Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

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domingo, 13 de noviembre de 2011

O Crepúsculo do Império e a Aurora da China



“EE.UU. esta dejando de ser el polo del sistema capitalista mundial, su hegemonía se desvanece cada vez mas, Es u imperio fallido. Con un PBI del orden de los $14,66 trillones, su deuda Pública para septiembre 9 de 2011, estaba cercana los US$ 14,71 trillones. China se trasformo el país mas importante del mundo para los EE.UU.; actualmente es el mayor acreedor de USA, con sus mas de US$ 3 trillones de reservas”.
El 10 de noviembre el reconocido Abogado brasileño Durval de Noronha Goyos presenta su nuevo libro; “El crepúsculo del Imperio y la aurora de China”( O Crepúsculo do Império e a Aurora da China). El Dr. Noronha Goyos es un destacado jurista reconocido en internacionalmente. Socio senior del Estudio Noronha Abogados, se graduó en derecho en la PUC-SP en 1975. Es árbitro de Brasil en la OMC (Organización Mundial de Comercio), y profesor de Derecho del Comercio Internacional en el post-grado de la Universidad Cândido Mendes (RJ). Para la edición de este nuevo libro el profesor y cientista Luiz Alberto Moniz Bandeira escribió el prólogo, que sigue a continuación.

Prologo:
“En los consejos de gobierno, debemos resguardarnos contra la adopción de influencias injustificadas, ya sean buscadas o no, por el complejo militar-industrial. El potencial para el aumento desastroso de poder fuera de lugar existe y continuará existiendo.

Nunca debemos permitir que el peso de esta combinación ponga en peligro nuestras libertades o procesos democráticos. No debemos dar nada por sentado. Sólo una ciudadanía alerta y bien informada puede obligar a un entramado apropiado de la enorme maquinaria industrial y militar de defensa con nuestros métodos y objetivos pacíficos, de tal forma que la seguridad y la libertad puedan prosperar en forma conjunta” [1]. Dwight Eisenhower

El crepúsculo del Imperio y la aurora de China es una excelente imagen que Durval de Noronha Goyos escogió para titular la serie de artículos sobre la decadencia de los Estados Unidos, como potencia económica hegemónica y el advenimiento de China, que se convertirá en la mayor economía mundial, en 2016. Se trata de un conjunto de artículos muy importantes y oportuno, por cuanto presenta una lúcida percepción de los cambios en la correlación mundial de fuerzas, demostrando la erosión que corroe al Imperio Americano, al borde de la recesión y cuya seguridad depende cada vez más del poder militar, a un costo insustentable, en contraste con el despertar de China, creciendo un 9.5%, en 2011, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), no obstante la profunda crisis económica y financiera en la cual los Estados Unidos y la Unión Europea están sumergidos.
Hay algunos académicos que intentan negar la decadencia, con el argumento de que los EE.UU. todavía son la mayor potencia militar del planeta, habiendo conquistado la hegemonía con la 2ª Guerra Mundial y consolidado el fin de la Guerra Fría. Realmente, los Estados Unidos poseen un poderío militar incomparable, con un poder de destrucción sin paralelo en la historia y disponen de medios para intervenir inmediata y efectivamente en cualquier región del mundo.

Desde las bombas nucleares lanzadas contra Hiroshima y Nagasaki, matando un total de cerca de 199.000 personas [2], en 1945, los Estados Unidos produjeron cerca de 70.000 armas nucleares de 72 tipos. Al final de la Guerra Fría, en 1991, poseían un arsenal activo del orden de 23.000 artefactos nucleares de los 26 tipos principales. Y nunca cesaron completamente de producirlos. [3]. Un estudio realizado en el Brooking Institute, de Washington, estimó que los costos en armamentos nucleares, desde la II Guerra Mundial hasta 2007, fueron del orden de los U$S 7,2 trillones y el total de los gastos militares, en el mismo período de medio siglo, alcanzó el monto de U$S 22,8 trillones. [4]. De acuerdo con el Annual Report of Implementation of the Moscow Treaty, los Estados Unidos mantenían, al 31 de diciembre de 2007, cerca de 2.871 ogivas nucleares estratégicas en condiciones operativas, o sea, listas para su lanzamiento, más 2.500 como reserva (activas e inactivas), y otras 4.200 retiradas para su desmantelamiento. El total del stock era de 9.400 armas nucleares, de todas las categorías. [5].

