Opinión sobre el Operativo Nacional de Evaluación y el bajo rendimiento en Lengua. José Luis Lázaro
Días atrás, un nuevo informe publicado en este diario dio cuenta de los resultados del Operativo Nacional de Evaluación (ONE) realizado en 2010 y que describe, entre otros aspectos, el bajo rendimiento de los alumnos en Lengua.
Las conclusiones de este operativo, como las de todo estudio, permiten, más allá de las estadísticas, realizar otras lecturas.
Pilar Gaspar, experta en la enseñanza de la lectura y de la escritura refiere que casi naturalmente ambas son saberes que se asocian y se asumen en la enseñanza de la Lengua.
La dinámica de la cultura escolar, en la que la construcción histórica de las disciplinas escolares ha ocupado un lugar central, parece circunscribir la transmisión del leer y el escribir como patrimonio exclusivo del área de Lengua.
La enseñanza de otras áreas curriculares –como las Ciencias Naturales, las Sociales, las Exactas o aquellas vinculadas con la enseñanza de otras lenguas– ha tendido a centrarse en la prioridad de sus objetos de conocimiento, “dando por hecho” el aprendizaje de la lectura y la escritura y desconociendo la especificidad de estas prácticas en relación con los temas, procedimientos y formas de vinculación en diálogo con los distintos nudos de interés de cada disciplina.
La vida institucional, que también parte de la cultura escolar, de algún modo debiera favorecer la mirada del leer y del escribir en la escuela.
Sin embargo, las formas de trabajo institucional, con sus condicionantes materiales, tienden a la fragmentación y a la escasa interacción de los docentes en la búsqueda de propuestas de trabajo que integren la lectura y la escritura en la enseñanza de las distintas áreas curriculares.
Ni la lectura ni la escritura (ni tampoco el desarrollo de la oralidad) son privativas de un área, sino propias de toda la escuela.
Esta afirmación no se inspira en una visión “verbalista” de la educación. Es evidente que existe un “más allá de lo lingüístico” que debe ser objeto de interés para la enseñanza.
En ese sentido, los nuevos diseños curriculares de la Provincia de Córdoba han recuperado experiencias que fueran ahogadas por la dictadura militar.
Así, el taller de lectura y el de escritura, del que dieran cuenta Maite Alvarado y Gloria Pampillo, entre otras, vuelven a estar entre nosotros.
La bióloga y didacta de las ciencias María Jesús Caballer Senabre sostiene la tesis acerca de la enseñanza de la Lengua como algo transversal a todas las disciplinas o áreas del conocimiento escolar.
En efecto, “todo profesor es profesor de Lengua”, sostiene la autora, citando a Michael Stubs, y, por lo tanto, no debería eludir su responsabilidad dando por descontado que los alumnos puedan comprender, leer y producir los textos relativos a cada asignatura.
Por el contrario, dedicar un tiempo a actividades de lectura y escritura, diseñar secuencias de aprendizaje que las involucren, lejos de constituir una “pérdida de tiempo” para los objetivos de la planificación curricular, significaría un gran progreso en el sentido de la política de “enseñar a aprender”. Sería como una capacitación de las personas para aprender por sí mismas aquello que les interese, que necesiten, que les sea útil en su vida cotidiana, laboral y personal. Es lo que demanda nuestro presente educativo.
En estas evaluaciones, lo que se cuestiona está vinculado con la comprensión lectora. Y, desde la práctica, coincidimos en el concepto de que “a leer se aprende leyendo y a escribir, escribiendo”.
Dijimos que, más allá de lo estadístico, nos permitíamos otra lectura: la cultura institucional de la fragmentación disciplinar es directamente proporcional a la fragmentación interpersonal y vincular entre docentes que se descalifican para constituir equipos de trabajo.
Así, la escuela queda abonada por la idea de que cada uno hace lo que puede. Y esa correlación anula las posibilidades de reformular la enseñanza, lo que implica, sin lugar a dudas, seguir empeñando el futuro.
