LA FABULA DEL PELOTUDO... contado por el Plumudo

(Adaptación libre de dicha fábula y matíces regionales de mi querida Córdoba (Rep. Argentina) hecha por el Sr. Plumudo Mendoza)

Luego de estar charlando con el Tano de "Cataratas Argentinmas" sobre cómo llamarlo a Menéndez si pelotudo o asesino, vuelvo al taller y le cuento al Plumudo sobre el tema. Éste que es de pocas palabras me dice: ¡Mireeee veeea Bocha!... -e impostando la voz y la tonada, comienza el relato cual Doctor Honoris Causa en Leyendas Urbanas ya que su única escuela fue la calle-:
                                               Se cuenta que en una ciudad del interior de Argentina, un grupo de personas se divertían con el pelotudo del pueblo, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños mandados y recibiendo limosnas.

                                               Diariamente, algunos hombres llamaban al pelotudo al bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño grande de 50 centavos y otra de tamaño menor, pero de 1 peso.

                                               Él siempre agarraba la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.

                                               Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el inocente hombre, lo llamó aparte y le preguntó si todavía no había percibido que la moneda de mayor tamaño valía menos y éste le respondió:

                   - Lo sé, no soy tan pelotudo..., vale la mitad, pero el día que escoja la otra, el jueguito se acaba y no voy a ganar más mi moneda.

-Exclama el Plumudo-:¡Se pueden sacar varias conclusiones!

La primera: Quien parece pelotudo, no siempre lo es.

La segunda: ¿Cuáles eran los verdaderos pelotudos de la historia?

La tercera: Una ambición desmedida puede acabar cortando tu fuente de ingresos.

La cuarta: (pero la conclusión más interesante) Podemos estar bien, aún cuando los otros no tengan una buena opinión sobre nosotros. Por lo tanto, lo que importa no es lo que piensan los demás de nosotros, sino lo que uno piensa de sí mismo.

El Plumudo ya cansado de hablar como si supiera grita con su típica tonada cordoooobesa-: "MORAAAALEJA":  'El verdaaadero hombre inteliiiigente es el que apaaarenta sé peloootú delante de un pelooootú que apaaarenta sé inteliiiigente'...  O sea que el Meeenende peloootú este -dijo el Plumudo- no fue niiingún pelooootú... y , levantando una ceja y con cierto aire intelectual de haber dicho algo importante, me mira fijo y dice con el típico humor cordobés: ¿me entendí o nooomá te hací el inteliiiigente vó?... 

Haciéndome el serio para que él vea que estuve atento a cada palabra que dijo le contesto : Reducido a una frase, sería como decirle a alguien: “No te hagas el boludo, ¡pelotudo!”... ¿no?

-Me dice el Plumudo-: Má´Valeria que Lynch... y señalándome un dibujo de Mafalda que tenemos en el taller me cuenta: Vó sabííí Bocha que Roooberto Fontanaooorrosa, en célebre interveeeención en un Cooongreso de la Lengua Casteeeeiana dijo que no eeeexisten las malas palaaaabra, pero distiiiinguió en “pelooootú” un énfasi espeeecial...

-Y yo para continuar la línea fontanarroseana empezada por el Plumudo, agrego que: “boludo” carece de énfasis. El pelotudo no tiene derecho a la ignorancia, estratagema a veces hábil que este personaje esgrime como salvoconducto.

Y mirándome el Plumudo con cara ya de que la cosa se le escapa de las manos desvía la conversación con la habilidad del típico cordoooobés diciéndome: ¿la seeeguimos en los comeeeeentarios Bocha?

Y sin titubear le digo: ¡Dale!, pero a su vez quedándome corto, como un "pelotú", para decirle: ¡siempre será un placer charlar con vos Plumudo! 

Dejo mi saludo ritual Firme y Digno, Bocha...