La pelota y la política apasionan al dominicano. Cualquier situación conflictiva, mal manejada, puede desatar acciones que pongan en jaque a cualquier institución, llámese LIDOM o Gobierno.
No importa la causa que la motive, sólo la sinrazón del hecho en sí. En la pelota se armó la pelotera al acogerse un artículo mostrenco del Reglamento que rige la temporada 2010-2011, y se multó y expulsó por el resto de la temporada al único no culpable: al jugador que, no estando en el róster del equipo, fue enviado al terreno de juego, actuando como lanzador.
La sanción tomada por el Presidente de la Liga, dio lugar a un impasse que amenazó con colapsar el torneo si no se le daba marcha atrás a la sanción injusta aplicada de acuerdo con el Párrafo III, del Artículo 33 del Reglamento que señala: “una vez iniciado el partido y hasta que este haya concluido o en caso de cualquier conflicto, antes, durante o después del juego, a los jugadores (que no parecen en el róster) les está terminantemente prohibido penetrar en el terreno de juego sin importar la excusa.
Cualquier jugador de la reserva, no activo que penetre en el terreno será sancionado con multa y suspendido por el resto de la temporada.” El Presidente de la Liga aplicó lo prescrito, donde sólo se sanciona al pelotero, víctima de una torpe decisión y reglamentación de la Liga. No ordena confiscar el juego ni sancionar al manager, o al árbitro que permitió el desafuero, mucho menos al equipo al que pertenece el jugador La Federación lanza su voz de protesta: No es justo, paraliza el torneo. Muestra su poder. La Liga da marcha atrás, quita la sanción. Comprende que el juego de pelota lo hacen los peloteros, unidos por una justa causa. Bien por la Federación y por la Liga que entró en razones.
En la política sucedió algo similar, a la inversa. Teniendo el país una magnífica legislación, la Ley de Educación No. 66/97, se ignoró y violentó ésta por quienes tienen obligación de cumplirla y velar por ella. El Art. 197 consigna: “El gasto público anual en educación debe alcanzar en un período de dos años, a partir de la promulgación de esta ley, un mínimo de un 16% del gasto público total o del 4% del producto interno bruto, PIB, estimado para cada año del gasto corriente.” El Presidente está obligado a “cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes” tal fue su juramento de honor ante el Congreso.
Pero ni uno ni otro la respetaron. El Presidente Fernández llegó al absurdo de derogarla “transitoriamente.” Cede, ofrece, a cambio, un dulce, que dignamente es rechazado. Se reafirma la justeza y legitimidad del reclamo, respaldado por voces autorizadas del país y de expertos extranjeros. Como Los Haitises. Los que violan su propia ley o legislan mal no lograrán escaparse ni podrán contener esa lluvia de tormenta amarilla que apasiona porque el pueblo empieza a comprender que sí se puede, y no está dispuesto a que le sigan estampando en su frente, la otra P de pendejo.
Publicado por GUASABARAeditor en GUASABARAeditor el 12/22/2010 10:03:00 AM
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