Fuente: La Voz del Interior 27/08/2012
Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.
Las conclusiones de este operativo, como las de todo estudio, permiten, más allá de las estadísticas, realizar otras lecturas.
Pilar Gaspar, experta en la enseñanza de la lectura y de la escritura refiere que casi naturalmente ambas son saberes que se asocian y se asumen en la enseñanza de la Lengua.
La dinámica de la cultura escolar, en la que la construcción histórica de las disciplinas escolares ha ocupado un lugar central, parece circunscribir la transmisión del leer y el escribir como patrimonio exclusivo del área de Lengua.
La enseñanza de otras áreas curriculares –como las Ciencias Naturales, las Sociales, las Exactas o aquellas vinculadas con la enseñanza de otras lenguas– ha tendido a centrarse en la prioridad de sus objetos de conocimiento, “dando por hecho” el aprendizaje de la lectura y la escritura y desconociendo la especificidad de estas prácticas en relación con los temas, procedimientos y formas de vinculación en diálogo con los distintos nudos de interés de cada disciplina.
La vida institucional, que también parte de la cultura escolar, de algún modo debiera favorecer la mirada del leer y del escribir en la escuela.
Sin embargo, las formas de trabajo institucional, con sus condicionantes materiales, tienden a la fragmentación y a la escasa interacción de los docentes en la búsqueda de propuestas de trabajo que integren la lectura y la escritura en la enseñanza de las distintas áreas curriculares.
Ni la lectura ni la escritura (ni tampoco el desarrollo de la oralidad) son privativas de un área, sino propias de toda la escuela.
Esta afirmación no se inspira en una visión “verbalista” de la educación. Es evidente que existe un “más allá de lo lingüístico” que debe ser objeto de interés para la enseñanza.
En ese sentido, los nuevos diseños curriculares de la Provincia de Córdoba han recuperado experiencias que fueran ahogadas por la dictadura militar.
Así, el taller de lectura y el de escritura, del que dieran cuenta Maite Alvarado y Gloria Pampillo, entre otras, vuelven a estar entre nosotros.
La bióloga y didacta de las ciencias María Jesús Caballer Senabre sostiene la tesis acerca de la enseñanza de la Lengua como algo transversal a todas las disciplinas o áreas del conocimiento escolar.
En efecto, “todo profesor es profesor de Lengua”, sostiene la autora, citando a Michael Stubs, y, por lo tanto, no debería eludir su responsabilidad dando por descontado que los alumnos puedan comprender, leer y producir los textos relativos a cada asignatura.
Por el contrario, dedicar un tiempo a actividades de lectura y escritura, diseñar secuencias de aprendizaje que las involucren, lejos de constituir una “pérdida de tiempo” para los objetivos de la planificación curricular, significaría un gran progreso en el sentido de la política de “enseñar a aprender”. Sería como una capacitación de las personas para aprender por sí mismas aquello que les interese, que necesiten, que les sea útil en su vida cotidiana, laboral y personal. Es lo que demanda nuestro presente educativo.
En estas evaluaciones, lo que se cuestiona está vinculado con la comprensión lectora. Y, desde la práctica, coincidimos en el concepto de que “a leer se aprende leyendo y a escribir, escribiendo”.
Dijimos que, más allá de lo estadístico, nos permitíamos otra lectura: la cultura institucional de la fragmentación disciplinar es directamente proporcional a la fragmentación interpersonal y vincular entre docentes que se descalifican para constituir equipos de trabajo.
Así, la escuela queda abonada por la idea de que cada uno hace lo que puede. Y esa correlación anula las posibilidades de reformular la enseñanza, lo que implica, sin lugar a dudas, seguir empeñando el futuro.
Fuente: La Voz del Interior 27/08/2012
Saludos rituales, Bocha... el sociólogo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario