Las comunidades Haredim de Israel están en auge. Dan Ephron, de The Daily Beast cree que podría significar problemas para el futuro del país.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24). Las comunidades Haredim de Israel están en auge. Dan Ephron, de The Daily Beast cree que podría significar problemas para el futuro del país.Rachel Weinstein lo llama el momento Rosa Parks por la mujer que puso en el tapete el problema de la segregación negra en USA. En una mañana no hace mucho, una israelí de 38 años de edad se subió a un autobús camino a un centro comercial local en su ciudad. Era la misma línea que tomaba con regularidad, pero ese día un pasajero ultra-ortodoxo la dirigió a la parte trasera del autobús donde, pudo comprobar, las mujeres se sentaban por separado. "Él en realidad se dirigió a mi marido, que subió conmigo", le contó a la revista Newsweek. "Ni siquiera me hablaba". Weinstein vive en Beit Shemesh, un pueblo de judíos religiosos y no religiosos, donde la población de los ultra-ortodoxos (la más teológicamente estricta de las ramas del judaísmo) ha venido creciendo en los últimos años.
En lugar de acatar, Weinstein se sentó varias filas de asientos detrás del conductor y se mantuvo firme, canalizando el espíritu de la luchadora estadounidense icono de los derechos civiles de hace medio siglo. Nacida en la ciudad de Nueva York -ella se describe como ortodoxa moderna-, Weinstein emigró a Israel a principios de este año para vivir entre judíos que “piensen como ella”, no entre extremistas. Cuando la ira a su alrededor comenzaba a ser amenazante -una mujer de la parte trasera del autobús a le regaño de mala manera por no mostrar suficiente respeto- Weinstein agarró un manojo de llaves de su bolso y se preparó para un ataque si las cosas se ponían violentas. Tras varios tensos minutos, ella se bajó en su parada y se puso a llorar.
En Beit Shemesh y en otros lugares del país, algunos judíos ultra-ortodoxos han tratado de imponer una especie de legislación comunal -un estricto código de conducta que incluye la segregación de género en los autobuses, con los hombres en el frente y las mujeres en el fondo. Para la mayoría de los israelíes, semejante celo es desagradable. Fundada por judíos seculares que soñaron con un Estado moderno e igualitario, Israel tiene todas las características de una sociedad liberal: leyes progresistas y universidades de vanguardia, con mujeres en bikinis al igual que mujeres en negocios y en la política. Pero también tiene una comunidad de rápido crecimiento que rechaza la modernidad y ve el mundo a través del estrecho prisma de la justificación bíblica. Alguna vez una pequeña minoría, los judíos ultra-ortodoxos, también conocidos como Haredim, ahora representan más del 10% de la población de Israel y el 21% de los estudiantes de escuela primaria. Con una tasa de fertilidad en el orden de más de 3 veces mayor que la de otros judíos de Israel, los demógrafos proyectan que para 2034, aproximadamente 1 de cada 5 israelíes serán ultra-ortodoxo.
El impacto será que el exhibido hasta ahora en disputas de vecindad por buses segregados o la vestimenta utilizable -otra preocupación Haredim que ha provocado tensiones en Israel. La mayoría de judíos ultra-ortodoxos no están preparados para trabajar en una economía moderna, tras haber estudiado poco o nada de matemáticas y ciencias más allá de la escuela primaria (su plan de estudios se centra casi exclusivamente en los textos religiosos como la Torá y el Talmud). Como resultado, más del 60% vive por debajo del umbral de la pobreza, en comparación con el 12% de los judíos no Haredim. La mayoría también optar por no hacer el servicio militar, obligatorio para los demás israelíes. El efecto final es que, a medida que se expande la comunidad Haredim, la carga impositiva y el reclutamiento recae cada vez sobe menos israelíes. Los israelíes seculares bromean con cierta ironía diciendo que un tercio del país sirve en el ejército, un tercio comprende la fuerza laboral, y un tercio pagan los impuestos, eso si, el tercio, es siempre el mismo.
El panorama político del país también sufrirá un cambio. Según los encuestadores, los Haredim mantienen siempre posiciones duras e inflexibles en las cuestiones territoriales con los palestinos, citando la alianza de Dios con Abraham que le concedió a los judíos la tierra de Israel. A esta altura, los partidos políticos que los representan ejercen un considerable poder político en el sistema de coaliciones israelí. Si las tendencias demográficas se mantienen, la posibilidad de obtener una mayoría en Israel que respalde los compromisos necesarios para un acuerdo de paz se reducirán cada año que pasa. A largo plazo, dice Dan Ben-David, un economista de la Universidad de Tel Aviv que dirige el Centro Taub para Estudios de Política Social, la sociedad israelí será más pobre, menos educada, y cada vez más de derecha.