Luego de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos instalaron bases militares en los más diversos países de Europa, tales como Alemania, Francia, Gran Bretaña, España e Italia, con el pretexto de contener a la Unión Soviética y la expansión del comunismo. Y, durante la Guerra Fría, estacionaron armamentos nucleares en 27 países extranjeros y territorios, entre los cuales se encuentran Japón, Alemania, Groenlandia y Turquía. El Bloque Socialista y la Unión Soviética implosionaron entre 1989 y 1991. Los partidos comunistas virtualmente desaparecieron en Europa. Entre tanto, en 2006, los Estados Unidos todavía poseían un arsenal de 9.960 ogivas intactas, de las cuales 5.735 eran consideradas activas y operacionales. Y, de acuerdo con el Department of Defense’s 2010 Base Structure Report, el Pentágono aún mantiene un total de 4.999 instalaciones militares en 50 Estados americanos, siete territorios y en otros 38 países extranjeros. En el exterior, la mayoría de las instalaciones, que incluyen bases del Ejército, Marina, Fuerza Aérea, Marine Corps, Washington Headquarters Services (WHS), están en Alemania (21Smilie: 8), Japón (115) y Corea del Sur (86). [6]. Según las estimaciones, el total, en todo el mundo, sobrepasa las 1.000 bases militares. Algunos las calculan en 1.077, otros en 1.088, otros en 1.160 o, inclusive, 1.180. Realmente el número puede ser más alto, no obstante nadie está seguro en cuanto al total. [7]. Y desde los atentados terroristas del 11 de septiembre, el número recrudeció más aún, con la instalación de bases en el Kirguistán, Pakistán, Afganistán, Uzbekistán, Irak, Djibouti y en otros diversos países de Asia y de África, así como de América Latina. Lo que realmente cuenta es la obsesión del Pentágono por controlar el mapa del gas y del petróleo.

Con todo, desde la derrota de las potencias del Eje, en 1945, los Estados Unidos no ganaron ninguna otra guerra. La guerra en Corea (1950-1953) demostró que no eran omnipotentes. Henry Kissinger calificó como “inconclusa” esta guerra, que dejó un saldo de 150.000 americanos muertos, heridos y desaparecidos. La guerra en Vietnam (1959-1975) resultó en un dramático fiasco. Comprobó que la fuerza militar de los Estados Unidos, por más grande que fuese, no les podía asegurar el triunfo. Los Estados Unidos poseían (y poseen) una ilimitada capacidad de destrucción, inclusive armas nucleares, pero no tenían condiciones políticas y morales para usarlas. Las consecuencias serían imprevisibles. Sin embargo, todo su poderío militar no bastaba para darles la victoria sobre fuerzas que vivían en su propio habitat, en la más perfecta simbiosis con la naturaleza y sobrevivían en las condiciones más primitivas, combatían extremadamente bien, con eficiencia y recibían el más amplio apoyo de la población, en todas las aldeas de Vietnam del Sur. Y, desde 2001-2003, los Estados Unidos están revolcados en las guerras en Afganistán y en Irak, donde los ataques y atentados se intensificaron, países de los cuales no consiguen retirar totalmente sus tropas.

El informe Costs of War, preparado por académicos, participantes del Eisenhower Research Project del Watson Institute for International Studies, de la Brown University, informa que los costos financieros de las Operations Enduring Freedom, Iraqi Freedom, New Dawn, se sitúan entre los U$S 3,2 y U$S 4 trillones. Hay muchos otros costos que no pudieron ser cuantificados, pero las guerras contra el terror, emprendidas por los Estados Unidos, fueron casi totalmente financiadas por préstamos, intereses de U$S 185 mil millones ya pagados o a pagar, y otro U$S 1 trillón puede aumentar hasta 2020. [8]. Solamente el complejo industrial-militar recibió los beneficios.

