Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

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jueves, 21 de enero de 2016

"Hippies" vs. "paisas": un choque de culturas en el medio de un pueblo cordobés

En San Marcos Sierras, los pobladores locales miran de reojo a los que llegan en busca de "armonía"; una disputa entre meditación, artesanías y tradición

Espectáculos artísticos en la plaza del lugar.Foto:Diego Lima

SAN MARCOS SIERRAS, Córdoba.- La tarde era como todas: el sol poniéndose, las sierras recortándose al fondo y la gente en la plaza. Un gaucho que llegó hasta allí dio un par de rebencazos al aire y rompió la parsimonia de unos jóvenes hippies que fumaban. "Esto es de todos, no sólo de ustedes. Acá no queremos porros", los increpó. La historia, cuentan, ya es una suerte de leyenda en este pueblo de 3000 habitantes, a 160 kilómetros de la capital cordobesa.
En la década del sesenta del siglo pasado, la localidad -cuna de los comechingones- recibió a una de las primeras comunidades hippies de la Argentina y, desde hace unos años, "una nueva ola" del hippismo comenzó a instalarse aquí. De hecho, en los últimos tiempos la convivencia de éstos con los pobladores locales no resulta del todo fácil. La línea divisoria la marcan las "etiquetas": los "paisas", por un lado, y los "hippies", por otro. Sin embargo, también la mixtura: los "hipaisas", los hijos del "mestizaje".
A eso de las 10, el platense Nicolás Canzani empieza a recorrer el pueblo con su canasta de budines donde combina ingredientes autóctonos con un toque de alta gastronomía, que aprendió en España cuando estudiaba con uno de los chefs más prestigiosos del mundo, Luis Irizar. Según cuenta, su propuesta es "una cocina diferente con valor social".
Don Olmos, el paisano que vende hierbas aromáticas en la plaza.Foto:Diego Lima

Se enteró de la existencia de San Marcos Sierras cuando viajaba por la India. Al llegar aquí, decidió que era su lugar en el mundo y se quedó. Para él es un "reservorio de soñadores" donde puede caminar, conversar y criar a sus hijos en armonía. En su andar diario Canzani se cruza muchas veces con Don Olmos, de 84 años, "nacido y criado" en la zona.


No importa que el sol abrase: el "paisa" viste traje, que acompaña con un poncho criollo, y lleva una canasta repleta de "yuyos" serranos (tiene uno para cada malestar). "Los chicos no me molestan. Ellos andan por ahí, sin establecerse, viajan; cada tanto trabajan", señala Don Olmos. Él vive en Cruz del Eje, a 15 kilómetros, y suele llegar de madrugada a este lugar.

Cuestión de creencias

Hace cinco años que no hay un sacerdote en la parroquia. Allí, desde comienzos de 2015, se la puede encontrar a Cecilia. Su perfil también es una mezcla, como todo en este pueblo. "Entre una virgen consagrada y una ermitaña -se define-. Acá son todos buscadores, algunos vienen y se sientan al fondo «a tomar energía», otros leen el aura." Va de casa en casa, escucha, e invita a sumarse a las ceremonias: "Con tanto tiempo sin que la iglesia estuviera abierta, algunos se acostumbraron a rezar en la casa. A veces, pienso que estoy en Babilonia. El choque de culturas se nota". Los "paisas" todavía no la pueden catalogar. "La monja que no es monja", repiten. Claro, no usa hábito, sino una pollera larga y una camisa.
Mario Rodríguez fundó, junto a 32 compañeros, la comunidad El Limón, en la década del sesenta del siglo pasado. Así se llama hoy su hostería. En aquellos años tampoco fue fácil el encuentro con los locales, aunque ahora tal vez sea más duro. "Muchos creen que ser hippie es usar un tipo de ropa, y no pasa por ahí, sino por la actitud", indica.
Maitén teje pulseras y colgantes en la plaza mientras su pareja toca la guitarra. Reconoce que hay tensiones con los "paisas" y lo pone en estos términos: "Para ellos trabajar es pico y pala, aunque también lo hagan por dos mangos", dice para resumir el conflicto. Maitén y su novio viven en una hostería, donde cambian alojamiento por la realización de tareas de mantenimiento.
Carlos Cepeda es un "paisa de facón a la cintura". Su mayor tesoro son una decena de pollos, dos conejos, un caballo y una jardinera. "No bajo al pueblo. Para qué me voy a asolear si no hay nada para ver. Lo viejo lindo lo sacaron", plantea mientras juega a la taba. De vez en cuando un "hippie" pasa a conocer sus costumbres. "Los invito a levantarse a las 6, trabajar la tierra, aguantarse cuando un temporal se lleva todo? No vienen más", desafía.
En el anfiteatro El Anfibio se congregan los artistas callejeros, que son muchos. Los "paisas" dicen que para ellos no hay espacio. Se sienten extraños en su propia tierra.
Los Tulián y los Bringueras son familias comechingonas históricas, cuyos descendientes siguen en la zona. La gruta Casa de Piedra, antiguo lugar sagrado de los pobladores originarios, es hoy un centro de peregrinaje para la meditación.
Oscar Tulián y su esposa tienen un espacio de arte donde ofrecen sahumerios, imágenes sagradas hechas en barro, tejidos teñidos con tinturas naturales, "yuyos" y licores autóctonos. "Hay choque, pero se convive -admite-. Buscamos un intercambio de saberes, aprovechar la diversidad".

Un museo, una espina y los transgénicos

En San Marcos Sierras está el primer (y único) museo hippie del mundo. Su creador, Daniel Domínguez, recibe a los visitantes con un stand up en el que evoca a los Beatles, San Francisco de Asís, Gandhi y Tolstoi.
Lo hace parado en una sala decorada con tapas de discos, afiches de grupos musicales, unas guitarras y el cartel de Pájaros volando, el film que produjo. A los "nuevos" hippies los define como "chicos con ego ciudadano que quieren dejar su impronta y hacer lo que nunca se animaron en otro lado".
El pueblo fue declarado "libre de transgénicos" en 2004 y tiene como símbolo una escultura de una espina, en referencia a que es el modo que el monte se defiende y se protege a sí mismo.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1863630-hippies-vs-paisas-un-choque-de-culturas-en-el-medio-de-un-pueblo-cordobes

Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.

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