Por Germán González
Guía de la acción comunicativa de Jürguen HabermasLa teoría de la acción comunicativa, del pensador alemán Jürguen Habermas, requiere de un exigente patrimonio intelectual y analítico, unido a disciplinas de la filosofía, la sociología, el derecho, la lingüística, la ética, la antropología, la educación y la comunicación y persigue consolidar una refrescante teoría crítica de la sociedad.
Haciendo una lectura crítica de diversos autores modernos, desde Hegel, Kant y Marx, hasta Weber, Adorno, Horkheiemer, Wittgestein, Mead, Durkheim, Popper, Lukács, Piaget y Parsons, construye los principios de su propia teoría de la racionalidad y de la comunicación humana, en la que tiene la primacía superar distintos presupuestos que estorban el camino para alcanzar el estatus de una interacción verdadera, auténtica y liberadora para todos sus protagonistas.
Aborda el estudio de la racionalidad de la acción, de la racionalización social y de la razón funcionalista, despojándolas de toda afirmación que no sea suficientemente argumentada. Así, nos guía con sus reflexiones sobre las posibles relaciones actor-mundo, o sujeto-realidad, y la evolución de las imágenes del mundo, desde la visión mágica hasta la teoría sistémica de la sociedad, considerando las limitaciones de la razón instrumental en la ciencia, el derecho, la moral, el estado, la economía y también en la filosofía de la conciencia, al igual que en los complejos sistemas de acción de la modernidad, para proponer un nuevo punto de partida que reconsidere los alcances y las promesas de la dialéctica de la ilustración.
De igual forma, se extiende en el análisis de la evolución de la comunicación humana, desde el lenguaje del gesto hasta la interacción simbólicamente mediada, para confirmar la categoría de mundo de la vida como horizonte y escenario de la acción comunicativa.
De ese modo, concibe que lo esencial para los individuos dotados de lenguaje y acción es identificar el mundo de la vida específico en el que se desenvuelven e interactúan con las personas, la visión del mundo que cada una tiene, la racionalidad que sustenta su forma de ver y hacer uso de la realidad, las esferas en las que puede extender su influencia, los entornos y medios de los que se vale, las estructuras que involucra en los diversos ámbitos de acción y las pretensiones de validez que busca posicionar, para afrontar los desafíos de la modernidad y emprender los retos que se le presentan como prioritarios, mediante una sincera y convergente acción comunicativa, que ponga en el tapete las cartas abiertas de toda intencionalidad, manifiesta o velada.
Cada uno de los componentes mencionados se descompone en varias categorías e interactúa con los otros en distintos niveles dialógicos y obtienen, en la mayoría de los casos, sólo los resultados que pretenden obtener, o apenas un asomo de metas y objetivos y una mezquina aproximación al entendimiento entre las personas y la obtención de recompensas para todos en el proceso de comunicación.
Las visiones del mundo pueden ser mágica o mítica, metafísica, religiosa o mística, filosófica, científica y estética. Cada una de ellas reina a su modo en las distintas estructuras y en los ámbitos de acción, con sus propias y unilaterales pretensiones de validez, en cuanto a sus discursos o sus actos susceptibles de crítica.
Las racionalidades pueden orientarse con arreglo al entendimiento, a valores, a principios, a normas, a medios y a fines. Es un orden descendente, como ocurre también con las estructuras, los ámbitos de acción y las pretensiones de validez.
Las esferas son la de la vida privada y la de la vida pública o de la opinión. Allí sólo el escenario cambia. Por eso se habla de una intrusión en la intimidad del individuo, de una colonización de la vida, de una pérdida de sentido y de libertad.
Los entornos y los medios son, respectivamente, el subsistema económico, regido por el medio dinero y el subsistema político estatal, regido por el medio poder. Economía y política, el capital y el Estado, y, entre ellos, la sociedad humana, cada vez menos capaz de sacudirse del alienante yugo sancionado y legitimado por todos los medios, que nunca como ahora habían sido más el mensaje y el masaje que advertía McLuhan.
Las estructuras se relacionan así mismo con los ámbitos de acción y las pretensiones de validez. Las estructuras son la cultura y la ciencia, la sociedad y la moral, la personalidad y el arte, y el organismo y su adaptación. A ellas corresponden los ámbitos de acción cognitivo-instrumental, práctico-moral y estético-expresivo, así como las pretensiones de validez ligadas a la verdad, la conformidad con las normas, la legitimidad y la autenticidad.
De tal manera que la estructura de la ciencia y la cultura corresponde al ámbito de acción cognitivo-instrumental y la pretensión de validez que busca la verdad; a la estructura de la sociedad y la moral corresponde el ámbito de acción práctico-moral y la pretensión de validez que se centra en la conformidad con las normas; a la estructura de la personalidad y el arte corresponde el ámbito de acción estético-expresivo y la pretensión de validez de la legitimidad, y, finalmente, a la estructura del organismo y su adaptación corresponde el ámbito de acción estético-expresivo y la pretensión de validez de la autenticidad.
Los desafíos de la modernidad o postmodernidad que debe encarar el individuo son la colonización del mundo de la vida, la burocratización de la vida ordinaria, la pérdida de sentido de la realidad y la pérdida de libertad en el horizonte de vida.
Los retos a los que debemos encaminarnos son construir intersubjetividad, construir consenso por medio del diálogo, construir una moral para el mundo de ahora y construir una teoría racionalizadora. El autor da esperanzas: dice que hay un gran camino recorrido, que estamos siempre preparados para seguirlo y que nos debemos unir más con ese propósito.
La acción comunicativa se debe centrar en el entendimiento humano, la coordinación de la acción, la interacción social, la socialización y la individuación o construcción de subjetividad y autonomía.
Habermas agrega un mecanismo que llama esquema AGIL, que se descompone en Adaptación, Ganancia, Integración y Legitimidad y que puede funcionar al compás de la triada de categorías que representan las estructuras, los ámbitos de acción y las pretensiones de validez.
En todas ellas pueden pervivir posturas muy disímiles, pero en gran parte el comportamiento humano sigue siendo básicamente el mismo y aún ha empobrecido el instrumento y con él también la mente de la especie: todo discurso o saber se ha mimetizado en el mito para no morir. Es preciso entonces desandar el camino de la duda metódica y volver a construir una verdad que no tenga refutación. Para el autor lo que reviste la mayor importancia es el contacto, la expresión, la libertad y la rectitud en la comunicación, la búsqueda sincera de comprensión y de conducir la acción a través del diálogo hacia la plenitud de posibilidades.
Humanizar la comunicación para humanizar la acción, es la apuesta en esta perspectiva, así como repensar la razón para trascender todos los supuestos incontrovertibles y construir, con una mente libre, una sociedad en libertad.
Germán González – germandariogonzalez@yahoo.com
Disponible en: http://www.gestiopolis.com/canales5/eco/unpasovida.htm
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave MAría Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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