He aquí el trabajo realizado en el género "Ensayo" de dos colegas, y a los cuales les doy la bienvenida como colaboradores generosos con el blog taller. Ellos son, mis amigos, José Luis y Rachel (como a ella le gusta que la nombren).
(foto: de la película Los Cuatrocientos Golpes)
“Hay que emanciparse de los imposibles,
de todo aquello que nos dijeron que no existía
o que no se podía buscar”
Macedonio Fernandez (1)
En el imaginario colectivo social del que formamos parte, y aún más, en el imaginario del colectivo docente, se han internalizado a través de varias generaciones conceptos y creencias que definen y fundamentan el “ser alumno”. Del otro lado e intentando desprenderse de estos paradigmas que no terminan de caer en los adultos, el colectivo estudiantil ha heredado una concepción de alumno que permanece atada a connotaciones y consideraciones de épocas atravesadas por modelos autoritarios, que construyeron en los espacios educativos formales una particular manera de concebir al alumno, que todavía hoy, impregna en nuestros niños y jóvenes determinadas actitudes, que se proyectan de manera negativa en nuestras aulas.
Negativa en tanto y en cuanto, la experiencia indica que todo lo que hunde su raíz en posiciones no democráticas, y que denotan ribetes autoritarios, se alejan de la formación de los ciudadanos a la que pretende llegar cualquier sociedad civilizada.
Seguramente si usted pertenece al ámbito educativo completará la expresión del título de este trabajo, con adjetivos que pueden ir de los más nobles a los más peyorativos.
Sin embargo, nosotros en este ensayo nos vamos a concentrar en los verbos ser y hacer (léase este último como parecer). Planteándonos como punto de partida los siguientes interrogantes: ¿Cuándo los alumnos son alumnos y cuándo se hacen los alumnos?; y a su vez; ¿la escuela promueve que los alumnos sean o se hagan?
Ante estos cuestionamientos, y oficiando como profesores esencialmente de Literatura, surge otra incógnita que nos lleva a diversificar reflexiones: ¿Es acaso, la Literatura un espacio y un tiempo de encuentro, que le posibilita al otro, acercarse a una manifestación artística, que a su vez genera su condición de alumno?; ¿y si es así , por qué?
Dos películas, “Descubriendo a Forrester” (Finding Forrester Dir.: Gus Van Sant) y “Los Cuatrocientos Golpes”(2), (Les quatre cents coups Dir.: Francois Truffaut), la primera de origen norteamericano del año 2000 y la otra, francesa de 1958; nos servirán de soporte para desarrollar las ideas esbozadas más arriba, enmarcándolas sobre el siguiente eje teórico: “el oficio de alumno”.
En ambos filmes, se construye el sujeto alumno, para otros, sujeto del aprendizaje, a través de una serie de tensiones que evidencian esos imaginarios a los que hacíamos referencia: Jamal Wallace (Robert Brown en Descubriendo a Forrester) y Antoine Doinel (Jeàn-Pierre Lèaud en Los Cuatrocientos Golpes), aparecen inmersos en contextos familiares, sociales y culturales, que no los favorecen en su desarrollo académico, y es allí donde la Literatura va a adquirir significado relevante para superar las dificultades cotidianas, sirviendo además de base en un intento por encontrar la propia identidad.
Empecemos a desandar estas representaciones: ¿cuándo los alumnos son y cuándo se hacen? A nuestro entender, lo son cuando se encuentran con el conocimiento, se despojan de la mirada de los otros, de los prejuicios, de los estereotipos o estigmas institucionalizados, iniciándose en el camino hacia el verdadero aprendizaje; el significativo, en ese encuentro favorable y fructífero entre la forma de aprender y las motivaciones impulsadas desde lo más profundo del ser. Es ese interés por apropiarse de saberes y conocimientos, que se suponen serán necesarios para la vida, y no para sorprender a un profesor, tal como lo muestran ambas películas, lo que lo define y legitima como “alumno”.
Podríamos afirmar que se reconoce a un alumno cuando “es”, porque siempre tiene un compañero o compañera que ve lo que los otros no ven, y éste o ésta lo acompañan activamente en el solitario oficio de ser alumno; Jamal tiene a Claire y Antoine a René.