Las proyecciones, por supuesto, son sólo eso, proyecciones. El comportamiento de una comunidad, incluyendo sus tasas de fecundidad y los patrones de empleo, tiende a evolucionar con el tiempo. Incluso cambios moderados podrían afectar el pronóstico. Pero los judíos ultra-ortodoxos son, por definición, reacios al cambio. Se visten con la misma ropa que sus antepasados del siglo 19 -oscuros trajes, levitas y sombreros de ala ancha. Y adscriben meticulosamente a las prácticas que se establecieron en los textos miles de años atrás. Para Weinstein, quien ha vivido cerca de los Haredim en diferentes momentos de su vida, la tendencia parece, en todo caso, dirigirse hacia una mayor rigidez.
Entonces, ¿cómo los se han convertido los Haredim en la última preocupación demográfica de Israel? La respuesta, al menos en parte, se remonta a la fundación del Estado, cuando David Ben-Gurion hizo amplias concesiones a los rabinos a cambio de su apoyo político. Entre otras cosas, acordó la exención del Ejército a los Haredim de 18 años de edad que deseen continuar sus estudios en seminarios religiosos en lugar de ser llamado a servir.
Las excepciones al principio se contaban por centenares, pero ahora han aumentado, creando una acumulación de resentimiento secular y poniendo a los hombres Haredim en un camino que ha demostrado ser difícil de redirigir: en lugar de empleo, estudio de la Torá durante toda la vida y subsidio de desempleo. Según unas recientes encuestas laborales, cerca del 65% de los hombres en edad de trabajar en la comunidad ultra-ortodoxa no tiene trabajo y no lo quiere, prefiriendo pasar sus días en el seminario. Las ciudades en que viven son algunas de los más pobres del país.
Uno de ellas es Modiin Illit, donde viven unos 60.000 Haredim, a medio camino entre Jerusalén y Tel Aviv. Construida en la década de 1990 para ayudar a resolver la escasez de vivienda para los ultra-ortodoxos de Jerusalén y de otros lugares, es una de las de más rápido crecimiento en Israel. "Las familias aquí tienen 10 o más niños, en promedio", dice Sever Yehiel, un portavoz de la comunidad. La ciudad, montada sobre la ladera de una colina, cuenta con una sinagoga o un seminario en casi cada cuadra. Notablemente, no cuenta con parques o patios de recreo. Casi todos los residentes de Modiin Illit, a causa de sus bajos ingresos, tienen derecho a un descuento del 90% en impuestos de la ciudad, comenta Sever, lo que hace difícil para el municipio construir instalaciones públicas o financiar servicios.
El ritmo de crecimiento de la ciudad es significativo no sólo porque ayuda a perpetuar la pobreza. Modiin Illit es en realidad un asentamiento en Cisjordania, a 1kilometro y medio de lo que los palestinos consideran el territorio de su futuro estado. En los últimos años, Modiin Illit y otra ciudad Haredim, Beitar Illit, se han convertido en los asentamientos más poblados en Cisjordania. Su gran número viene a darle cada vez más peso al argumento de que la población de colonos es ya demasiado grande para que Israel contemple la cesión de nuevas tierras. "Esta zona está muy cerca de la línea verde", dice Abraham Kroizer, un residente de la zona, refiriéndose a la frontera anterior a 1967 entre Israel y Cisjordania. "Nunca se les devolverá".
Kroizer, un rabino de 33 años de edad, ve la angustia secular con respecto a los Haredim como un caso de malentendido cultural. Él dice que los judíos ultra-ortodoxos contribuyen a la sociedad israelí al aumentar los estudiosos de la Torá, cuyo número fue muy reducido en el Holocausto. "El estudio de la Torá ayuda a proteger al pueblo judío no menos de lo que ayuda servir en el Ejército", dice. Los 3 hijos de Kroizer, al igual que otros jóvenes Haredim, dedican el 70% de su día escolar en el estudio de la Torá y el Talmud, y el 30% en "estudios seculares"-matemáticas, historia y gramática (sin inglés y con pocas ciencias). Después del octavo grado, los estudiantes se centran únicamente en la religión. Él espera que sus hijos permanezcan en el seminario a lo largo de su vida adulta, pero si deciden incorporarse al mercado laboral, podrían cerrar la brecha con sus pares laicos tomando clases de educación para adultos.
