Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

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lunes, 30 de enero de 2012

Saber y sabor...

Érase una vez, en un pequeño poblado perdido entre las montañas, que vivían en una aldea recogida y alegre, un grupo de seres humanos.
Hacían lo que suelen hacer la mayoría de estos seres: dormir, trabajar, comer, jugar y dormir. 
Pero he aquí que un día uno de ellos, por extraños motivos que nos llevarían a otras historias, decidió marchar de ese pueblo. 
Reunió a todos lo seres del pueblo y les manifestó su intención de salir más allá de las montañas para conocer lo que se "cocía" en otros lugares.


- ¿Para qué?- le preguntaron sus amigos.
- Porque quiero saber- les respondió.
Nuestro amigo, al que desde ahora llamaremos Sixto, se dirigió al norte, porque desde antiguo al pueblo habían llegado noticias, que allí era dónde existía más saber.
Pasó un tiempo sin noticias de Sixto, hasta que un buen día apareció en lontananza. Hubo gran alegría en el poblado, todos le rodeaban, le preguntaban, pero él venía cansado del viaje y pidió que le dejasen descansar. Al día siguiente, a la puerta de su casa, todo el mundo estaba reunido esperando que él apareciera.
Cuando lo hizo, todos prorrumpieron en aplausos y aclamándole le pedían que compartiera con ellos su saber.



- Bueno, veréis, lo único que he aprendido no puedo compartirlo con vosotros. !Oh! Que desilusión entre los seres del poblado.
-¿Por qué?- se atrevió a preguntar un niño (todos sabemos que los niños son muy atrevidos)
- Porque lo que he aprendido es a distinguir el sabor de las cosas.
Un murmullo de perplejidad se adueñó del pueblo.
- Veréis, amigos. Cuando llegué al norte, me sentí perdido. Había mucha gente, ciudades enormes, y en ese estado me encontraba cuando vi en un cartel que se daban cursos de cocina rápida. Como el hambre me acuciaba pensé que no vendría nada mal llenar el estómago con algo y de paso aprender a cocinar comidas diferentes. Entré pero, ¿sabéis?, el curso no era para aprender a cocinar, no. Era para aprender a saborear la comida.
-¡Oh!- murmuraron los del pueblo- Y eso ¿cómo se aprende?
-¡Ah! Amigos míos es bastante complicado de explicar con palabras -dijo Sixto- los profesores se limitaban a dibujar esquemas y diagramas en la pizarra, y nos decían: "Tenéis que sentir el sabor de ésta posición del esquema". Otro incidía: "No hay que dar vueltas buscando el mejor sabor. Sabor solo hay uno, y es aquel que no tiene sabor, porque en él están todos los sabores".
Y nos ponía el ejemplo de la luz blanca que se descompone en diferentes colores cuando pasa por un prisma. "El lugar -decía el jefe de cocina- donde hay y no hay luz blanca es el sabor sin sabor".
El pueblo entero estaba maravillado de esta explicación.



- Por favor, dibújanos esos esquemas. Nosotros queremos experimentar ese sabor sin sabor.
Sixto los miró con conmiseración, y quedamente les dijo:



- Amigos míos, esto es lo que me enseñaron en aquella ciudad, pero de regreso al pueblo me he dado cuenta, a través de procesos que si os lo contara a alguno de vosotros se volvería más confundido, digo que me he dado cuenta que todo eso no sirve para nada.
- ¡¿Qué?!- preguntó asombrado el pueblo. 
- Os lo explicaré. La clave está en dos palabras: "sentir" y sabor". Vosotros queréis saber a que sabe el sabor sin sabor. ¿Es cierto? 
- ¡Sí! 
- Y yo os digo que lo importante es sentir ese sabor. 
- ¡Ah!- los seres del poblado se miraron unos a otros. 
Un niño, el mismo de antes, que por lo visto era un poco pesado con sus preguntas, dijo: 
- Sixto, Sixto... 
- Sí, niño, dime. 
- ¿Podrías decirme, entonces, por qué esos señores que hablaban mediante gráficos del sabor sin sabor dan esas clases?¿Por qué utilizan esquemas si no son importantes?¿Por qué malgastan su tiempo y su energía en dar un arte objetivo a la subjetividad de la gente? ¿Por qué...?