Nos remitamos, por ejemplo, a las imágenes(3) y diálogos de una secuencia que nos ofrece el film Descubriendo a Forrester, cuando Claire acompañando a Jamal por las instalaciones de la nueva escuela privada a la que asistirá, aprovecha para comentarle:
-Aquí los profesores no se matan porque los alumnos participen.
Están muy ocupados escuchándose a sí mismos
Estas palabras de la joven, constituyen un intento de advertencia que se podría traducir de la siguiente manera: aquí la mejor forma de ser alumno es no contestando y cumpliendo al pie de la letra la receta de los profesores. Nada copernicano, por cierto. Pero, para sorpresa de estos docentes y en particular para Crawford, su maestro de Literatura, el joven Jamal ya se había hecho alumno y ésto aunque moleste, se concreta mediante un proceso fuera del ámbito escolar.
Hay una imagen metafórica que ayuda a comprender el concepto de “complementación en el otro”, en el film Los cuatrocientos Golpes. La escena nos muestra a un Antoine desesperado por huir de su casa y de la escuela por una tarea incumplida, y a los fines de evitar la correspondiente sanción, huye soñando alcanzar como refugio las costas del mar, su compañero le dice que aquello no es imposible, que él lo conoce y que mientras ese momento llegue, se instale ocultamente en su casa.
Parafraseando a Estanislao Antelo un alumno “es” cuando en la relación de intervención entre maestro-aprendiz, éste último dice “te quiero y te necesito”. Jamal se lo dice a Forrester, cuando aquel se da cuenta que su escritura ha despertado un interés en el escritor, y que éste habiéndolo leído, le señala la necesidad de ajustar y revisar esos textos. En el caso de Antoine esta acción se realiza cuando Balzac, aparece como intermediario en la novela La búsqueda de lo absoluto, concepto que se complejiza alcanzado plenitud, en esa idea de lo absoluto, en el momento en que Antoine escapa del reformatorio y se encuentra con el mar, con su verdadero ser, en un descubrimiento de sus capacidades y potencialidades para enfrentar el mundo.
Desde nuestra mirada, desde esta perspectiva que nos proponen las películas elegidas, creemos que los verdaderos alumnos, son aquellos que se encuentran en el Jardín de Infantes y en Primer grado, porque en su afán de desentrañar el sistema de escritura o de numeración, adquieren la categoría de tales. Emilia Ferreiro(5), sostiene al respecto: “…los chicos tienen la mala costumbre de no pedir permiso para empezar a aprender…”. Luego con la repetición de contenidos, con la inercia de la escuela, con el cumplimiento de roles ante la mirada de los otros, dejan de ser para pasar a hacer, que como habíamos señalado, este último infinitivo equivale a parecer, alcanzando la condición de alumnos sumergidos en la inercia, en el fingimiento, en la rutina.
Entonces, cabría preguntarnos, ¿cuándo se hacen los alumnos? Nos remitamos, por ejemplo, a una situación de la película Descubriendo a Forrester. En el pasaje de referencia, aparece la docente de Literatura de la escuela pública, preguntando a la clase, si conocen el poema “El cuervo” de Poe. Todos los alumnos miran a Jamal, porque saben que éste es lector, y hasta la docente lo interroga, ya que esperan de él lo previsto, aunque claro está, para sobrevivir a esa cultura, Jamal niega conocerlo.
En la cinta Los Cuatrocientos Golpes, antes de que la acción empiece a desarrollarse, la cámara hace un plano general del aula y encontramos diversos estereotipos de alumnos; el profesor de Lengua da por enésima vez el mismo contenido: escribe en el pizarrón un poema sobre la Liebre para que lo reciten de memoria, y ahí están ellos: el aplicado, el gracioso, el molesto, el irrespetuoso, el cómplice, el inquieto, el tímido, el soplón, el “yo no fui” , el defensor de causas perdidas, el leguleyo entre otros, cada uno cumpliendo a la perfección con su rol, diciéndole al maestro “seguí participando”(6).
