Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

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miércoles, 24 de octubre de 2012

Descubrir el cuento

Mientras prepara el lanzamiento de su primera novela, dicta talleres de lectura y escritura, escribe cuentos y compone canciones, Oscar Salas asegura que el camino para llegar a una historia casi nunca tiene que ver con sentarse delante de una hoja en blanco. Recomendaciones de un artista de la acción.

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 Por Celina Alberto

Asistir a una charla o un taller de Oscar Salas tiene poco que ver con lo que suele suceder en un encuentro habitual entre un escritor y sus lectores. Por empezar, será inútil ponerle una mesita y un sillón, el vaso de agua de rigor y el micrófono bajo un velador. Lo suyo transcurre en movimiento, dibujos, palabras y música, los sonidos que pueden extraerse de los materiales de trabajo, las situaciones que se disparan en las intersecciones con la audiencia, casi siempre mayoría de chicos.

Nacido y criado en Alta Gracia, actual vecino del Valle de Anisacate, Oscar Salas deja el paisaje serrano sólo para activar su otro hábitat natural: el relato, en formas impredecibles, con destinos todavía más sorprendentes. Su trayectoria como humorista gráfico, a cargo de la tira Jerónimo del diario cordobés La Voz del Interior, como guionista de Doña Jovita o ilustrador de los últimos libretos de Inodoro Pereyra para Fontanarrosa, transcurre en paralelo con la dimensión creativa que dedica a los niños. Su escritura y dibujo para cuentos infantiles acopia más de 10 títulos editados por él mismo en Los Libros del Imaginador y pronto abrirá una nueva ventana con lo que será su primera novela para público adolescente.

¿Cómo se construyen tus espectáculos?

Se produce el encuentro de varias cosas: la narración de mis cuentos, los dibujos que realizo, grandes bocetos que hago en el escenario y mi participación como baterista en la banda. Hago confluir todas las cosas que me gustan. Esa sería una síntesis. En mis talleres, esos lenguajes sirven para mostrar todos los caminos creativos que se pueden recorrer para llegar a un cuento: jugar con los sonidos, la música, las palabras. Ahí es donde todo se mezcla, y termina en el cuento.

El objetivo es antes el recorrido que el destino.

Son caminos, búsquedas creativas que pueden conducir a un cuento. Muchas veces no se trata de sentarse con un cuaderno o con la computadora para ver qué se te ocurre. A veces todo empieza antes. La actividad natural de los chicos es el juego, entonces les planteo cómo llegar a contar cuentos desde ese lugar. El cuento es una consecuencia. Lo que se busca, lo importante para desarrollar, es el juego, que puede confluir en un cuento.

De alguna manera también es una invitación a volver a pensar los mecanismos de construcción de una historia.

Claro, es usar todo el cuerpo para contar, con múltiples lenguajes. El relato se desarrolla en un juego y el punto es mostrar cómo desembocás en una poesía por ejemplo, en una idea para un cuento, donde son fundamentales los sonidos, los dibujos. Para los chicos es muy fuerte ver trabajar a un escritor, la mayoría no se imagina cómo es el trabajo de la escritura, entonces te ven haciendo ese camino y se descubren como escritores en potencia.

¿Todo el mundo es un escritor en potencia?

No lo sé, cada camino es individual y muy personal. Yo jamás me imaginé que sería escritor. Mi primer libro salió por accidente, porque en realidad yo quería ser baterista. Mi primer cuento, El desenredador de estrellas, que después se convirtió en mi primer libro, lo hice una noche que venía de escuchar a una narradora, y me volví tan alucinado con la narración que llegué a mi casa y me puse a escribir. Tendría 18 ó 19 años. Lo guardé en un cajón y muchos años después me encontré con gente que hacía teatro callejero, y me propusieron que hiciéramos una puesta de ese cuento. Era el año 1984, volvía la democracia, la gente salía a la calle a mostrar cosas y yo me enganché. Como tocaba la batería, lo llamé a un amigo guitarrista y mientras una persona narraba el cuento, nosotros le hacíamos los efectos musicales en vivo. El primer domingo que lo hicimos fueron cinco personas, el segundo eran 30 y al siguiente la plaza estaba llena.

¿Esa fue la primera señal?

Sí, y entonces se planteó la necesidad de escribir otras cosas para armar un espectáculo más grande. Así que me juntaba a ensayar con ellos y escribía arriba del tambor de la batería, hacía poesías, cuentos. Pero no quería escribir, a mí me gustaba tocar. Los temas que usábamos de cortina eran blues, rocanrol. Cuando la experiencia terminó, junté todo el material que tenía escrito en esos dos años y lo llevé a una editorial. Así salió mi primer libro, pero jamás fue la meta. Después fue éxito en las escuelas y empezó una demanda enorme para que siguiera escribiendo y produciendo. Ahí empezó la vida del escritor. Por eso mis talleres están basados en esa experiencia, en cómo el gusto por la música y el juego te lleva al trabajo del escritor.

¿Por qué te interesa trabajar para los chicos?

Creo que tiene que ver con lo que yo leía de chico: María Elena Walsh, sus cuentos y su música, también porque al trabajar para chicos se te abren otras fronteras. Una cosa es el músico que trabaja preparando su show, más estructurado, pero cuando trabajás para los chicos tenés que perder todas esas estructuras. Cuando el músico trabaja para chicos tiene que estar muy atento a eso, que si tocás una nota o un tema también tenés que jugar con el instrumento. Es parte del desafío.

