La escarapela es un símbolo que nos une como pueblo, puesto que al usarla nos sentimos representados unos en otros, tomando conciencia de que más allá de las diferencias nos hermana el sentimiento y el sueño de una Argentina grande.

"Sea la escarapela nacional de la Provincias Unidas del Rio de la Plata, de color blanco y azul celeste..."
Así reza un decreto del 18 de febrero de 1812, dado por el poder constituido por el Triunvirato.
La incógnita que aún hoy perdura es el por qué de tal elección.
"La primera fecha aproximada en que se emplearon esos colores es el 19 de mayo de 1810, ocación en la que fueron utilizados por un grupo de mujeres que se entrevistaron con el Coronel Saavedra.
El 25 de mayo de 1810 se difundió -entre patriotas- el uso de la escarapela nacional. No apareció la decisión de lucir esos colares como iniciativa de una determinada persona, sino como el producto de una actitud espontánea, adoptada sin previo acuerdo ni deliberaciones.
En 1812 Manuel Belgrano solicitó al Triunvirato que se fije el uso de la escarapela nacional.
El 18 de febrero de 1812 el poder constituido por el Triunvirato formado por Manuel de Sarratea, Juan José Paso y Feliciano Chiclana, Hizo saber al Jefe del Ejército Mayor que: "el gobierno ha resuelto que se reconozca y se use por las tropas la Escarapela Nacional de la Provincias Unidas del Río de la Plata, que deberá componerse de dos colores, blanco y azul celeste, quedando abolida desde esta fecha la roja que antiguamente se distinguía."
Con todos estos antecedentes, el actual Día de la Escarapela fue instiutido por el Consejo Nacional de Educación en el año 1935, sin comprenderse cabalmente por qué un 18 de mayo cuando el primer antecedente parece ser de un 19 del mismo mes.
Sin embargo, lo primordial para nuestro presente no es determinar el origen de una tradición, sino saber ver y transmitir en el uso de este símbolo patrio el amor por nuestro suelo y, por sobre todas las cosas, el compromiso individual por construir nuestra Nación, cada día, desde el lugar que a cada uno de nosotros nos toca.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave MAría Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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