Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

Evolución

Evolución
El conocimiento es bueno sólo si se comparte. Nada es imposible para una mente dispuesta. Espero que este blog ayude a aquellos que están buscando conocimientos, al igual que yo.
Libro de quejas:
A) Las imágenes y/o enlaces contenidos en este tallerblog tienen solamente una intencionalidad didáctica y una funcionalidad educativa.
B) No mantiene ningún tipo de relación con las personas o instituciones mencionadas en las notas.
Lo mismo sucede con todos los posibles enlaces invisibles adheridas por parte de terceros a las notas publicadas. Los cuales ya no son voluntad del administrador del taller blog. Ergo, el administrador no responde ni se responsabiliza sobre las actividades de los mismos.
C) El administrador y moderador de este Tallerblog hace todo lo posible por remover cualquier material cuestionable, pero todos los comentarios publicados en las entradas, o traídos de la página homónima de facebook, expresan las opiniones de sus autores y no la del administrador, moderador o blogspot por lo cual no se les considerará responsables excepto por los mensajes publicados por ellos mismos.

lunes, 31 de enero de 2011

El lugar de la violencia simbólica en la teoría de Pierre Bourdieu

La sociología de Pierre Bourdieu se acerca al mundo de lo social para inquirirlo acerca de los mecanismos que aseguran la reproducción de lo que él llama el espacio social y el espacio simbólico. Es por ello que considera que la tarea fundamental de la sociología es construir estos espacios para definir los principios de determinación objetiva fundamentales así como los signos de distinción específicos. Reconstruir lo que él llama los rasgos permanentes que constituyen las diferencias significativas, es lo que lo lleva a tomar cada objeto de estudio, aparentemente no relevante, como un obstáculo que cubre, tras su aparente insignificancia, las claves invaluables de la reproducción de lo social.

Una de esas claves se encuentra en lo simbólico. Desdeñado por la tradición crítica occidental, lo simbólico retoma en la teoría de Bourdieu el lugar central que el racionalismo le había arrebatado torpemente. En tiempos de grandes confusiones y sobre todo, de profundas y prolongadas decepciones que arrastran sólo al nihilismo más absurdo, la reconstrucción de lo simbólico dentro de un corpus teórico, es más una obligación que un ensayo filosófico. Sin dejar a un lado la preocupación crítica, lo simbólico es aceptado, antes que como una actividad liberadora o catártica del ser social, como una determinación más. Es más ese es precisamente el lugar en donde se esconde la dominación y con ello la reproducción social. En las sociedades del capitalismo occidental, la dominación no tendría un éxito tan atroz si no existiera esa característica intrínseca en el ser social, lo simbólico. Es en ese lugar donde se gestan las peores formas de violencia, es allí donde cada uno es reducido en sus capacidades humanas, es en lo simbólico donde es posible anular a la inteligencia más viva.

Es también por ese gran poder que la trasformación de un orden social determinado, está subordinado a lo simbólico. Quién aspire a la conservación o la trasformación, si no quiere seguir arando entre las piedras, no tiene más opción que comprender los mecanismos básicos de las relaciones simbólicas, sus posibilidades y sus límites. Sólo así será posible salir de la autocomplacencia y de las salidas fáciles e ingenuas. Así lo reconoce Pierre Bourdieu quien nunca estuvo lejos de la sociología del poder. Aún en sus aparentemente más alejados estudios de la cultura, se encuentra inserto de lleno en el cuestionamiento de la legitimidad de cualquier poder. Así como toma a la cultura como una capitulo primordial para la construcción crítica, retoma al consumo y lo coloca en su lugar, de autónomo, sacándolo del mecanicismo productivista. El consumo, tan ninguneado por los jueces del marxismo mecanicista, es un espacio decisivo para la construcción de las clases y la organización de sus diferencias. Cabe señalar que la sociología de Bourdieu no reniega de los análisis de clase, al contrario, sólo que los redimensiona, para colocar el aspecto simbólico del consumo en una de las propiedades creadoras de diferencias de clase, en paralelo a la producción y a la propiedad.

