Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

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domingo, 22 de noviembre de 2009

Pensando sociológicamente una "Democracia representativa y participativa"


ENRIQUE DUSSEL*

La modernidad burguesa, desde el siglo XVII, comenzó a construir la democracia representativa que llega a tener plena hegemonía institucional en el presente. Su fosilización y corrupción siempre despertó el escepticismo anarquista antirrepresentativo, porque alejaba al elegido de la comunidad política de la base, pretendiendo como postulado la realización empírica de la democracia directa. Por su parte el Estado liberal impuso como única opción la democracia representativa, que negaba y temía la democracia directa, que se dieron en la Comuna de París en el 1870 o en los soviet de la Revolución de Octubre. Nació así la falsa antinomia: representación o” participación.

Sin embargo, el proceso actual iniciado en el siglo XXI, y que se visualizará con los siglos como una revolución más profunda aún que la de la modernidad, completará la dimensión representativa con una democracia participativa fiscalizadora que se articulará novedosamente, sin eliminarlas, a las estructuras de la mera representación. No será ya representación “o” participación, sino representación “y” participación.

Es entonces tiempo de creación de nuevas instituciones participativas. La participación tiene dos caras: el ejercicio del poder directo en la base y la función fiscalizadora de las estructuras de la representación.

El momento que funda la autoridad del ejercicio participativo es la realización de la democracia directa o de la organización institucional de la comunidad en la base, del barrio o aldea, debajo de los municipios, delegaciones o condados. Es el componente intentado por el anarquista, pero visualizado por ello como opuesto a la representación

La segunda cara de la participación es la fiscalización de la representación. Son ejemplo de este segundo aspecto (el fiscalizador) las auditorías o las evaluaciones de parte de un poder ciudadano (nuevo y cuarto poder formulado por la Constitución venezolana actual) de los otros tres poderes tradicionales (el Legislativo, el Judicial y el Ejecutivo). Otros ejemplos de instituciones participativas que transforma el ejercicio de la representación son la revocación de todo mandato, el plebiscito o la presentación de proyectos de leyes con las firmas de un porcentaje del padrón de simples ciudadanos, etc.

Es decir, la representación, por medio de partidos políticos, es el ejercicio delegado del poder. La participación es, por una parte, cumplimiento efectivo por democracia directa de una acto de la comunidad sin partidos en el quinto nivel institucional político (si estos son: 1. Internacional, 2. Estado particular, 3. Estado provincial, 4. Municipio, 5. Comunidad en la base, en el barrio, en la aldea, etc.); y, por otra parte, efectúa una verificación del ejercicio representativo como obediencia al mandato de la comunidad (del pueblo).

La representación, por su parte, da legalidad jurídica a la participación al institucionalizarla. La participación es el ejercicio de un derecho propio de la comunidad, y cuando cumple la función fiscalizadora corrige e impide el fetichismo de la representación, gracias a la evaluación eficaz y permanente, aún coactiva, incluyendo la fiscalización del ejercicio del Poder Judicial (por ejemplo, en Noruega un ciudadano es elegido por la comunidad para vigilar a todo juez, teniendo autoridad de fiscalización de todos los actos de dicho miembro del Poder Judicial).

El error reductivo de la filosofía moderna, desde Hobbes o Locke, y de la tradición liberal, consistió en afirmar que en el momento de la elección del representante la comunidad política había perdido (o permanecía en estado potencial no activo, es decir pasivo) el ejercicio del poder político, por el acto mismo de la delegación o transferencia del poder. Ese poder podía volver a ejercerlo en nombre propio sólo en la futura elección, y que por la selección de los nuevos candidatos juzgaba (o fiscalizaba) el ejercicio de los representantes (y en su conjunto al partido político) que habían concluido sus funciones. Se le atribuía así una mínima participación a la comunidad política. El anarquismo fue siempre sensible a este “juego” antidemocrático de la representación fetichizada. Se trataría de dar un gigantesco paso adelante. Sería necesario articular la necesaria representación con la perpetua participación actual y fiscalizadora.

¿En qué consiste la fiscalización democrático-participativa? En evaluar la calidad del ejercicio de la representación, incluyendo aún, como hemos indicado, el modo de impartir la justicia por parte del Poder Judicial. Es verificación del cumplimiento recto, justo del ejercicio delegado de actos representativos (en su aspecto material, formal o procedimental; es decir, del contenido de las acciones, de las instituciones; de su legitimidad y la honestidad; de su eficacia). De no cumplir con lo acordado, por olvido del carácter obediencial del mandato**, hasta se puede recurrir al voto popular revocatorio de cualquier nivel de la representación: esto indica ya la presencia perpetua de una participación en acto, activa.

La potestad participativa no sólo fiscaliza, sino que, en el quinto nivel del ejercicio delegado del poder como Potentia, la comunidad en la base “se pone” (en un acto autorreferente) como decisiva y ejecutiva en los quehaceres cotidianos de ella misma (cuestiones de drenaje, agua, comunicaciones, seguridad, educación de la juventud, etc.), contando con recursos asignados. Todo esto garantizado constitucionalmente (como pretendía estipularlo el artículo 184 de la fracasada enmienda de la Constitución venezolana en 2008). Aquí la autoridad puede ser rotativa, sin partidos políticos, extremadamente compartida, cercana a la utopía anarquista de la asamblea permanente (pero institucionalizada e inevitablemente debiendo elegir a los miembros del poder ciudadano, en el segundo, tercer y cuarto nivel político-institucional, fundamento de su legitimidad). La participación, aunque parezca una contradicción, no podrá evadir tener una cierta representación en los niveles que se alejan del ejercicio directo de la base comunitaria. Pero es una representación sin partidos políticos, desde organizaciones más espontáneas de la sociedad civil, de las comunidades o asambleas en la base, etc..

