La Plata, 6 de enero (Télam).- La justicia federal de La Plata indagará en marzo próximo a un médico retirado de la Policía Bonaerense en cuya casa de Mar del Plata se halló el año pasado un automóvil en el que se sospecha habría sido secuestrado Jorge Julio López, el testigo clave del juicio al represor Miguel Etchecolatz que permanece desaparecido desde hace más de tres años.
Se trata de Carlos Osvaldo Falcone, de 66 años quien días antes de que desapareciera el albañil, en septiembre de 2006, visitó al represor Miguel Etchecolatz en el penal de Marcos Paz en al menos dos oportunidades, según constataron los investigadores.
Falcone, quien pasó a retiro en octubre de 2005, figura también en la agenda que se le secuestró a Etchecolatz tras la desaparición del testigo clave del juicio en su contra.
Además, el represor había pedido autorización para que se permita al médico visitarlo en la cárcel.
Falcone "será indagado mañana por el fiscal federal de La Plata Marcelo Molina en relación al automóvil Volkswagen Gol color azul metalizado, sin patente y oxidado, secuestrado el 13 de enero de 2009 en su casa de Mar del Plata", indicó una fuente judicial.
La misma fuente recordó que "un testigo de identidad reservada declaró en la causa que en ese automóvil habría sido secuestrado el albañil Jorge Julio López el 18 de septiembre de 2006, cuando salió de su casa en Los Hornos para ir a presenciar las audiencias de alegato del juicio que se seguía contra Etchecolatz".
López, un albañil de 76 años, fue un testigo clave en el juicio que se siguió a Etchecolatz y que terminó con su condena a reclusión perpetua por el delito de genocidio.
El 18 de septiembre por la mañana salió de su casa en la localidad platense de Los Hornos para dirigirse al palacio municipal local, donde se realizaba el debate, pero nunca llegó.(Télam).
dlg-lei-mam-mag06/01/2010 13:19
REFLEXIÓN:
El 18 de septiembre de 2010 se cumplirían cuatro años de la segunda desaparición de Julio López; una ofensa a toda la sociedad argentina, sin otra finalidad que la de atemorizar y detener el juzgamiento a los represores del terrorismo de Estado. Para vencer el miedo individual es ineludible la creación de un poder colectivo que suplante al individualismo temeroso. Se trata de organizarse para sentir que cada uno está contenido por los otros, y que esa cooperación puede tener un efecto real para modificar nuestras condiciones de vida y hacerlas más humanas.
La segunda desaparición de López nos advierte a todos: mientras el aparato represivo del terrorismo de Estado permanezca impune no será posible una democracia plena y justa en la cual construir una sociedad sin pobres ni excluidos.
JULIO LÓPEZ: "DESAPARECIDO EN DEMOCRACIA"
Julio López, albañil de 76 años estuvo detenido-desaparecido por primera vez desde octubre de 1976 hasta junio de 1979. El 18 de septiembre de 2006 Julio López fue nuevamente secuestrado inmediatamente después de haber testimoniado incriminando al represor Miguel Etchecolatz, comisario general de policía de la provincia de Buenos Aires y responsable de 21 campos clandestinos de detención tortura y exterminio durante la última dictadura cívico-militar.
En base al testimonio de López la justicia condenó a Etchecolatz a cadena perpetua en cárcel común por crímenes cometidos en el marco de un genocidio, el primer fallo de este tipo después la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad.
El fallo que condena a Etchecolatz es histórico porque que se trata de la primera sentencia a un represor que declara la existencia de un genocidio durante los años 1976-1983, situando a todos los crímenes cometidos por las Fuerzas Armadas en el marco de un plan realizado con un objetivo determinado: el exterminio sin contemplaciones de todos aquellos que se oponían al modelo económico, político y social de la dictadura cívico-militar.
El “Informe anual 2009 sobre la situación de los derechos humanos en Argentina” del Centro de Estudios Legales y Sociales indica que en virtud de la alarmante lentitud con la que se instruyen las causas, aun cuando se mantuviera el ritmo de sentencias del año pasado (30 condenas y dos absoluciones) los juicios no terminarían antes de 2024.
Esta demora posibilitó que a la fecha 201 represores (alrededor del 16% de los imputados) murieran impunes, como es el caso en nuestra provincia de los genocidas Thomas, Ceniquel, Larreteguy, y Valussi, todos culpables de las peores aberraciones, todos fallecidos sin condena. El gatillo fácil, la picana policial y los demás atropellos sufridos mayormente por los sectores más empobrecidos de nuestra sociedad son prácticas que tienen su raíz en la represión ejercida por el Estado terrorista de los años setenta. Al no ser desmantelado, el aparato represivo heredado de los años de la dictadura se reconvirtió durante la democracia en una estructura mafiosa. Es así como la ausencia de pena para los crímenes cometidos habilita nuevos delitos, nuevas víctimas, y menos justicia.
Cuando los organismos de derechos humanos advierten sobre la necesidad de lograr el juicio y castigo para todos los responsables del genocidio que provocó 30.000 desaparecidos, 500 niños apropiados, miles de presos políticos y la miseria planificada para gran parte del pueblo argentino se hace un llamamiento a considerar una cuestión básica: mientras el aparato represivo del terrorismo de Estado permanezca impune no será posible una democracia plena y justa en la cual construir una sociedad sin pobres ni excluidos.
Sin caer en "la teoría de los dos demonios", considero que "los máximos cabecillas" de la guerrilla también deben ser enjuiciados por haber jugado ideológicamente con miles de jóvenes: estudiantes, profesionales, intelectuales, obreros capacitados, sindicalistas comprometidos, padres y madres de familia al enviarlos a inmolar sus vidas tras una idea romántica de revolución. Ellos como dirigentes mantuvieron sus uniformes de combate verde oliva como uniformes de sastrería, mientras que los que los seguían regaban con su sangre la tierra que hoy reclama justicia. Estos guerrilleros de escritorios negociaron con los militares de turno su salida del país a cambio de entregar la lista de quienes participaron de la acción armada, logística y propaganda guerrillera (muchísima más inferior que los militares que usaron el aparato del Estado para combatir, secuestrar, torturar y expropiarse de bienes y niños como trofeos de guerra). Deberían ser juzgados por manipulación ideológica y traición a la Patria... al fallo se lo dejo a la justicia en ambos casos.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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