Las prácticas de consumo, al igual que las prácticas simbólicas, son más que rasgos complementarios o consecuencias secundarias de la ubicación en el proceso de producción. Esas prácticas funcionan como principios de selección o de exclusión reales, que el sujeto contemporáneo vive, sufre, más que en ninguna otra etapa histórica. No porque la exclusión sea particularidad de esta etapa del capitalismo, sino porque el discurso desde el poder, lo invita constantemente a ocupar los lugares que de hecho le son vedados. Lo que no quiere decir que los dominantes sean quienes producen o dirigen las formas inmanentes de los campos, pero si que ellos son quienes expresan dichas formas. En el reconocimiento del carácter superior del habitus dominante que se impone a todos los participantes, a todos los agentes, se forma el resultado inmediato, a saber, que toda la estructura de dominación tienda naturalmente a la reproducción.

Siendo el habitus el producto de condicionamientos sociales que hace corresponder un conjunto sistemático de bienes y de propiedades, unidos entre ello en una afinidad de estilo, ofrece una noción que une a la vez las prácticas y los bienes de un sujeto, singular aunque perteneciente a una clase (Bourdieu, 1989). Es decir, el habitus es un conjunto unitario de elección de personas, de bienes y de prácticas, que continuamente excluye y obviamente acepta. Sólo que esta elección no depende solamente del habitus, ya que no es definido de una vez y para siempre, ésta unidad no se construye en automático, es producto del reconocimiento constante de los dominantes. Aunque por otra parte también tiene la capacidad de producir prácticas y obras, y es en la relación de esas dos características donde se construye el mundo social representado, el espacio de los estilos de vida. Así cuando el habitus es puesto en acción, se vuelve una diferencia simbólica y constituye, como diría Bourdieu, un verdadero lenguaje.

La violencia simbólica, como todo lo simbólico en el ser, se encuentra en todos lados de lo social. Tanto los excluidos totales como los que desean competir por los bienes de determinado campo, están obligados a reconocer que los medios con los que los dominantes ya cuentan son los aceptados. Ya que un campo sólo puede funcionar si encuentra individuos socialmente predispuestos a comportarse como agentes responsables, es decir que luchen por ganar y por conseguir los beneficios que este les propone. Cuando existen sujetos predispuestos, por causas innumerables, la reproducción y la dominación están siempre aseguradas. Es así como se reproducen lo social y por lo que, fuera de posiciones ideológicas, es tan compleja la trasformación social. Sobre todo si la propuesta renovadora, casi escatológica, ubica su epistemología tan lejos de los problemas simbólicos.

El poder otorgado a los dominantes es la base de la violencia simbólica, que lleva a los propios dominados a ejercer sobre sí mismos las relaciones de dominación, y lo que asegura su existencia es que las ignoran como tales. Por lo que el trabajo de la sociología, si acaso comparte algo de la propuesta de Bourdieu, es esencialmente ese desvelamiento. Pero sólo a condición de construir una sociología bien armada del conocimiento de las estructuras y de los mecanismos que escapan a las miradas de propios y extraños, para hacer, como nos dice Bourdieu, un comparativismo de lo esencial.

La tarea del sociólogo, una preocupación constante de Pierre Bourdieu, es establecer la lógica específica de las luchas de posición y de verdad, así como establecer a través de un análisis el estado de la relación de fuerzas y de los mecanismos de transformación en los diferentes campos. Es, en otras palabras, el trabajo de hacer una historia de las luchas simbólicas, esas que tienen como resultado, realizadas en su objeto, nuestro presente (Bourdieu, 1982). Sólo él conocimiento puede ejercer un efecto liberador sobre nuestro presente, y si es acertado siempre afectará, lo queramos o no, a los fundamentos de la violencia simbólica.

Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

3 comentarios:

Su Abella (en el face) dijo...

Y a tu saludo completo con el "sin pecado Concebida" que allí también se esconde lo simbólico a lo que alude Bordieu.

Bocha... el sociólogo dijo...

Por eso el saludos es "ritual"

Su Abella (en el face) dijo...

Y habría que releer a Aby Warburg que de símbolos que se esconden y reaparecen, sabía mucho.

mirando por el retrovisor

Related Posts with Thumbnails