El doble rostro de una democracia representativa y participativa supera así la propuesta unilateral de las revoluciones norteamericana y francesa del siglo XVIII. Ellos actualizaron y organizaron las instituciones representativas. La presente revolución popular mundial, postcolonial, transmoderna y transcapitalista (inspirada en los movimientos obreros del siglo XIX, de las revoluciones socialistas del siglo XX, y de los nuevos movimientos sociales actuales –feministas, antirracistas, de las tercera edad, de los pueblos originarios, de los marginales, etc.), descubre y debe institucionalizar las nuevas estructuras institucionales de una democracia participativa en referencia a actores colectivos políticos más complejos y exigentes en cuanto a sus derechos.

* Filósofo
** Véase 20 tesis de política, en Siglo XXI, México, 2006.

Y yo le agregaría "Pluralista" che... ¿la seguimos en los comentarios?
 
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave maría Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

2 comentarios:

Lucas dijo...

Bocha: alguien alguna vez me mandó esto y no precisó la fuente, pero me parció importante el aporte.

LA DEMOCRACIA PARTICIPATIVA GUARANÍ

En cuanto a la Democracia Participativa es necesario mencionar que si la República Bolivariana de Venezuela tiene algo que decir al respecto -y se le reconoce el gran aporte que a hecho a la Democracia Participativa en los últimos veinte años- el antecedente más lejano que tienen los pueblos del Caribe de esta forma de gobierno se lo deben al paso de las migraciones de los Pueblos Guaraníes por sus costas, 3000 años atrás….
En efecto, no es Simón Bolívar quien propone este sistema de gobierno, son los Pueblos Guaraníes quienes por milenios lo han venido ejerciendo.
Ante esta ola de debates mediatizados es necesario recordar a profesionales, docentes, adultos, jóvenes, niños y autoritas de los poderes actuales que el ejemplo más cercano de Democracia Participativa Asamblearia está en el modo de gobierno de los Pueblos Guaraníes que actualmente habitan la República del Paraguay.
El sistema asambleario Guaraní, configura lo que hoy en las Ciencias Políticas actuales se conoce como “La Democracia hasta las Últimas Consecuencias”. Tal vez este sea el secreto que les haya permitido sobrevivir tanto tiempo y a tanto olvido.
Es necesario revisar los trabajos de Branislava Susnik para darse cuenta que los Guaraníes antes de la llegada de los europeos habían evolucionado ya hacia formas de gobierno confederativas, semejantes a los ejemplos europeos contemporáneos de esta forma de gobierno.
No hay ningún lugar hacia donde mirar en busca de referencias, el ejemplo de Democracia Participativa, sus mecanismos y modos está en el Pueblo Guaraní.
Aporte teórico capital de la Investigadora Canadiense Naomi Klein.

Lucas dijo...

LA DEMOCRACIA REPRESENTATIVA

“(…)El concepto de democracia nace en la Grecia antigua allá por el siglo VI a.n.e., hace su aparición histórica con su sello de clase, los nobles o eupátridas toman el control del poder, arrebatándoselo a los monarcas, para gobernar velando por sus intereses. Posteriormente Dracón, Solón y Pisístrato tratarán de implementar ciertas reformas que incluían beneficios para la mayoría del pueblo, el nuevo sistema de gobierno irá adquiriendo ciertas características sociales que le ganarán a sus propulsores epítetos y ataques por parte de esa nobleza que fue limitada en su poder.
Esta democracia no tomaba en cuenta a los no ciudadanos (la mayoría de los que vivían en Atenas), esclavos y mujeres. Era una democracia limitada a ciertos grupos o sectores de poder, sólo era válido su ejercicio para la nobleza latifundista, es decir para los que se consideraban ciudadanos atenienses.
Siglos después el concepto consolidará ciertas características que prevalecerán hasta hoy.
La Ilustración y la Revolución Francesa, en boca de algunos de sus líderes intelectuales (Robespierre, Montesquieu, Voltaire) buscarán la instauración de la democracia como único sistema político viable en la Francia del siglo XVIII. La democracia, tal y como la entendían de sus apreciaciones particulares e interesadas de la Grecia y Roma antigua, será el modelo a seguir para contraponerlo al viejo sistema absolutista que imperaba en la Europa monárquica y religiosa. Es obvio que era un concepto político avanzado pero también limitado, que atendía sólo a los intereses de la naciente y poderosa burguesía que deseaba acercarse al poder que detentaba la nobleza y el rey, asegurándose los mismos privilegios que éstos gozaban y que le eran vetados.
Otros conceptos tan trajinados como el de democracia, libertad e igualdad, deben entenderse como consignas que buscaban equiparar a la burguesía con la nobleza francesa en sus privilegios de clase, nunca fue intención de los ilustrados y revolucionarios europeos llevar más allá estas ideas.
En este contexto histórico debe entenderse el concepto de Democracia Representativa; los pobres, los analfabetas, los desahuciados, los mal alimentados no eran capaces ni de elegirse o de gobernar, debían, por tanto, ser “representados” por aquellos que estaban instruidos y preparados para ejercer el poder, y quien sino la naciente burguesía, con sus aspiraciones sociales y políticas, estaría dispuesta no sólo a disputarle el poder a la arrogante y parasitaria nobleza, sino también a instaurar un nuevo tipo sociedad, más avanzado sí, pero con notables restricciones al resto de la población que se convertía así en generadora de riquezas para ese grupo social que disfrutaría de todos los beneficios de esa llamada Democracia Representativa.

Nos vemos.

mirando por el retrovisor

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