Pero los Haredim son tan cerrados que es difícil imaginar cómo es que alguna vez podrían ponerse al día. Kroizer dice que nadie en Modiin Illit es dueño de una televisión y pocos residentes tienen computadoras. El verano pasado un empresario convenció a los rabinos de la ciudad que le permita abrir un cyber con 3 computadoras en una pequeña habitación de madera encima de un centro comercial casi abandonado y donde los clientes pueden acceder a Internet por mas o menos US$ 5 la hora. Las computadoras son bastante nuevas, pero Internet se filtra a través de un servidor que bloquea el acceso a todos menos a unas cuantas docenas de sitios Web, en su mayoría relativos a la enseñanza de la religión y de los valores y deberes familiares. La búsqueda de los sitios de noticias trae solo un resultado -Haredim Jewish Daily News-. Wikipedia y Yahoo aparecen como enlaces muertos. "Es Internet kosher", se disculpa la mujer detrás del mostrador. "Es muy limitado".
De vuelta en Beit Shemesh, otro conflicto se ha estado gestando entre los Haredim y sus vecinos, esta vez sobre una escuela para niñas. Abrió sus puertas en septiembre, la escuela se encuentra adyacente a unos apartamentos de los Haredim, que se quejan de que están expuestos a impurezas cuando se abren las ventanas. Sus objeciones podrían parecer más razonables si se tratara de estudiantes seculares vestido con pantalones vaqueros ajustados o camisetas sin mangas. Pero las chicas, de 6 a 12 años de edad, son ellas mismas provenientes de hogares observantes de la religión-no ultra-ortodoxos, pero si ortodoxos modernos. Sus uniformes consisten en faldas largas y holgadas, camisas de manga larga pero no las medias que son requeridas de las mujeres Haredim para aparecer en público, ya sea invierno o verano.
Cuando el año escolar comenzó hace varios meses, los hombres Haredim se reunieron frente a la escuela para protestar, soltando insultos a las chicas como " prutza"(puta) y "shiksa"(el término yiddish para referirse a una mujer no judía). Las burlas no solo asustaron a los estudiantes, sino también los dejó perplejos. En Washington, donde la crítica al Estado judío es un tabú político, la secretaria de Estado Hillary Clinton supuestamente dijo en un foro limitado el mes pasado que el fanatismo hace que Israel se parezca a Irán. Tal vez avergonzados por la comparación, miles de israelíes acudieron a Beit Shemesh la semana pasada para apoyar a las niñas.
La comunidad Haredim está lejos de ser homogénea, y los manifestantes de la escuela de niñas se sitúan, sin duda, en el extremo del extremo -una minoría dentro de una minoría. Uno de los opositores más acérrimos de la escuela, Moshe Friedman, dice que la misma Israel es una abominación (porque sus leyes se basan en algo distinto a la Torá) y plantea un desafío para el judaísmo real. "Es una lástima que Herzl y su gente no hayan creado Israel en Uganda, en lugar de traer su contaminación a este país", dijo, refiriéndose al fundador del sionismo, Theodor Herzl.
Como suele suceder en sociedades cerradas, los extremistas tienden a marcar la pauta. Y pueden ser particularmente duros con los otros Haredim que puedan inclinarse hacia la moderación. Chaim Amsalem, otrora un legislador de la mayor facción de ultra-ortodoxos en el Parlamento, Shas, conoció en carne propia lo duro que podían ser cuando empezó a defender el año pasado la idea de que los Haredim sirvan en el ejército y se unan a la fuerza laboral del país. "Esta pobreza está matando a la comunidad Haredim", dice. "No hay ninguna razón para que los Haredim no puedan tener una actividad laboral regular y seguir estudiando la Torá en su tiempo libre”. Por adoptar esa posición, Amsalem fue expulsado de Shas y recibió todo tipo de mensajes intimidantes. Aun así, dice que su posición va ganando terreno en silencio dentro de las filas de los ultra-ortodoxos.
