El cura Raúl Martínez despertó al pueblo para avisar de la correntada y se convirtió en un líder inesperado.
por Héctor Brondo
Raúl Martínez. Al párroco le tocó organizar las primeras tareas (Martín Baez).
Veinte años después de aquel despertar trágico, en San Carlos Minas la mayoría sigue reconociendo la postura humana y el compromiso que demostró el entonces cura párroco, Raúl Martínez, frente a la desgracia que provocó el aluvión (ver Galería de fotos).
Fotos de aquella catástrofe muestran al joven cura, de cuerpo desgarbado y barba tupida, limpiando, con lo que tuviera a mano, la nave central de la iglesia de la Inmaculada Concepción, frente a la Plaza Pío Angulo, el principal paseo de la localidad, para convertirla en refugio de los desamparados durante la emergencia. Él fue quien alertó a campanazos sobre la inmediatez del aluvión.
Aquella mañana del lunes de Reyes, Martínez se levantó temprano y se fue con un amigo en una Renoleta a ver cómo venía de agua el río Jaime, luego de los 300 milímetros de lluvia que habían caído sin cesar durante toda la noche.
Tenía un mal presagio. El principal colector de la cuenca del dique Pichanas no venía demasiado crecido, pero el arroyo Noguinet, sí. Al rato realizaron una recorrida en una camioneta de la Policía y cuando regresaban vieron cómo la correntada comenzaba a desbordar el cauce y uno de los dos brazos en que se abrió, dirigía su furia hacia las entrañas del pueblo.
Fue a la iglesia y se aferró al cordel que pendía del badajo de la campana. “La toqué hasta el cansancio. Que ese día y a esa hora se escucharan campanazos enloquecidos era algo inusual. Creo que eso alertó a mucha gente que aún dormía y que atinó a salir y a treparse a los techos”, cuenta a través del teléfono desde Deán Funes, donde vive en la actualidad.
El cura también le puso el cuerpo a lo que vino después de la inundación, que no duda en calificar como “lo peor”.
Al día siguiente organizó las brigadas para ubicar a la gente que faltaba: encontraron 17 cadáveres más, varios de ellos sepultados en la arena.
Con misioneros y voluntarios de la Cruz Roja administraron la ayuda que comenzaron a recibir de todas partes. “El primero en comunicarse y en enviarnos alimentos y elementos de primera necesidad fue el jefe comunal de Salsacate”, dice.
Prefiere no recordar los cruces polémicos con el entonces gobernador Eduardo Angeloz ni con varios funcionarios de esa administración radical, que estaba todo el mes de asueto y tardaron días en reaccionar.
Sí destaca la creación en esos días de FM Solidaridad, la radio comunitaria que aún funciona entre la casa parroquial y la iglesia y que fue una herramienta de comunicación en aquellos días de aislamiento absoluto.
Cuando decantaron las diferencias políticas y se superaron las controversias, Martínez mudó su misión pastoral a Villa Dolores. En aquella ciudad de Traslasierra se enamoró y dejó los hábitos. Para sobrevivir hizo de todo: vendió aceitunas y otros productos de copetín en Córdoba, atendió un quiosco en Mina Clavero, trabajó como soldador en una herrería y hasta pintó obras con brocha gorda.
Cuando terminó su relación afectiva y luego de “un largo proceso de reflexión”, habló con el entonces obispo de Cruz del Eje, Omar Colomé, y con el cardenal Raúl Primatesta sobre la posibilidad de retomar el sacerdocio. El camino de regreso lo llevó a Tucumán, a Victoria (Buenos Aires) y al barrio Marqués de Sobremonte, en la capital cordobesa. Hoy sirve en la prelatura de Deán Funes, donde es capellán de la Policía y acompaña a un grupo de cartoneros en tareas de reciclado.
“En principio voy a estar mañana (por hoy) en la misa en el cementerio de San Carlos Minas para recordar a las víctimas”, dice, antes de reconocer: “El pueblo es otro después del aluvión. Nos dimos cuenta de que no podíamos seguir tan divididos, que desvivirse por lo material no tiene sentido”.
COMENTARIO: ¡¡¡QUÉ GRANDE PECHUAN !!!!! (para lo que lo conocemos y queremos así le decimos al cura Martinez). ¡¡¡VISTE... HÉROE NO SE NACE, SE HACE!!!! aunque no se tenga en la cabeza serlo.
Y se podría agregar también que Menem posó para la foto y nada más... brilló por su ausencia al igual que Angeloz al principio (su compañero de facultad)... o sea: "Menem (a ésto) tampoco lo hizo" !!!!
ACOTACIÓN del Plumudo: Todo héroe tiene un archi enemigo!!!! jua jua... como también no necesitó "CONFESAR A GRITOS" (como un librito de unos ex curas que anda dando vueltas) para ser aclamado HÉROE por el pueblo... y no por él mismo, claro está ¿no?.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario