Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

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jueves, 7 de febrero de 2013

Educar desde la propia verdad para hacer un mundo mejor...

Por Lic. Gustavo Pizzi
Una de las características quizás más notorias de la época en que estamos viviendo es el fenómeno llamado “masificación”, es decir, ya no se habla de pueblos, naciones, personas, grupos sino masas. Una masa es un conjunto indefinido de personas con similares características que tienden a lo mismo y se unifican en intereses comunes. De esta manera, por ejemplo, los medios “masivos” de comunicación estudian estrategias para llegar a las masas, estrategias ligadas a una nivelación en el lenguaje, en los mensajes, en lo que se “debe” consumir, comer, vestirse, y lo que es más grave “ pensar” y decidir sobre lo que está bien y lo que está mal... Las herramientas para convencer a la opinión pública son tan sofisticadas que vislumbrar los mecanismos de convencimiento a las masas es muy difícil ya que se nos presenta como algo tan evidente que reflexionar sobre ello es casi imposible. El trabajo de convencimiento es tan sutil que termina por no visibilizarse.

Ahora bien. Esta igualación de las multitudes en parámetros de conducta similares, con una tendencia a ser dominados por el mercado que incita al consumo, desvirtúa la realidad humana ya que reduce a la persona a un conjunto de necesidades muchas veces inventadas por la misma industria de convencimiento, por el mercado. Ejemplos: necesidades de determinados aparatos de telefonía, de computadoras, de zapatillas, de vestimentas, de calzados, etc etc....Todos sabemos que vivimos en la época de lo descartable...pero no porque ahora no se pueden hacer cosas que perduren la ciencia ha avanzado tanto que esto es totalmente posible...sino porque el mercado necesita que las cosas sean descartables para poder seguir produciendo más y vendiendo más....El problema es que en esta misma línea están las personas que también son descartables...para el mercado una persona tiene un valor en cuanto es útil en una cadena de producción. Todo está tan “estandarizado” , tan “ masificado” que las personas terminan siendo también descartables. Así por ejemplo, en un supermercado, en un shopping, en una fábrica...las personas no tienen un “oficio”, una especialidad sino que son un número más ...que son reemplazables fácilmente por otra que sabe hacer lo mismo.

La pregunta para un padre, para un educador surge sola ¿Qué debemos enseñar? ¿Cómo debemos formar a nuestros jóvenes? Esta respuesta que viene desde los orígenes de la escuela como la conocemos, es decir una escuela surgida en la modernidad para dar respuesta a un mercado que necesita obreros, profesionales, científicos, etc para poder seguir creciendo ...

Llegados a esta altura de los acontecimientos vemos que ese crecimiento, esa sed de progreso indefinido que prometía el sistema a principios del siglo XIX y que hizo eclosión en el siglo XX no trajo un vida buena para todos.. El proceso de industrialización junto con una competencia voraz arrasó con todos los ideales de IGUALDAD; FRATERNIDAD y LIBERTAD que estaban al inicio del proceso iniciado con la Revolución Francesa. El sistema sólo trajo más desigualdad, más guerras por lo tanto menos fraternidad y por supuesto muchas y más sofisticadas nuevas esclavitudes....

Hay “algo” en la naturaleza humana que nos mueve a pensar que es posible hacer un mundo más justo, más solidario, más fraterno, más humano al fin. Ese “algo” cada uno lo puede identificar con distintas cosas pero a mi me gusta llamarlo “espíritu”, “alma” o bien “interioridad”, eso que nos une a todos los hombres en las mismas aspiraciones fundamentales y nos hace salir de lo estrictamente “necesario” para aspirar a lo más noble que hay en nosotros. Despertar esa interioridad es el camino para quizás hacer una sociedad más justa.

Hoy vemos que en el mundo hay miles, diría millones de personas que están pensando un mundo distinto. En diversas formas de manifestaciones: La primavera árabe, los indignados, los movimientos ecologistas, las jornadas mundiales de la Juventud Católicas, los millones de jóvenes en ONGs que trabajan por lo demás, etc. Un mundo que respete eso primordial, esa llama que está inserta en el corazón del hombre desde siempre. Eso se denomina personificación. El camino no es sencillo. Hay un aparato Mundial destinado a que los jóvenes no piensen, a que crean que los sueños son sólo bailar en la TV o ser “famoso por un día”, o que lo importante es estar en permanente estado de “encuentro” con el otro a través de la permanente diversión infinita, de la eterna juventud irresponsable que sólo le importa “pasarla bien”, desde un discurso de los adultos sobre “ la juventud está perdida”... hay miles de formas de manifestarse de una cultura que quiere que todo siga como está para que nada cambie .

Hoy es necesario hacer entrar en juego en la educación la contradicción que anida en estos estereotipos armados desde los centros de poder. Hay un película que toca el tema: El protagonista se ve en la disyuntiva de tomar una pastilla que le va a permitir ver la realidad tal cual es o si toma otra va a seguir engañado. Ojala podamos tener una pastilla que nos permita ver la verdad de las cosas...el camino real es más difícil pero no imposible.

Una educación que trascienda la propia cultura, que se adentre en los parámetros que la hacen posible y los ponga en cuestión seguramente es el camino para una verdadera transformación de la realidad.
Trabajar sobre esa interioridad formada por una inteligencia que quiere, desea, busca la verdad de las cosas. El desafío de la escuela hoy es asumir el compromiso con la búsqueda de la verdad y transmitir esa pasión a las nuevas generaciones. Pasión por el conocimiento que necesariamente se va a traducir en pasión por lo bueno, por la justicia. Poner a los jóvenes ante esa disyuntiva, abrir ventanas nuevas para que puedan ver el mundo desde una mirada crítica, hacerle entrar en contradicción con sus propios esquemas y asumir que otro mundo es posible. Para ello requiere MUCHA PASIÓN una pasión que abrace todo el ser y se juegue en el día a día por cada persona mirada en su individualidad sabiendo que el futuro de la humanidad se define en cada persona que asume o no su misión única e intransferible en este mundo. Esta mística debe guiar el acto educativo HOY. Sabiendo que es un acto revolucionario aprender matemáticas, lengua, historia, ciencias....aprender y discutir, abrir el debate poner en cuestión sin dejar absolutamente nada fuera de ello e ir al fondo de todo...Sólo allí con una juventud afincada en los ideales que brotan de esa interioridad enriquecida con el aporte de las ciencias y las artes se realizará un mundo nuevo, podremos decir que estamos formando personas auténticas que construyen su vida en cimientos sólidos que la llevan a transformar las estructuras y así hacer un mundo mejor.

Fuente: Revista HD

Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

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