Pero cuando los alumnos, siguen participando, sin alcanzar los resultados esperados , se produce en ellos, un deterioro y un desgaste por ese continuo “raspar”, “abrir”, “romper”, entre otras acciones, que generan una marcada pérdida del interés, y un sentimiento de apatía, desidia y desgano en los mismos, quedando posicionados en una suerte de “game over”
Para cerrar este primer planteo, nos resulta interesante tener en cuenta principios generales del autor Richard Sennet, cuando habla de “corrosión del carácter”; interpretándose por corrosión, a decir de Carina Kaplan(7), “deterioro, erosión, desgaste”.
Así entonces, aparece un alumno inmerso en una docilidad y complacencia con un sistema determinado, alejándolo de toda posibilidad de compromiso y de encuentro con el otro, verdadera razón del ser, motivo éste que lo insensibiliza y lamentablemente lo prepara para sobrevivir en una sociedad consumista y deshumanizada, donde la posibilidad de alcanzar el premio, resulta imposible.
Los filmes que motivan nuestro análisis, muestran de manera categórica dos ejemplos del ser alumnos, constituidos ambos personajes en esta condición, fuera del ámbito escolar, coincidencia o casualidad, que despertó en nosotros la necesidad de rastrear en las marcas cinematográficas de estas historias, el porqué la escuela no es un constituyente y menos aún un referente válido para la construcción de ese alumno del que venimos haciendo referencia.
Las estigmatizaciones siempre presentes, más bien, institucionalizadas en la educación formal, marcan y condicionan la relación conocimiento- aprendizaje. Remitámonos a las siguientes palabras del profesor Crawford dirigiéndose a Jamal:
-¿Ese es el nivel de trabajo que debo esperar de Ud?; porque en ese caso es una inestimable ayuda para determinar si debo tratarle como alumno o como alguien que está aquí para conseguir otros objetivos.
Podríamos preguntarnos qué entiende el Sr. Crawford por ser alumno, cuál es el paradigma que él quiere, porque evidentemente, el de Jamal Wallace, redimido luego de varias circunstancias adversas por William Forrester, no lo es.
Y lo que hace Jamal, aún sin saberlo, es transformar la escuela del estigma en la escuela del enigma, donde el que es alumno infiere que en el conocimiento, que en el acto de “conocer”, se esconde un misterio, que es aventura, aventura para ser vivida.
Desde la perspectiva del estigma, en Los cuatrocientos golpes, estas marcas se vinculan con los supuestos sociales y culturales acerca de la escuela. Nos acerquemos al consejo manifestado por la madre de Antoine en un pasaje de la película:
-Sí, en la escuela se aprenden muchas cosas inútiles… Álgebra, Ciencia, no sirven mucho en la vida. Pero… ¿y el idioma? Siempre hay que escribir cartas.
Tendremos otro secreto: ¿quieres?, escucha: si en la próxima composición estás entre los cien primeros, te doy mil francos; ¡Eh!; pero no le digas nada a tu padre.
Los ejemplos precedentes ponen de manifiesto dos ideas esenciales, por un lado, en Descubriendo a Forrester, aparecen las huellas de la personalidad de Jamal altamente definidas, con un temperamento que no claudica ante el estigma y que está dispuesto a aceptar los desafíos que esa escuela, representativa de un sistema exitista, le impone, allí él es el alumno. Por el otro, en Los cuatrocientos golpes, observamos valoraciones y creencias internalizadas en el colectivo social acerca de que los aprendizajes reveladores no se logran en la escuela, Antoine, al no contar con un referente inmediato que lo guíe y lo sujete, no alcanza el estado de alumno.
Si entonces, la escuela aparece devaluada y deslegitimada para generar conocimientos e identidades válidas y reconocibles, el gran secreto a develar sería , el cómo transformar esta institución por la que “…deambulan enseñantes y alumnos por un mundo de conjeturas y ambigüedades; espectadores de una realidad que pretende deslizarse sin conflictos, en un como si: como si se enseñara, como si se aprendiera, como si se participara…”(8), en un espacio en donde los alumnos sean; así pues, ¿ será el alumno quién deberá entrar en el verdadero juego que le permita resignificar , tomar conciencia y decisiones, para pasar del nivel parecer a nivel ser y ganar la partida?
