Justin Beckerman, de 18 años, hizo la proeza en sólo seis meses.
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Dos mil dólares, seis meses y una inteligencia e ingenio fuera de lo común. Es lo que necesitó el estadounidense Justin Beckerman para construir Nautilus, su propio submarino. La embarcación, con capacidad para una persona, está hecho con tubería de drenaje y puede sumergirse unos 9 metros. Ya hizo tres inmersiones y todas resultaron exitosas.
El buque puede permanecer sumergido hasta por dos horas y viaja debajo de las olas a una velocidad de 2.4 kilómetros por hora. Beckerman dice que va a utilizarlo para “explorar el lago, ver peces y con suerte encontrar un poco de historia, como los cañones de la casa histórica de mis vecinos”, que, dice, fueron tirados en el lago durante las renovaciones en la década de 1960.
Pero el submarino no es lo único que creó. En su página personal tiene un archivo con todos sus inventos. Le alcanza con aparatos que su familia deja de usar o basura de instalaciones de reciclaje electrónico. El Nautilus, por ejemplo, tiene reguladores y manómetros de una vieja fuente de soda de un restaurante.
Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.
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