El poderío militar de los Estados Unidos, sin embargo, tiene límites económicos y financieros. El crecimiento de los gastos militares en el exterior, elevándose a los U$S 800 millones, en 1967, y otros U$S 600 millones, en 1968, produjo un fuerte impacto sobre la balanza de pagos de los Estados Unidos, que tuvo un déficit de U$S 9,8 mil millones en 1970. [9]. El saldo comercial entre 1970 y 1971 desapareció, como consecuencia de la baja de las exportaciones, desde 1968. La inflación, del orden del 1,5% en 1961, saltó al 4,7%, en 1968/69. [10] El PBI de los Estados Unidos, que se había duplicado durante la Segunda Guerra Mundial y representado un 34% de la producción mundial hasta 1970, bajó a menos del 30%, en 1971. El dólar se debilitó. Y la vulnerabilidad económica de los Estados Unidos sacudió la estabilidad del sistema monetario internacional, que había pasado a depender de su política monetaria, manejada unilateralmente, desde el Acuerdo de Bretton Woods (Bretton Woods Agreement), de 1944, estableciendo que cada país debía mantener el tipo de cambio de sus monedas, indexada de cierto modo al dólar, cuyo valor estaría basado en el patrón oro, en una base fija de 35 dólares por onza Troy (31,103478 gramos de oro).

Los presidentes Lyndon Johnson (1963-1969) y Richard Nixon (1969-1974) no cumplieron, entre tanto, las reglas para las relaciones comerciales y financieras acordadas en Bretton Woods. Emitieron y lanzaron a la circulación más dólares de los que podían respaldar con el oro existente en el Fort Knox, según el acuerdo de Bretton Woods, con el fin de financiar las importaciones de los Estados Unidos y los costos de la Guerra Fría y de la guerra en Vietnam, Camboya y Laos. Todas las reservas de oro estoqueadas en el Fort Knox ya estaban virtualmente agotadas en 1970. Sólo faltaban 1.000 de las 8.500 toneladas que supuestamente estaban depositadas allá. Y las reservas en dólar, en poder de los bancos extranjeros, habían saltado de U$S 23,8 mil millones a U$S 36 mil millones, en julio de 1971 y, en el mes siguiente, a U$S 40 mil millones, tres veces más de lo que los Estados Unidos necesitaban para cumplir con las obligaciones contraídas en Bretton Woods. [11]. De ahí que, en aquel año, sin consultar a los demás países, el presidente Nixon abolió, unilateralmente, la convertibilidad directa del dólar en oro. El orden monetario y el Sistema Bretton Woods de coordinación económica internacional sufrieron un colapso. Y, dos años después, en 1973, el presidente Nixon, ante el agravamiento de la crisis, se vio obligado a devaluar el dólar, en un 10%, rompiendo tanto el Smithsonian Agreement como el European Joint Float, y pavimentando el camino para la libre fluctuación de las monedas. El dólar, que sólo los Estados Unidos podían producir, se transformó en la divisa fiduciaria internacional. El presidente de Francia, general Charles de Gaulle, acusó entonces a los Estados Unidos, de asumir un “privilegio exhorbitante”, en la medida en que podían continuar financiando sus déficits con la emisión de más dólares y ponerlos en circulación. [12]

La ruptura definitiva del patrón oro, la contundente derrota en Vietnam, el escándalo de Watergate y el apoyo a los golpes militares y a las dictaduras en América Latina y en otras regiones, entre otros factores, comenzaron a afirmar la decadencia económica, política y moral de los Estados Unidos. El complejo industrial-militar ya había capturado y mantenía como rehén a todos los gobiernos, ya fuesen del Partido Republicano o Demócrata. Y sus gastos militares continuaron creciendo, para el sustento de la industria bélica y de su cadena productiva, generando la necesidad de una guerra permanente y de reales o supuestas amenazas a la seguridad nacional de los Estados Unidos, con la finalidad de consumir los armamentos producidos y reproducir el capital.