Tu trabajo siempre estuvo ligado también a la promoción de la lectura como un espacio de encuentro entre padres e hijos, un lugar para la creación conjunta además, del relato de historias de otros.

Es que ahí se produce un fenómeno especial. A mis talleres van grandes y chicos y los disfrutan igual. Eso te da la certeza de que hay falsas barreras entre la literatura o los shows para grandes y para chicos. Existen los buenos espectáculos que enganchan a todo el mundo, no tiene que ver con que los grandes vuelvan a ser chicos sino con que hay cosas que jamás dejaron de conmovernos pero que quizá no volvimos a encontrarlas. También incorporo mucho humor en lo que hago y eso facilita y los grandes se divierten mucho.

¿Hacés lecturas antes de ponerte a dibujar?

No leo nada. Cuando era joven leía muchísimo, pero ahora no tengo tiempo. No es un factor que influye en mi producción.

¿En qué estás trabajando ahora?

Acabo de terminar mi primera novela, dirigida a gente de 14 años para arriba. Es una historia fantástica con mucha acción, aventuras. La estoy por pasar a la etapa de corrección. Mi idea es presentarla en la Feria del Libro de septiembre.

¿Cómo se despertó esta faceta literaria y de ilustrador?

Está relacionada con los cuentos ilustrados. Vengo de una familia de dibujantes y músicos y cuando tenía 8 ó 9 años mi abuelo vivía al lado de mi casa y sus hijos se juntaban en el patio, debajo de un nogal, a tocar el banjo y cantar. Tocaban jazz, country. Eso lo tuve de muy chico y fue lo primero que me llamó la atención. Mi papá también dibujaba mucho en casa, con mi hermano lo veíamos y dibujábamos mucho con él y todo esto junto funcionó como una serie de estímulos muy fuertes. Después de que salió mi primer libro me hice el planteo de dedicarme a una sola cosa, pero no dejé nada, seguí haciendo humor gráfico, escribiendo, tocando la batería. Todo eso llegó a lo que hago ahora.

¿Qué cosas o situaciones te inspiran para trabajar?

Ahora todo tiene más que ver con el oficio. Con Cuenta, destraba y adivina, el último libro que saqué, me propuse hacer eso, como un proyecto de trabajo. Es encontrar la punta, como la tira para el diario, después se desencadena todo lo demás.

¿Has logrado dibujar siempre todo lo que querías?

No, soy muy respetuoso con eso. Mi estilo de dibujo siempre estuvo orientado hacia el dibujo infantil o de humor. Aprendí mucho de eso y me siento cómodo ahí, pero hay otro tipo de dibujo que no domino y envidio a la gente que lo hace, el cómic o historieta de los grandes ilustradores como Chichoni. Gente que ha estudiado muchísimo pintura, color, figura humana. Son dibujos que no hace cualquiera. El tema no es dibujar bien o mal sino lograr expresarse, eso es lo fundamental. Se trata de expresar con líneas lo que nos gusta. Todos tenemos esa condición. Los chicos de cuatro o cinco años hacen dibujos alucinantes, súper expresivos, pero a medida que crecés empieza esa cosa nefasta que viene de la escuela o de algún otro lado, con todo eso de que las manos se hacen de determinada manera, que las bocas o los ojos son así o asá, que las copas de los árboles son verdes, los troncos marrones. Entramos a inhibirnos, a perder libertad para expresarnos, aparece el miedo. Después los chicos llegan a los 12 ó 14 años y dicen que no saben dibujar. Es mentira, se olvidaron de expresar cosas. De eso se trata, con pinceles, manchas, rayas. Que eso logre conmover a otros es otra historia, pero mientras tanto perdiste tu capacidad de conectarte con lo que querés expresar.

¿Los libros para chicos siempre tienen que tener muchos dibujos?

Sí, es muy importante que tengan dibujos. En muchos casos complementa lo que el texto no dice, termina de componer la historia, los personajes.

¿Cuál es la emoción con la que más trabajás como artista?

La pasión. Si no sos un apasionado con lo que hacés, la entrega siempre es a medias. Si te apasionás con algo le dejás la vida, sea una poesía, una canción, un show. A mí me apasiona mucho dibujar, escribir, hacer música. 

Planeta Oscar Salas

Vivo en Valle de Anisacate (a 10 km. de Alta Gracia, Córdoba) en pareja, y tengo dos hijos de 11 y 7 años. Si tuviera que definir un mérito en mi trabajo en esta etapa, sería el de lograr producir en medio del caos. Mis hijos están en edades que demandan mucho, entonces me definiría como un trabajador del caos. No es el escritor encerrado en su estudio que se concentra y piensa. Estoy en la computadora y atrás mío están jugando a la Play, te piden cosas, quieren hablar, jugar. Ese tipo de cosas. También tenemos una perra salchicha que se llama Bachicha y contribuye al efecto general del ambiente.

Su primer libro: El desenredador de estrellas, que además sigue siendo el más vendido de su historia. Salió en 1985 y cada vez que lo reedita se agotan las tiradas. “Alguna vez se me acercó una mujer a decirme que el libro fue el juguete más hermoso de su infancia, y eso es maravilloso”, dice Salas.

El último libro editado fue Cuenta, destraba y adivina, todos a través de su propio sello Los libros del imaginador. Otros de sus títulos son El día que las abuelas perdieron la memoria, El increíble barco del capitán Cuerdafloja, entre otros. Es autor de la tira de humor gráfico Jerónimo, que publica los domingos en el suplemento Temas del diario La Voz del Interior.

Fuente:  http://www.revistaplanetario.com.ar/news/view/descubrir-el-cuento

Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.

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