- ¡Niño, calla! -gritó Sixto- Tú no puedes saberlo porque no has estado dónde yo he estado, ni has visto lo que yo he visto. Esas personas que dibujaban el sabor, sabían lo que estaban haciendo, lo transmitían de una manera especial, de tal forma que se introducía poco a poco en el organismo y ha sido ahora, al llegar al pueblo, cuando me he dado cuenta de que es lo realmente importante.



- ¡Dínoslo, Sixto, dínoslo! - gritó todo el pueblo. 
- Hay que sentir el sabor, ya os lo he dicho. 
- ¿Y cómo sabemos que es lo que sentimos si no tenemos un espejo en el cual mirarnos?, preguntó el mismo niño de antes. 
Sixto miró con dulzura al niño y le dijo: 
- Niño, ¡eres un pesado insolente!- sonrió y desapareció en su casa para darse un baño".



MORALEJA: 

"Saber" y "sabor"
tienen una íntima relación entre los dos


Fuente: AIKIDO PARA COMPARTIR

COMENTARIO del Plumudo:  las palabras saber y sabor provienen de la misma raíz en latín: "sapere". Al saber y sabor se los traduce respectivamente como: tener inteligencia, tener buen gusto. 

Si el sabor parte desde la lengua y sube al cerebro, el saber hace lo contrario, desde el cerebro baja a la lengua. ¿La cosa termina ahí? pues no debería ya que el paso a seguir es la difusión.  

Arigato Gosai Mas, Bocha... 6º Kyu.

10 comentarios:

Bocha... el sociólogo dijo...

Gracias Manuel, nos encanta que te guste... y que nos visites: BIENVENIDO!!!!

Paso a visitarte por los Premios20Bogs !!!!

Saludos rituales, Bocha.

Corazón de Maniquí dijo...

Buen blog y buen post! Bastante trabajado

Chary Serrano dijo...

Por supuesto saber y sabor tienen relación, aunque no termine de entender la historia.
Si a mi me pasara ésto, sacaría en conclusión que muchos intentan explicar a otros lo que el saber popular nos ha dado a través de los siglos. Yo creo que hay cosas que no se aprenden, todos llevamos en la memoria un sabor, un momento.
Y cuando se conocen otras culturas y volvemos a nuestra tierra, volvemos a sentirlo y disfrutarlo.

Towanda dijo...

Una fábula con mucho encanto.
Se ve que a ese Sixto no le gustan mucho los niños y, en consecuencia, tampoco me gustaría demasiado él a mí.

Abrazos.

MARTA dijo...

Hola guapetón!!!! Muy curioso tu relato ... Y... Los niños son curiosos por naturaleza... Si yo te contara las preguntas que me hace ANGELA... Jijiji... Muackkkk

Bocha... el sociólogo dijo...

Gracias por sus comentarios chicas, es realmente una alegría inmensa que tenemos con el Plumudo (mi más fiel colaborador) de leerlas.

Saludos rituales, Bocha.

Lola velasco dijo...

¡¡Casi paso por alto este curioso cuento!!
He tenido que releerlo para entenderlo, o al menos yo lo que entiendo es que hay ciertas cosas que no se pueden describir, no pueden entenderse como no sean vivídas, y así sacar la esencia que contiene.
Entendido o no, me ha gustado mucho.
¡¡Saludos Bocha!!

Bocha... el sociólogo dijo...

Buena interpretación Lola !!!

Lo que para algunos puede ser desagradable para otros es un manjar.

Saludos rituales, Bocha.

Nuria Lourdes dijo...

Hola, es grato para mí estar en tu blog,me encantó la entrada, buena historia.

Me hubiesa gustado darte un voto, pero ya los usé todos. De todas formas, cuenta con mi comentario.

También participo y quizá si te sobra un voto, puedas echarme una manito, participo en la categoría PERSONAl

Te dejo un abrazo y la dirección de mi blog para q si gustas pases un ratito por ahí.

www.nurinotas.com

Bocha... el sociólogo dijo...

Hola Nuria, al igual que tú ya he dado mis votos.
Para compensar he dado mis 5 estrellas y me he hecho seguidor de tu blog.

Gracias por pasar y se bienvenida siempre!!!

Saludos rituales, Bocha.

mirando por el retrovisor

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