De 1940-1996, los Estados Unidos gastaron, como mínimo, U$S 5,5 trillones en su programa de armamentos nucleares, sin contar las cifras de la producción de armamentos convencionales. Y este valor no incluía los U$S 320 mil millones estimados para los futuros costos anuales de almacenaje y remoción del valor acumulado de la basura radioactiva y tóxica, en más de cinco décadas, U$S 20 mil millones para el desmantelamiento del sistema de armas nucleares y remoción de los excedentes materiales atómicos. Con todos estos elementos contabilizados, el total de los costos del programa de armamentos nucleares de los Estados Unidos, hasta 1996, sobrepasó el monto de U$S 5,8 trillones.[13] Y ningún gobierno podía convertir realmente la industria bélica para fines civiles, sin acarrear profundas implicancias políticas, en la medida en que aumentaría el número de desempleados y afectaría las actividades económicas de diversas regiones (Texas, Missouri, Florida, Maryland y Virginia), donde están las industrias especializadas en armamentos con tecnología intensiva de capital, cuyo interés es experimentarlos en guerras reales, con el fin de que el Pentágono pueda vaciar los arsenales, promover los armamentos, venderlos a otros países y hacer nuevos pedidos, que generan abultadas comisiones y dividendos.

Muchas otras regiones de los Estados Unidos son beneficiadas por la producción, desplazamiento, operaciones y mantenimiento de las fuerzas nucleares. De acuerdo a la evaluación de William J. Weida, del Brooking Institute, California, a partir de 1980, pasó a depender más que cualquier otro Estado, de los gastos militares del Pentágono, la mayoría de los cuales en los programas de los bombarderos B-1 y B-2, los misiles Trident I y Trident II, los misiles MX, así como del proyecto Strategic Defense Initiative y del programa de satélites Military Strategic and Tactical Relay (MILSTAR). [14]. En 1986, las corporaciones contratistas (contractors) del Pentágono, en California, recibieron un 20% del presupuesto de Departamento de Defensa, mientras que Nueva York, Texas y Massachusets se apropriaron del 21%. [15] Los inmensos costos de los Estados Unidos con la producción de armamentos no derivaron tanto de factores de seguridad, sino de incoercibles necesidades económicas. El Imperio Americano necesita de guerras para mantener su economía en funcionamiento, evitar el colapso de la industria bélica y de su cadena productiva y evitar el aumento del número de desempleados y la bancarrota de muchos Estados americanos, cuyos ingresos dependen de la producción de armamentos.

Aunque los Estados Unidos sean todavía el polo del sistema capitalista mundial, su hegemonía se desvanece cada vez más. Como bien lo destacó Durval de Noronha Goyos, el Imperio Americano está quebrado. Con un PBI del orden de los U$S 14,66 trillones (2010 est.), su deuda pública, al 9 de septiembre de 2011, ya se situaba alrededor de los U$S 14,71 trillones, de los cuales U$S 10,07 trillones estaban en poder del público y U$S 4,64 trillones administrados por el gobierno federal. A fines de junio de 2011 su PBI estaba estimado alrededor de los U$S 15,00 trillones, aunque con una deuda pública equivalente al 98% de este monto. [16] Y su déficit comercial, en junio de este mismo año, 2011, aumentó a U$S 53,1 mil millones contra U$S 50,8 mil millones, en mayo. Los Estados Unidos están empantanados en deudas, por diversos factores, sobre todo porque producen menos de lo que consumen. Dependen de todo, inclusive de capitales y financiamientos. Como bien observaron Bill Bonner y Addison Wigging, “la nación más rica, más poderosa del mundo, depende de los ahorros de los países más pobres”. [17]

En 2007, David M. Walker, Comptroller General of the United States (1998- 200Smilie: 8), advirtió que el gobierno americano estaba sobre una “burning platform” de insustentables políticas y prácticas, con déficits fiscales, insuficiencia crónica de recursos para la asistencia a la salud, inmigración y compromisos militares de ultramar, amenazando una crisis, si no se tomase una actitud inmediatamente. [18]. Y señaló “striking similarities” entre la situación del Imperio Americano y los factores que produjeron la caída de Roma, inclusive el “declining moral values and political civility at home, an over-confident and over-extended military in foreign lands and fiscal irresponsibility by the central government”. [19].

