Alicia Peressutti es voluntaria de Vínculos en Red, una ONG que brinda asistencia y contención a víctimas de trata. Confiesa que su origen humilde la ayudó a encarar esta tarea solidaria.
Rosana Guerra
Alicia Peressutti, voluntaria de Vínculos en Red, escribe relatos testimoniales de personas víctimas de la trata en Argentina (La Voz)
Alicia Peressutti (42) es voluntaria de Vínculos en Red, una organización no gubernamental que se ocupa de brindar asesoramiento y contención a personas víctimas de trata. “Desde 1998 comenzamos a trabajar los fines de semana con mi esposo, José Picatto, y el pastor evangélico Alejandro López. Nos movilizó el hecho de saber que cada vez hay más esclavos y esclavas no sólo en el ámbito laboral sino también respecto a la explotación sexual”, cuenta la voluntaria.
Alicia también recuerda que cuando empezaron a hablar de “la mafia”, la gente huía porque tenía terror. “Nadie quería saber nada con estos temas. Íbamos a las escuelas para ver si podíamos dar charlas pero no nos daban cabida”, relata.
Durante muchos años trabajaron en silencio tratando de auxiliar a víctimas de trata y a mujeres que estaban en situación de prostitución. “A pesar de ser un tema tabú, cuando la gente se da cuenta que el único interés es ayudar te contactan con víctimas de trata”, advierte.
Testimonios. Hasta 2008 su trabajo fue silencioso y anónimo. Pero después de que se publicó su primera novela, Buscando a Ana , su nivel de exposición comenzó a subir. “Son relatos testimoniales de mujeres esclavas de las redes. Muchos de ellos están en las escuelas y son leídos por estudiantes de secundaria que se sienten muy identificadas con las historias porque son reales”, señala. Alicia también cuenta que con los libros que venden pagan los gastos de teléfono de la ONG y el combustible para ir a dar las charlas a las escuelas.
La mujer confiesa que sus orígenes la ayudaron a forjar su carácter. “Mi papá, Pedro Peressutti, era tambero y le pagaban muy poco por su trabajo. Mi abuela paterna, María Monje, que me crió siempre, me decía que había que ayudar a los demás”, dice.
En su adolescencia Alicia recuerda que siempre le daba bronca cuando en su casa le faltaba de comer y sentía indignación por las desigualdades sociales.“Mi esposo es locutor del programa de televisión ‘Mirate’ en Canal 2 de Villa María. Hace 25 años lo conduce y yo vendo publicidad para que salga al aire. Además soy ayudante técnica en el Instituto Doctor Ángel Diego Márquez, un terciario de Villa María”, señala.
La voluntaria tiene cuatro hijos: Gino (19), Bruno (16), Piero (16) y Yaco (8). Piero, uno de sus hijos que más se resistía a su trabajo, la acompañó en un viaje en Paraguay y ella lo llevó a ver como se compran y venden niños para prostitución infantil. “Cuando vio que unos turistas se llevaban una criatura de 10 años, se largó a llorar y después quería agarrarlos a las piñas, pero yo le explicaba que la violencia engendra violencia y no sirve”.
Alicia además sostiene que su lucha es pacífica. “Hay que desnaturalizar este tema, tenemos que lograr un cambio cultural”, advierte, convencida.
Su mamá, Elena (77), siempre temió que le pasara algo pues ya recibió muchas amenazas. “Ella no puede ponerse en el lugar de las víctimas sino sólo en el de madre”, agrega.
Alicia también dice que en este tipo de voluntariado “se ganan muchos enemigos”. “Hay algunos clientes que van a prostíbulos y que odian nuestro trabajo. Esta tarea no se puede hacer a medias tintas. Convivimos con mucho sufrimiento. Es una causa muy dura”, dice.
A pesar de sus íntimas convicciones, Alicia confiesa que se pregunta si servirá el trabajo que hace. Pero apenas lo termina de expresar agrega que siente la certeza que tiene que hacer algo.
“Dicen que el voluntariado alarga la vida. No sé si es así, pero de lo que si estoy segura es que esta tarea sanó muchas heridas de mi vida”, advierte.
Ella sabe que a muchas víctimas de trata les lleva años recuperarse, porque este tipo de violaciones a los derechos humanos deja secuelas gravísimas. Alicia también reconoce que le emociona la confianza y el agradecimiento que tienen las chicas que fueron víctimas de trata. “Si logramos que toda la sociedad las vea como víctimas y no como culpables de lo que les pasa, estoy segura que nuestro trabajo tendrá sentido”, finaliza entusiasmada...
Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.
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