Símbolos. Paula Logares, una de las nietas recuperadas, junto a Chicha Mariani, incansable luchadora por los derechos humanos
Treinta y cinco años después, la hija de una pareja de militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) desaparecida en agosto de 1976 se convirtió, ayer, en el nieto recuperado número 103. La identidad de la hija menor nacida en cautiverio en un centro clandestino de detención de Cecilia Beatriz Barral y Ricardo Klotzman –ambos desaparecidos– fue restituida por la justicia federal de Rosario a través de un examen de ADN. Había sido anotada en la ciudad de Santa Fe como María por su familia adoptiva, y pudo reencontrarse con su hermana Ana.
El lunes, el juez notificó a las partes el resultado de un estudio de ADN realizado en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). Sus padres habían sido secuestrados el 2 de agosto de 1976 durante un “procedimiento de fuerzas conjuntas a cargo del Ejército en el domicilio de calle Necochea 2050 de Rosario”, señala la resolución del juzgado federal Nº4 de esa ciudad, a cargo de Martín Bailaque.
De acuerdo a la investigación judicial, la pareja había sido secuestrada en Rosario el 2 de agosto de 1976 y luego trasladada a “la llamada ‘Quinta Operacional de Fisherton’ en la calle Calasanz 9100 de Rosario”. Cecilia Barral dio a luz en cautiverio, luego de lo cual no se conocieron más datos sobre su paradero ni sobre el de su pareja.
La causa se tramitó en la justicia federal de la ciudad de Santa Fe, donde la beba fue entregada en una vivienda durante un operativo con personas armadas a bordo de un Ford Falcon a fines de agosto de 1976. Luego, el expediente pasó a la justicia federal de Rosario, donde habían sido secuestrados ambos.
El abogado santafesino Jorge Pedrazza, actual funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, fue quien primero se había ocupado del caso, al que calificó de “emblemático para la ciudad de Santa Fe” ya que “la noticia del secuestro salió en su momento en el diario El Litoral y, además, la beba de pocos días de vida fue inscripta en el Registro Civil como NN porque no se sabía de dónde venía, y se le adosó el apellido de la familia que la había recibido sin investigar el hecho de que figure como anónima”.
Al inicio de la investigación, Pedrazza detectó que “en Rosario había sido secuestrada una pareja de militantes del ERP. Utilizando la lógica de los militares santafesinos que enviaban a los bebés de los desaparecidos a la otra punta de la provincia, se me ocurrió que María podía ser la hija de esa pareja”. Y el Banco Nacional de Datos Genéticos lo confirmó el lunes.
“Hoy empieza una nueva vida”
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, expresó ayer su entusiasmo ante la noticia de la resstitución de la identidad de la nieta número 103.
“Hoy comienza para ella una nueva vida”, dijo, al tiempo que señaló que “va a sentir mucho orgullo de sus dos padres, porque eran chicos con una convicción de lucha, pero también estudiantes, trabajadores y profesionales”.
“Este es un premio ante la ardua tarea que llevamos adelante” los organismos de derechos humanos, agregó de Carlotto.
Además, explicó que “como otros chicos, (María) se negaba (a realizarse los exámenes de ADN), no quería saber, tenía miedo. Todo lo que es desconocido produce rechazo”, advirtió. “El nieto 102 también se negó y ahora es un chico feliz que transita por la casa de las Abuelas como si fuera su casa”, subrayó Carlotto, y auguró que “le va a pasar lo mismo a ella”.
De todas formas, Carloto dijo que la nieta 103 “aceptó la extracción de sangre obligatoria” determinada por el juez Martín Bailaque.
El lunes, el juez notificó a las partes el resultado de un estudio de ADN realizado en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). Sus padres habían sido secuestrados el 2 de agosto de 1976 durante un “procedimiento de fuerzas conjuntas a cargo del Ejército en el domicilio de calle Necochea 2050 de Rosario”, señala la resolución del juzgado federal Nº4 de esa ciudad, a cargo de Martín Bailaque.
De acuerdo a la investigación judicial, la pareja había sido secuestrada en Rosario el 2 de agosto de 1976 y luego trasladada a “la llamada ‘Quinta Operacional de Fisherton’ en la calle Calasanz 9100 de Rosario”. Cecilia Barral dio a luz en cautiverio, luego de lo cual no se conocieron más datos sobre su paradero ni sobre el de su pareja.
La causa se tramitó en la justicia federal de la ciudad de Santa Fe, donde la beba fue entregada en una vivienda durante un operativo con personas armadas a bordo de un Ford Falcon a fines de agosto de 1976. Luego, el expediente pasó a la justicia federal de Rosario, donde habían sido secuestrados ambos.
El abogado santafesino Jorge Pedrazza, actual funcionario de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia, fue quien primero se había ocupado del caso, al que calificó de “emblemático para la ciudad de Santa Fe” ya que “la noticia del secuestro salió en su momento en el diario El Litoral y, además, la beba de pocos días de vida fue inscripta en el Registro Civil como NN porque no se sabía de dónde venía, y se le adosó el apellido de la familia que la había recibido sin investigar el hecho de que figure como anónima”.
Al inicio de la investigación, Pedrazza detectó que “en Rosario había sido secuestrada una pareja de militantes del ERP. Utilizando la lógica de los militares santafesinos que enviaban a los bebés de los desaparecidos a la otra punta de la provincia, se me ocurrió que María podía ser la hija de esa pareja”. Y el Banco Nacional de Datos Genéticos lo confirmó el lunes.
“Hoy empieza una nueva vida”
La titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, expresó ayer su entusiasmo ante la noticia de la resstitución de la identidad de la nieta número 103.
“Hoy comienza para ella una nueva vida”, dijo, al tiempo que señaló que “va a sentir mucho orgullo de sus dos padres, porque eran chicos con una convicción de lucha, pero también estudiantes, trabajadores y profesionales”.
“Este es un premio ante la ardua tarea que llevamos adelante” los organismos de derechos humanos, agregó de Carlotto.
Además, explicó que “como otros chicos, (María) se negaba (a realizarse los exámenes de ADN), no quería saber, tenía miedo. Todo lo que es desconocido produce rechazo”, advirtió. “El nieto 102 también se negó y ahora es un chico feliz que transita por la casa de las Abuelas como si fuera su casa”, subrayó Carlotto, y auguró que “le va a pasar lo mismo a ella”.
De todas formas, Carloto dijo que la nieta 103 “aceptó la extracción de sangre obligatoria” determinada por el juez Martín Bailaque.
DEjo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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