Al contrario de los Estados Unidos, cuya crisis financiera prácticamente había comenzado en los años 1970, cuando el gobierno del presidente Richard Nixon no pudo sustentar el dólar con el patrón oro, China, luego del fallecimiento de Mao Tse-tung, comenzó a aflorar económicamente. Deng Xiaoping (1904-1997), al recuperar el poder, luego de un período de ostracismo durante la llamada Revolución Cultural (1966-1976), trató de emprender las reformas económicas, de modo similar al que Lenin trató de promover en Rusia, después de finalizada la guerra civil en 1921, cuando la gravedad de su situación económica, social y política, alcanzara las más trágicas dimensiones y amenazara la propia supervivencia del Estado soviético. Frente a tal situación, Lenin retrocedió del “comunismo militar” o “comunismo de guerra”, implantado durante los años de la guerra civil. Con la adopción de la NEP (Novaia Ekonomitcheskaia Politika), restableció el funcionamiento de la economía de mercado, instituyendo el capitalismo de Estado, no como propiedad y operación de las empresas por parte del Estado, sino como un capitalismo privado, permitido y controlado por el Estado.

Deng Xiaoping y los dirigentes de China habían percibido que no podían mantener el mismo modelo de socialismo, implantado en la Unión Soviética por Stalin, luego de extinguir la NEP en 1927, pues ni Marx ni Engels jamás concibieron el socialismo como vía de desarrollo o como un modelo alternativo para el capitalismo, sino como consecuencia de su desarrollo. Sin el rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y el constante progreso de los medios de transporte y de comunicación, con el que la burguesía arrastraba hasta a las naciones más bárbaras a la civilización, [20] no sería posible llegar al socialismo. Lo que lo viabilizaba, científicamente, era el alto nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que el capitalismo impulsaba, por cuanto solamente seria posible realizarlo, elevando la oferta de bienes y servicios, en cantidad y en calidad, a un nivel en el que la liquidación de las diferencias de clase constituyese un verdadero progreso y tuviese consistencia, sin acarrear consigo el estancamiento de la sociedad e, inclusive, la decadencia de su modo de producción. [21]

A fines de los años 1970, China comenzó a promover reformas económicas, autorizando a los chinos a realizar emprendimientos comerciales privados y abriendo el país a las inversiones extranjeras. El Estado dejó de ser el único dueño de los medios de producción. Y Deng Xiaoping, apuntando a revitalizar la economía a partir de las zonas rurales, instituyó el establecimiento de contratos de producción con agricultores individuales y el desarrollo de empresas rurales, del mismo modo que, en el sector urbano, concedió autonomía de gestión a las empresas estatales y promovió la descentralización regional, inversiones y desregulación de los precios. Jiang Zemin y Li Peng, que sucedieron a Deng Xiaoping, impulsaron la reorganización institucional en el gobierno y en el Partido Comunista de China, y emprendieron la reforma del sistema financiero, la reforma fiscal, y establecieron el régimen empresarial. Dichas reformas posibilitaron el extraordinario crecimiento económico [22] , cuya tasa había subido del 4,5%, en la década de 1960-1970, al 5,8%, entre 1970 y 1980, y se había disparado al 8,5%, en la década de 1980-1990, mientras el índice de crecimiento de los Estados Unidos declinaba del 3,8%, en la década de 1960-1970, al 2,7%, entre 1970 y 1980, y al 2,8%, en la década de 1980-1990, descendiento al – 0,7%, en 1991, año en que la propia Unión Soviética se desintegró, luego de la disolución del Bloque Socialista.

