Educar y más: los docentes, con más tarea de contención social que como educadores
Pobreza, hambre, violencia y carencia de afecto, son algunas de los factores que llevan los alumnos en la mochila al lado de cuadernos y lápices. Esto hace que los docentes extiendan su tarea por fuera de la currícula y el aprendizaje quede en segundo plano. Una psicopedagoga explica que los chicos "no le dan el valor a la escuela de aprender" y en cambio utilizan ese lugar para descargar todas sus vulnerabilidades.
“En el último tiempo hay muchos problemas sociales y afectivos que están haciendo eclosión y el primer lugar en donde saltan es en la escuela”. El relato de la psicopedagoga Miriam Serraboguña pinta de cuerpo entero la situación que se vive en los establecimientos escolares, en donde los docentes ocupan más tiempo en contener situaciones de vulnerabilidad de los alumnos que en brindar aprendizaje.
La pobreza –que acarrea falta de una vivienda digna y una mala alimentación–, la violencia y la carencia de afecto son algunas de los factores que los chicos cargan en la mochila, al lado de los cuadernos y los lápices. Y es precisamente en la escuela en donde quedan al desnudo.
Serraboguña trabaja como psicopedagoga en la Primera Sección de Lavalle que tiene quince escuelas a cargo y depende de la Dirección de Apoyo Psicopedagógico de la Dirección General de Escuelas.
La profesional, que lleva quince años en su tarea, contó: “A lo largo de mi experiencia he visto que el docente se abocaba más al trabajo de habilidades que le sirvieran en la parte numérica o de lectura, o también para que los chicos ingresaran en mejor condiciones al nivel medio, pero hoy eso ha cambiado”.
Serraboguña explicó que según su punto de vista, los últimos cinco años se han acrecentado las dificultades que los chicos llevan al aula.
“Los problemas que hemos observado nosotros son de vivienda, pobreza, falta de trabajo, inestabilidad en el trabajo. Los padres se van mudando de un lugar a otro. Los chicos, muchas veces llegan a vivir a un lugar en donde hay diez o doce personas y están todos amontonados”, relata sin eufemismos.
La psicopedagoga señaló además que en muchos casos se rompen familias, los chicos se crían con los abuelos y la madre, aunque vive muy cerca no puede tenerlo por razones económicas o de espacio en sus viviendas. Ahí los niños, siente “sensación de abandono”, un factor más que suman a su problema y que estalla en la escuela frente a los maestros que muchas veces se convierten en un gran lazo afectivo.
“Cuando la maestra entabla una relación de afecto con el niño ellos empiezan a contar cosas de la vida cotidiana. O que el papá se fue, que hay violencia, que les robaron, que se tienen que cambiar de escuela y que sus condiciones de vida son muy precarias. Además de que hay un deterioro sociocultural amplio”, manifestó Serraboguña.
Todos estos factores contribuyen a que los maestros releguen horas de enseñanza para ocuparse de solucionar inconvenientes de los alumnos.
“A un chico con hambre ¿qué le podés enseñar?”
En algunas escuelas de Mendoza hay doble escolaridad y otras tiene comedores escolares.
Serraboguña expresó que “a veces eso lo único que comen los chicos”. Y se pregunta “a un chico con hambre ¿qué le podés enseñar?”. Difícil respuesta.
La psicopedagoga señaló además que la cadena de dificultades de los estudiantes hace que “se pierden horas de clase y de aprendizaje”. Y agregó que los chicos “no le dan el valor a la escuela de aprender, lo único que quieren es jugar”. Es que los chicos sienten que ese es el único lugar en el que pueden hacerlo.
Según Serraboguña, las maestras se comprometen mucho con los alumnos que tienen problemas y “hacen como propios algunos casos y les llevan cosas de sus hijos como ropa”. La psicopedagoga explicó que desde el gabinete en el que ella desarrolla tareas trabajan con los alumnos y los padres.
“Nosotros tratamos de fortalecer los vínculos afectivos. Los chicos reclaman cariño y en donde lo ven se acercan”, puntualizó Serraboguña.
Sin buena alimentación, sin un buen hogar y con falta de afecto. En un escenario como este en donde quedan al descubierto las desigualdades es difícil que los alumnos estén predispuestos a aprender. Y es difícil también para los docentes poder aprender.
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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