La escuela y la discapacidad. Un aporte para pensar la inclusión.

(Foto a modo de ilustración/ Gracias Sendra)

Por Gustavo A. Pizzi. (Lic. en Filosofía)

Hoy es natural entrar a una escuela y observar la asistencia en escuela comunes de alumnos que tienen alguna discapacidad. Podemos decir que desde unos años a esta parte se ha ido implementando medidas desde el Ministerio de Educación a fin de favorecer la integración de alumnos con Necesidades Educativas Especiales o como dice la resolución ministerial más reciente Alumnos con Necesidades Surgidas de la discapacidad.

Hace ya muchos años existen en casi todas las ciudades escuelas para alumnos especiales: Para alumnos con discapacidad auditiva, visual o para alumnos con problemas de aprendizaje. La pregunta surge sola. Si existen este tipo de escuelas. ¿Para que incorporar estos alumnos en escuelas comunes ?. O dicho de otro modo ¿Las escuelas comunes pueden albergar exitosamente a estos alumnos ?. El problema trasciende la frontera educativa y se instala en las construcciones sociales a cerca de la discapacidad y que se entiende por ella.

Haciendo historia podemos decir que recién en el siglo XX se comenzó a visibilizar al discapacitado como un sujeto de derecho. Con la declaración de los derechos del Hombre por la ONU, las legislaciones de los países miembros empezaron a adoptar medidas tendientes a tutelar los derechos de estas personas”diferentes”. Las sociedades en este sentido avanzaron reconociendo los derechos en el ámbito legal y adoptando medidas tendientes a incluirlos en la vida cotidiana. Si bien falta mucho por hacer creo que se ha avanzado bastante. Las obras sociales tienden a cubrir las necesidades de estas personas, tienen acceso a transporte, salud y educación. Incorporarlos a la educación común fue un paso importante.

Todos sabemos que todo ser humano independientemente de su condición social, color de piel, estado físico, psicologíco, etc es una PERSONA y como tal tiene derechos y obligaciones. Desde esta perspectiva toda persona tiene derecho a educarse donde sus padres así lo deseen. Esta es una facultad inalienable y es un derecho humano elemental. Por otra parte las escuelas tienen la facultad y las herramientas para recibir a alumnos con necesidades derivadas de la discapacidad: No sólo la facultad sino la obligación moral de hacer el esfuerzo de recibir a estos alumnos para incorporarlos a la educación común y que estos alumnos puedan recibir la educación que recibe cualquier ciudadano. Gracias a Dios ahora las escuela tenemos las herramientas adecuadas para lograr esta integración. Herramientas legales que amparan estos derechos, herramientas metodológicas que permiten integrar conocimientos y adaptarlos satisfactoriamente a las capacidades de cada uno y además hoy en Argentina las Obras Sociales tiene la OBLIGACION de cubrir los gastos que esta integración requiere.

Ahora bien parece que la integración de alumnos con necesidades derivadas de una discapacidad es un acto de “altruismo” de una escuela. Pienso que no. Es un acto de JUSTICIA. Si una escuela se niega a esto está cometiendo una INJUSTICIA, está violando un derecho humano fundamental que permite que cada persona elija dónde y cómo quiere educarse. Además de ser un acto de justicia, es para toda escuela un aprendizaje MUY importante de lo que significa la diversidad humana. Vivimos en una sociedad plural donde cada miembro aporta desde su riqueza personal al conjunto de la sociedad y el alumno debe percibir esto desde su más temprana edad. La escuela no es un laboratorio a séptico, la escuela debe preparar al alumno a insertarse en la sociedad. Inserción que debe significar la aceptación del diferente como tal con toda su riqueza. Una escuela abierta a la diversidad es maestra de humanidad. Todos somos iguales y tenemos los mismos derechos pero desde otra perspectiva todos somos diferentes y cada uno tiene derecho a que sea tratado en su diferencia con igual dedicación. Y esto ya trasciende el tema de la discapacidad va al núcleo del acto educativo. Sólo se educa verdaderamente cuando se comprende la infinita riqueza de la diversidad y desde allí, desde la individualidad, se puede construir ciudadanos y personas íntegramente humanas.

Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.