Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

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miércoles, 5 de septiembre de 2018

CARTA ABIERTA A MAURICIO MACRI

Señor Presidente:
Luego de escuchar, hoy lunes, su reciente discurso grabado, donde se ocupó con expresiones sobreactuadas de echarle la culpa a los demás del rotundo fracaso de sus políticas regresivas, como si su plan económico nada tuviera que ver; donde imitando la conducta de un niño extiende su dedo acusador para responsabilizar a terceros, agitando fantasmas ajenos y recurriendo a lugares comunes; y donde se esforzó en plagar su presentación de mentiras, falsedades y omisiones graves –su estilo mismo, el que lo llevó a la presidencia–, le exijo como ciudadano que presente su renuncia al cargo para el cual no está capacitado. Y que tras su dimisión, tenga un resto de dignidad para someterse a que el Congreso de la Nación le inicie un juicio político. Por inepto, por traidor a la Patria, por mentiroso y farsante. Por arruinarle la vida a millones de compatriotas caídos en la desesperanza, y por favorecer desvergonzadamente a los suyos, a los de su clase. También por renunciar a buena parte de nuestra soberanía, por endeudar a la Argentina en cifras impagables y por permitir la fuga escandalosa de capitales a límites que supera lo ocurrido durante la última dictadura y luego lo actuado por la Alianza que llevó al desastre de 2001.
Provoca indignación e impotencia escucharlo a usted hablar de “corrupción” y de “cuadernos” (fotocopias, Presidente, fotocopias que cargan con la sospecha de la intervención de los servicios de inteligencia) que generan desconfianza en los inversores externos, según su mirada miope. Usted, justamente usted hablando de negocios sucios. Usted, que suma procesos penales desde hace años y denuncias de todo tipo y color. Usted, el rey de la impunidad y las mentiras, el que lleva una vida evadiendo impuestos y engañando a la Justicia. Usted, Presidente, que asumió el máximo cargo procesado por escuchas ilegales y estuvo implicado por agresiones a indigentes por parte de efectivos policiales en la causa de la UCEP, mientras fungía como Jefe de la Ciudad.
Usted, Macri, que fue procesado por contrabando de autopartes a raíz de que su empresa Sevel exportaba repuestos y vehículos a su filial uruguaya para luego reingresarlas por izquierda, cobrando suculentos reintegros y beneficios fiscales sin que correspondiera. La estafa por evasión fue por cerca de 450 millones de dólares. Solo zafó de la prisión gracias a un polémico fallo de la Corte menemista de la “mayoría automática” (quien en ese momento era Secretario de Industria y Comercio, el que debía controlar a la empresa de los Macri en las importaciones de autos, era el hoy gobernador cordobés Juan Schiaretti). Debería devolver esos millones y entregarlos al recortado presupuesto de Ciencia y Tecnología. ¿Vio? Sí se puede.
Usted, que valiéndose de su investidura y blindaje mediático se refiere una y otra vez al gobierno anterior como un intento estéril de ocultar el escándalo del Correo Argentino (auto perdonándose millones de dólares que bien podrían ser más útiles en Salud y Educación). Más la grave denuncia sobre los Panama Papers. Más lo de Autopistas del Sol. Y lo de Avianca y Mac Air Jet, todo ese paquete perteneciente a su fortuna mal habida.
Sepa que la impotencia y el dolor colectivos por ver cómo junto a la troupe de empresarios bufones puestos en el papel de funcionarios han endeudado a nuestro país (ni Martínez de Hoz se animó a tanto) y lo subsume en la miseria y desocupación que crece en forma espeluznante, con empresas y pymes que cierran sus puertas día tras día, se ocuparán de que reciba el juicio de la Historia.
Suprimió derechos por decreto, se burló de los docentes y de los jubilados; de los médicos y de los científicos. Habla de una inexistente cultura del consenso y el diálogo mientras apalea a mansalva con palos y gases cualquier protesta social.
Usted es responsable de un Estado que no solo reprime violentamente a jóvenes y mapuches sino que además avala que se dispare a matar convirtiendo a la Argentina en un país oscuro, brutal e irrespirable, donde se aprieta a la Justicia y se ejerce mano dura sin miramientos. Llegó a recibir en la Casa Rosada a un policía procesado por homicidio. Fue por asesinar por la espalda a un delincuente. Lo apoyó y lo felicitó públicamente. Por si no lo advirtió, usted fue la máxima autoridad que decidió perseguir, hostigar y dejar morir a Santiago Maldonado en un helado río del Sur.
Violentó leyes haciendo retroceder la democracia hacia sus niveles más bajos. Metió ministros de la Corte por la ventana. Condonó miles de millones de dólares a las mineras, a los agroexportadores y a las compañías eléctricas. Promovió una ola masiva de despidos desde el inicio mismo de su gestión, y aprobó tarifazos de la noche a la mañana. Le pareció bien que haya presos políticos (aun desconociendo disposiciones de la CIDH) y coqueteó con la “teoría de los dos demonios”. Si hasta les sustrajo los medicamentos gratuitos a los jubilados y les quitó prestaciones a los discapacitados. Está arrastrando al país a un abismo social del que ya conocemos sus gravísimas consecuencias. Da vergüenza, Presidente.
Somos millones de compatriotas (más de los que usted imagina) los que tenemos claro de dónde proviene, cuál es su prontuario y hacia dónde deberá dirigirse el día que salga de la Casa Rosada. Hacia los Tribunales que conserven la independencia –que hoy parecen haber extraviado–, los que deberán decidir en qué prisión terminará su vida de impostor, cínico y delincuente de guante blanco.
Héctor Rodríguez 
DNI 12.154.858 
Ciudadano argentino de a pie, sin amigos en el poder y con los impuestos al día.
Buenos Aires, 3 de setiembre de 2018


Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

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