, de 10 a 18 (por reservas, llamar al teléfono (03525) 466370.
Quienes quieran saborear vinos artesanales y caseros en Colonia Caroya, tienen la posibilidad de visitar los siguientes lugares:
Familia Patat. Vinos Aurelio, (03525) 154-05258.
Carlos Turco. Vinos El Bosque, (0351) 156-543263
Familia Papalini. Vinos Vittorio Papalini, (03525) 465-215
Danilo Fantini. Vinos Riulat, (03525) 154-13914.
Ruben Pons. Vinos RP, (03525) 154-18474.
Familia Silvestri. Vinos Don Coco, (03525) 154-05259.


Vinos: de los barriles de Córdoba a la mesa del rey de España





 


LUGARES CON HISTORIA. El vino lagrimilla de Jesús María (Ramiro Pereyra/La Voz).


COMENTARIO del Plumudo: Cuántos de nuestros amigos blogueros españoles deberán agradecer a la lagrimilla por haber servido de afrodisíaco a sus ancestros !!! SALUD !!!

Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.

1 comentario:

Comentario en mi cuenta de facebook dijo...

Ckyvita Cakes
Uy, lagrimilla! Qué rico!

Bocha
Que no se te piante un lagrimón !!! : )

mirando por el retrovisor

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