China, en términos estratégicos, se tornó para los Estados Unidos, en el más importante país del mundo en el último cuarto del siglo XX y comenzó a recibir un enorme influjo de hombres de negocios de las potencias capitalistas de Occidente. Actualmente, 2011, China es el mayor acreedor de los Estados Unidos, con reservas de más de U$S 3 trillones, como resaltó Durval de Noronha Goyos, de las cuales apenas U$S 1,145 trillón están invertidos en U.S. Treasuries, poco más de un tercio del volumen total, dado que, ante la extrema fragilidad de la economía americana, continúa diversificando el perfil de sus aplicaciones en otras monedas. La deuda soberana de los Estados Unidos, evidentemente, ya no es el instrumento más seguro para almacenar el valor de las reservas. Con todo, China todavía no puede deshacerse totalmente de las reservas en dólares, que ahora representan, apenas, poco menos del 10% del PBI americano, por cuanto la quiebra de los Estados Unidos también le traería inmensos perjuicios. No sin razón Wen Jiabao, primer ministro de la República Popular de China, declaró que: “sin embargo, cuando hablamos de la etapa primaria, no sólo debemos pensar en las fuerzas productivas subdesarrolladas. Debemos también reconocer que al sistema socialista todavía le queda margen para mejorar y aún no está maduro. Con razón Deng Xiaoping señaló que, en esencia, el socialismo se refiere a la liberación y desarrollo de las fuerzas productivas, eliminando la explotación y la polarización y, en definitiva, trata de lograr la prosperidad para todos”.

Y acentuó que “sin el sostenido y completo desarrollo de las fuerzas productivas, será imposible lograr la equidad y la justicia social, un requisito esencial del socialismo”.[23]

Wen Jiabao previó el “primary stage of socialism for the next 100 years” y afirmó que el Partido Comunista de la República Popular de China continuaría llevando a cabo las reformas e innovación para asegurar el vigor y vitalidad y asegurar el socialismo con las características chinas. [24] Esto no significa que la aurora de China pueda configurar ya el advenimiento del socialismo. El capitalismo fue la única forma de producción que tuvo la capacidad de expandirse por todos los continentes y establecer, con la creación del mercado mundial y la división internacional del trabajo, un orden económico internacional, integrando, como un bloque asimétrico, a potencias industriales y países agrícolas y atrasados o en desarrollo, denominados periféricos y emergentes. De ahí la imposibilidad de instituir, en el marco nacional, un sistema armónico y autosuficiente, con todo el espectro económico, sin considerar las condiciones geográficas, históricas y culturales del país, que solamente constituye un elemento de la unidad económica mundial. Y, según conclusiones de Karl Marx a partir de sus investigaciones, una formación social nunca se desmorona sin que las fuerzas productivas dentro de ella estén lo suficientemente desarrolladas, y que las nuevas relaciones de producción superiores jamás surgen en el lugar, antes de que las condiciones materiales de su existencia sean incuba¬das en las entrañas de la propia sociedad anterior [25].

