Por Alberto
Buela (*)
Si los argentinos somos famosos en el mundo
por nuestra desmedida autovaloración, qué no dirán ahora.
A Maradona, Messi, Fangio, Gardel, Perón,
Evita, el Ché Guevara, Borges y la Reina Máxima de Holanda, ahora sumamos a un Papa.
Además es el primer el primer Papa americano[1],
aunque algunos periodistas zafios sostienen que es el primer no europeo, ignorando
a San Pedro y otros muchos.
Ahora bien, ¿tiene esto alguna significación
primero para nuestro país, luego para Suramérica y la ecúmene iberoamericana y
luego para el mundo?.
Es sabido que es muy difícil realizar una
prognósis con cierto rigor, pues el conocimiento del futuro nos está vedado
desde el momento que tal don quedó encerrado en la Caja de Pandora.
Con esta prevención y sabiendo que vamos a
hablar más como filodoxos, como amantes de la opinión, es que intentaremos
algunas observaciones.
Para Argentina esta elección como Papa de uno
de sus hijos es una exigencia de un mayor compromiso católico tanto de su
pueblo como, sobretodo, de sus gobernantes. Pues tiene que haber una cierta
proporcionalidad entre lo que somos y lo que decimos que somos. De lo
contrario, vamos a hacer verdad aquel viejo chiste que dice que el mejor
negocio del mundo es comprar a un argentino por lo que vale y venderlo por lo
que él dice que vale. Y hoy esta elección del Papa Francisco está diciendo que
los argentinos valemos mucho. Bueno, si es así, nosotros como pueblo y nuestros
gobernantes como tales tenemos que realizar, todos, acciones que nos eleven a
esa consideración hacia la que nos arrastra la designación de un Papa de
nuestra nacionalidad.
Con respecto a Suramérica el hecho potencia a
la región. Porque las vivencias que de la zona tiene el Papa hacen de él un
vocero privilegiado de sus necesidades e intereses y porque además pues posee
un conocimiento directo, no mediado o mediático de la región y sus diferentes
países.
Con relación a la ecúmene iberoamericana en su
conjunto, el Papa Francisco tiene una visión integradora al estilo de Bolivar, San Martín y más
cercanos a nosotros Perón, Vargas o el reciente fallecido Chávez. Esto no
quiere decir que Francisco sea peronista, pero sí que tiene una acabada
comprensión de este fenómeno político.
Finalmente, con respecto al resto del mundo,
estimamos que iniciará una gran campaña de evangelización intentando recuperar
África y las ex repúblicas soviéticas para la Iglesia. Y seguramente
reclamará por los reiterados asesinatos de cristianos, en 2011 hubo 105.000
muertos, mayoritariamente, en países con gobiernos islámicos.
En cuanto a su perfil cultural es un jesuita
formado en la época de plena ebullición del Concilio Vaticano II. Esto es,
cuando comienza la decadencia de la orden. No recibe casi formación teológica
sino mas bien sociológica de acuerdo con la pautas de la orden en ese momento.
Así, el sacerdote no tenía que “hacer lo sagrado” sino “militar y activar
políticamente”. Los jesuitas se transformaron en sociólogos más que curas. De
ahí que la orden se vació en tan solo una década. Cuando el Padre Bergoglio fue
provincial de la orden (1973/79) entregó el manejo de la Universidad jesuita
del Salvador a los protestantes (Pablo Franco, Oclander et alii). Mientras él
se dedicaba a asesorar espiritual y políticamente a la agrupación Guardia de
Hierro, que vendría a ser una especie de sucursal argentina del Movimiento
Comunione e liberzione. Una agrupación político religiosa bicéfala, que era
liberacionista en Argentina y conservadora en Italia.
Su elección como Pater inter pares, cuyo acróstico forma el término Papa, trajo
tranquilidad a la curia vaticana porque Francisco es hijo de italianos por
parte de madre y padre y es nacido y criado en Buenos Aires, esa mega ciudad
que hiciera exclamar al medievalista
Franco Cardini: la piu grande citá
italiana del mondo. Es decir, estamos hablando de un “primo hermano,
hermano” de los italianos. Al mismo tiempo, su vinculación simpatética (con el
mismo páthos) con la comunidad judía argentina, la más numerosa después de la
de Israel, le asegura al Vaticano que no habrá ningún sobresalto, “raigalmente
católico,” por parte de Francisco. Hoy en Buenos Aires todos los rabinos y
judíos sin excepción festejan su designación como Papa. Salvo el caso del
periodista Horacio Verbitsky, difamador profesional y administrador de “los
derechos humanos selectivos” del gobierno de Kirchner.
Como Arzobispo de Buenos Aires y como cardenal
primado ha mostrado siempre una predilección por los pobres en la línea de Juan
Pablo II y Ratzinger. Al mismo tiempo que comparte con ellos una cierta
ortodoxia.
Y desde este lugar se opuso siempre al
gobierno neoliberal de Menem y al socialdemócrata de los Kirchner. Con estos
últimos su enfrentamiento ha sido y es muy fuerte, no tanto por razones
ideológicas, no olvidemos que los dos se dicen progresistas, sino que se trata
de dos personalidades (una profana y otra religiosa) que creen ser los
auténticos intérpretes del pueblo.
¿Qué nos está permitido esperar?. Que Francisco I siga la senda marcada por el
Vaticano II, por Juan Pablo II y por Benedicto XVI sin mayores sobresaltos. La
centralidad de la Iglesia seguirá siendo Roma pero su hija predilecta dejará de
ser Europa para ser Iberoamérica, donde vive la mayor masa de católicos del
mundo.
Hoy desde todos los centros de poder mundano,
y los “analfabetos locuaces”(los periodistas) como sus agentes, piden que la
Iglesia cambie en todo para terminar transformándose en una “religión
política” más, como lo son el
liberalismo, la socialdemocracia, el marxismo y los nacionalismos. Y lo
lamentable es que el mundo católico acepta esto como una necesidad ineluctable.
Olvidando que el cristianismo es, antes que nada, un saber de salvación y no un
saber social.
Y lo sagrado, la sacralidad de la Iglesia, la actio sacra, la sed de sacralidad del pueblo, el retiro de
Dios, el crepúsculo de la trascendencia?.
¡Ah, no!, eso es pedirle demasiado a un Papa
argentino.
(*) arkegueta, mejor que filósofo
[1] Por favor, no digan más latinoamericano, que es un error conceptual
grave. Latinos son solo los del Lacio en Italia. Nosotros en América somos hispanoamericanos,
iberoamericanos, indoibéricos, indianos o simplemente americanos. Pero no
latinoamericanos que es un invento espurio, falaz y, sobretodo,
desnaturalizante para designarnos.
NdE: Una vez más aclaramos que el nombre del papa no es Francisco I sino solamente Francisco.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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