El interrogante planteado en el párrafo anterior da cuenta de un colegio, de una institucionalización, de lineamientos curriculares y de culturas escolares que no promueven que los alumnos sean, al menos en nuestro nivel de reflexión, sin embargo, la Literatura como espacio, aceptado por su tradición y vinculación con el conocimiento, permite a los protagonistas de las dos películas, enfrentarse a un problema que los obliga a repensar, redefinir y analizar sus propias trayectorias, intentando liberarse de esa opresión y condena que les impone la escuela.
Debemos tener en cuenta también, que ambos jóvenes no son páginas en blanco, cada uno tiene su propia historia, sus propias marcas, sus propias vivencias, que los condicionan para determinadas actitudes. Podríamos preguntarnos cuál es el detonante que va a motivar el contacto con los libros, es decir con la lectura y la escritura.
En Jamal su carácter de lector aparece tras un episodio doloroso: la muerte de su padre:
-Desde que su padre falleció no hace más que leer todo el día…
Aún aquellos libros y autores que yo no he leído nunca.
De este modo, refiere ante las autoridades colegiales, la madre de Jamal, los comportamientos de su hijo, cuando es entrevistada por las autoridades para dialogar sobre el joven.
Una consideración importante, a tener en cuenta, ya que está cargada de significaciones, permitiendo una pluralidad de lecturas, es la situación postergada de este muchacho, suburbano, negro, del que sólo se espera que juegue bien al básquet, para que la escuela a la que asiste, logre posicionarse en los primeros puestos de la liga estudiantil. Pero, ¿qué ocurre cuando Jamal además de jugar muy bien al básquet es un gran lector y ha desarrollado habilidades discursivas respecto a la escritura? Esto no se espera de él. La escuela ya ha hecho sus valoraciones, ha trazado sus estigmatizaciones, y no se lo perdona…
A Jaques (¿Jamal?) esas lecturas le abrían todavía más las puertas del exotismo, pero de un exotismo en el que rondaban el miedo y la desgracia, aunque hubiera hecho un paralelo, salvo teórico, con el padre a quien apenas había conocido.
Las palabras anteriores corresponden a un pasaje de El primer hombre de Albert Camus(9), y bien se pueden corresponder con aspectos vivenciales y existenciales de Jamal.
Es la literatura y el azar, quienes lo vinculan, en la narración cinematográfica, con el escritor William Forrester quien va a ser para él, una especie de mecenas, de “maestro”, en el ser con el otro, que además lo introduce en el proceso creativo de la escritura, convirtiéndose esta actitud creadora en un pecado imperdonable para esa sociedad burguesa que aunque se esfuerce por no demostrarlo, no puede dejar de trasmitir su xenofobia y sus prejuicios de clase y estado, atada a valores superficiales y mezquinos.
En Los Cuatrocientos Golpes, Antoine es entrevistado en el Correccional por una psicóloga, con quien mantiene el siguiente diálogo:
-Psicóloga: ¿es verdad que robaste diez mil francos a tu abuela?
-Antoine: (…) pensé que como es muy vieja y apenas si come para qué va a necesitar el dinero que tiene guardado sino tardará en morirse y como yo sabía su escondrijo fui derecho al grano (…) Me había comprado un libro estupendo (…) pero como mi madre tiene la costumbre de hurgar en mis bolsillos (…) fue a registrármelos y se llevó el dinero porque por la mañana ya había volado (…) ¿Sabe que hizo como castigo? Se quedó el libro de la abuela.
Un día se lo pedí porque quería leerlo y me di cuenta de que lo había vendido.
-Psicóloga: tus padres dicen que mientes más que hablas.
-Antoine: (…) si les dijera algunas cosas no me creerían, prefiero mentir.
-Psicóloga. ¿Por qué no quieres a tu madre?
-Antoine: en primer lugar, porque me crió un ama y después para estar ella más libre me envió a casa de la abuela (…) Mi madre me había tenido cuando aún era soltera (…) Ella no deseaba que naciese (…) fue mi abuela quien se empeñó.