La emergencia de China como la mayor potencia económica mundial marcará el siglo XXI.
Citas:
1. Military-Industrial Complex Speech”, Dwight D. Eisenhower, 1961 Public Papers of the Presidents, Dwight D. Eisenhower, 1960, p. 1035- 1040
2. Atomic Archive. The Atomic Bombings of Hiroshima and Nagasaki.  http://www.atomicarchive.com/Docs/MED/med_chp10.shtml
3. U.S. Nuclear Weapon Enduring Stockpile
http://nuclearweaponarchive.org/Usa/Weapons/Wpngall.html
4. Stephen I. Schwartz . “The Costs of U.S. Nuclear Weapons”. James Martin Center for Nonproliferation Studies – Monterey Institute for International Studies. http://www.nti.org/e_research/e3_atomic_audit.html
5. U.S. Departament of State. 2008 Annual Report on Implementation of the Moscow Treaty – Bureau of Verification, Compliance, and Implementation (VCI) – Washington,DC – May 13, 2008. FAS Strategic Security Blog. Comments and analyses of important national and international security issues http://www.fas.org/blog/ssp/2009/02/sort.php
McNamara, Robert. “Apocalypse Soon”. Foreign Policy, May/June 2005. http://www.foreignpolicy.com
6. Departament of Defense – Base Structure Report – FY 2010 Base line – http://www.acq.osd.mil/ie/download/bsr/bsr2010baseline.pdf
7. The Nation – America’s Empire of Bases 2.0 – 2011-01-10 (http://www.thenation.com); Turse, Nick. Empire of Bases 2.0 – Does the Pentagon Really Have 1,180 Foreign Bases? http://www.tomdispatch.com/archive/175338/
8. Brown University – ‘Costs of War’ Project – “Estimated cost of post-9/11 wars: 225,000 lives, up to $4 trillion” – June 29, 2011-09-04 – http://news.brown.edu/pressreleases/2011/06/warcosts
9. SOLOMON, Robert. The international monetary system, 1945-1976: an insider’s view. New York: Harper & Row, pp. 102-103.
10. NIXON, Richard M. Memoirs. New York.: Grosset & Dunlap, 1978, p. 516.
11. BUNDY, William. A tangled web: the making of foreign policy in the Nixon presidency. New York: Hill and Wang – Farrar, Straus and Giroux, 1998, p- 361.
12. Norte-Sur. Un programa para la supervivencia. Informe de la Comisión Independiente sobre Problemas Internacionales del Desarrollo presidida por Willy Brandt. The Independente Comisión on International Development Sigues. Bogotá: Editorial Pluma, 1980, p. 305.
13. SCHWARTZ, Stephen I. (ed.). Atomic Audit : The Costs and Consequences of U. S. Nuclear Weapons since 1940- Washington: Brookings Institution Press, 1998, p.3.
14. WEIDA, William J. „The Economic Implications of Nuclear Weapons and Nuclear Dterrence”, in SCHWARTZ, Stephen I. (ed.). Atomic Audit : The Costs and Consequences of U. S. Nuclear Weapons since 1940- Washington: Brookings Institution Press, 1998, p. 524.
15. Ibidem, p. 524, n. 10.
16. The Budget Control Act & Federal Deficit Reduction – September 20, 2011
http://edr.state.fl.us/Content/presentations/Budget/TheBudgetControlAc
17. BONNER, Bill & WIGGIN, Addison. Empire ob Debt. The Rise of an Epic Financial crisis. New Jersey: John Wiley & Sons, 2006, p. 276.
18. Jeremy Grant. “Learn from the fall of Rome, US warned”. Financial Times. 14/08/2007.
19. Ibidem
20. MARX, Karl & ENGELS, Friedrich Ausgewählte Werke. Band II, Berlim, – Dietz Verlag, 1981, p. 8-9.
21. Engels, F. “Soziales aus Rußland”, in Marx. & Engels, Band 18, 1976, pp. 556-559. Esse mesmo artigo consta também em: Marx, K. e Engels, F. Ausgewählte Schriften, Band II, Berlin, Dietz Verlag, 1976, p. 39.
22. Na China, o setor privado passou a representar 39% do PIB, o setor público, 36%, sendo os 25% restante creditado à produção das áreas rurais e às cooperativas.
23. Wen Jiabao – “Our Historical Tasks at the Primary Stage of Socialism and Several Issues Concerning China’s Foreign Policy” – Tradução oficial. Embassy of The People’s Republic of China in Uganda, ug.china-embassy.org/eng/xwdt/t302141.htm 
24. Ibidem.
25. “Eine Gesellschaftsformation geht nie unter, bevor alle Produktivkräfte entwickelt sind, für die sie weit genug ist, und neue höhere Produktionsverhältnisse treten nie an die Stelle, bevor die materiellen Existenzbedingungen derselben im Schoß der alten Gesellschaft selbst ausgebrütet worden sind.” Marx, Karl, Zur Kritik der Politischen Ökonomie Vorwort, in Marx, K. e Engels, F. Werke, Band 13, Berlin, Dietz Verlag, 1981, pp. 8-9.
 
Fuente: http://www.cartamaior.com.br/templates/materiaMostrar.cfm?materia_id=18903



Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

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