Si no, el panorama es sombrío. Ben-David, el economista, tiene gráficos que muestran el futuro de Israel sobre la base de las tendencias actuales: una economía que va a la zaga de la mayoría de los países desarrollados, el aumento de los gastos sociales, y una población menos educada. Él dice que el país ahora conocido por sus pequeñas empresas innovadoras y sus Premio Nobel sufrirá de una aguda fuga de cerebros. Incluso la seguridad de Israel se vería afectada. "No se puede mantener el ejército del primer mundo que tenemos con una economía del tercer mundo".
La solución, dice, es una especie de trato con los Haredim que remplace el logrado por Ben-Gurion hace 60 años y que comienza con la renovación de la curricula escolar para los ultra-ortodoxos. Si los políticos están dispuestos a enfrentar a los Haredim es una pregunta que se mantiene abierta. "Tenemos que luchar por una sociedad moderna, y tenemos que desarrollar una columna vertebral", dice Ben-David. La alternativa podría ser aceptar ir callados en el asiento trasero del bus.
Fuente: Urgente 24
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El destino de Israel
por Redacción LAVOZ
La propagación del fanatismo de los ultraortodoxos judíos, quienes sostienen que la Torá está por encima de cualquier ley, se va transformando en la peor amenaza para el Estado laico de Israel.
Decenas de miles de judíos respondieron el 28 de diciembre a la convocatoria del presidente de Israel, Shimon Peres, contra el fanatismo religioso. “Todos nosotros debemos defender la imagen de Israel frente a una minoría que destruye la solidaridad nacional y se expresa en una forma indignante”, afirmó.
Fue la primera respuesta masiva a la ofensiva ultraortodoxa, que asume creciente violencia, no ya contra los palestinos sino contra los que profesan la religión pero no lo hacen con el extremado rigor de los ultras, cuyo principal objetivo es la demolición del Estado laico.
Un Estado teocrático es su anhelo. El 17 de junio de 2010, una manifestación de más de 100 mil ultraortodoxos denostó al Estado laico y reclamó “la supremacía de la Torá (el Antiguo Testamento) sobre la ley civil”. Son un movimiento creciente: el 20 por ciento de la población; en su mayoría están exentos del servicio militar, no pagan impuestos y su tasa de natalidad es altísima. En 1960, representaban menos del 15 por ciento de los alumnos de las escuelas religiosas financiadas por el Estado; hoy, son el doble y se estima que en 30 años serán el 80 por ciento.
Aunque rechazan al Estado laico, forman parte de la coalición que gobierna Israel y defienden la tesis de que los rabinos ultraortodoxos poseen una autoridad superior a la de las instituciones democráticas. El viceministro de Sanidad, Yaakov Litzman, sostuvo que la Torá estaba por encima de cualquier ley.
El poder opresivo de los ultras se ejerce en Beit Shemesh (al sudoeste de Jerusalén), donde han colocado carteles advirtiendo que las mujeres deben vestir con humildad: mangas y faldas largas y cuellos cerrados y ocupar los asientos traseros de los ómnibus; hombres y mujeres deben caminar por distintas veredas; mantienen “patrullas de pudor” que insultan, apedrean y escupen a las mujeres que se atreven a caminar junto a varones. (En Medio Oriente ya existen estados teocráticos, como Irán y Arabia Saudita; las inquietantes simetrías en los fanatismos judío y musulmán son evidentes riesgos potenciales).
“Debemos impedir que Israel se convierta en Irán”, afirmó Peres. No incurrió en excesivo alarmismo. Desde el arribo de más de un millón de judíos rusos que nacieron y crecieron en la Unión Soviética, sin conocer ni vivir la democracia, el fanatismo se extiende como una negra marea. La democracia les repugna tanto como el laicismo.
Quizá la peor exteriorización de fanatismo y racismo pertenezca a Avri Ran, un teniente coronel retirado que es líder del movimiento Juventud de las Colinas, la facción más radicalizada del sionismo, que promueve la extensión de la colonización israelí a toda Cisjordania. “Un árabe, al ver a un judío, debe inclinar la cabeza”, proclama. Individuos semejantes a él militan en los orígenes de los genocidios que infamaron al siglo 20.
Fuente: http://www.lavoz.com.ar/editorial/destino-israel
COMENTARIO del Plumudo: Los Fundamentalismos Cristianos (Católicos y Protestantes), Musulmanes (las escuelas Saudita), Judíos (ultra ortodoxos) son la base de las crisis políticas en crecimiento y lo irracional para encontrarle una solución a los conflictos no dejemos que triunfen !!!!!!!!!!!!!!!No Pasaran!!!!!!!!
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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