Las palabras de Antoine en esta entrevista, reflejan la angustia existencial de este adolescente, quien es consciente de su realidad, del mundo en el que le ha tocado vivir y, entonces, para liberarse de ese contexto hostil, desafortunado e infeliz, decide ahogar esas desdichas en la lectura, aún sabiendo que el precio que debe pagar por ese instante de “felicidad”, es cometiendo el delito de robarle a su abuela una determinada suma de dinero para adquirir un libro.
Pero, la génesis de su producción literaria está instalada también, como en el caso de Jamal, en un dolor sustancial: la muerte de su abuelo. Después de este hecho, y tras la lectura de Balzac, Antoine, empieza a escribir, cumplimentado con una consigna del profesor de la escuela, y decide tomar frases y citas del texto del autor francés. Esto es considerado por su maestro como un plagio, y la condena y el estigma no tardan en caer sobre él…
Qué lectura ideológica se nos permitiría, si tenemos en cuenta, siguiendo a Emilia Ferreiro(10), que la escritura (y la lectura), estuvieron desde tiempos remotos ligados al ejercicio del poder. Pensemos en el pobre Jamal y en el infortunado Antoine, desafiando a sus profesores, quienes encarnan el poder constituido y justificado, que a su vez deben soportar la “afrenta” de un negro y de un bastardo que contestan a todas las preguntas a las que estos jóvenes son sometidos, sin inmutarse, con el consabido resultado de que los terminan expulsando de la clase. Conclusión: el poder no admite agravios, cuestionamientos ni distorsiones.
Por otra parte:
Desde sus orígenes la enseñanza (…) se planteó como la adquisición de una técnica: técnica del trazado de las letras, por un lado; y técnica de la correcta oralización del texto, por otra parte. Sólo después de haber dominado la técnica surgirían, como por arte de magia, la lectura expresiva (resultado de la comprensión) y la escritura eficaz (resultado de una técnica puesta al servicio de las intenciones del productor). Sólo que ese paso mágico entre la técnica y el arte fue franqueado por pocos, muy pocos de los escolarizados en aquellos lugares donde más falta hace la escuela(11).
Y en ese paso en que solamente unos pocos podían (¿pueden?) “franquear”, no estaba (está) involucrada la escuela, que ocupada en formalismos y aspectos burocráticos, dejaba (¿deja?) de atender las verdaderas necesidades y demandas que el colectivo estudiantil le requería (le requiere).
Resultaría adecuado incorporar además a esta problemática compleja, el proceso de la multiculturalidad de la realidad que hoy nos atraviesa, y que volviendo a las películas que nos ocupan, se observa reflejado en ellas, el poder dominante, consolidado en un paradigma que establece y determina quiénes son los dominantes y quiénes los dominados. Pensemos en las imágenes que nos muestran de manera cruel la discriminación que sufre y soporta Jamal por ser negro, y Antoine por ser bastardo, en países que se han jactado siempre de vivir bajo el manto de la libertad, circunstancia que, en una suerte de predeterminismo condiciona a estos estudiantes para permanecer en un estamento que no les permitirá la más mínima movilidad social ni el menor reconocimiento.
Sabemos que el oficio de SER alumno acontece en soledad y en silencio, y esta acción potencia esas características cuando está asociada a la Literatura, entendida ésta como “la suspensión momentánea de la finalidad comunicativa que conocemos”(12) de tal manera que, arriesgando una asociación con ese oficio de ser alumno compartimos:
La nobleza del oficio de escritor está en la resistencia a la opresión, y por lo tanto en decir que sí a la soledad(13)
Por Lic. José Luis Lázaro y Lic. Raquel Turletti.
Comentarios a pie de página:
1-Romero Francisco, Culturicidio, Historia de la Educación Argentina (1966-2004), Librería de La Paz, Resistencia, Chaco, Febrero 2005
2-Ver sinópsis argumentativa de ambas películas en Anexo I
3-Ver fotogramas de escenas en Anexo II
4-Antelo Estanislao, “Notas sobre La (incalculable) experiencia de educar,” en Dikeer, Graciela y Frigerio, Graciela, (Comp), Educar: ese acto político, Del Estante Editorial, Buenos Aires. Sin fecha de referencia.
5-Ferreiro Emilia, (CD Rom ) Los niños piensan sobre la escritura Siglo XXI Editores Argentina. S.A. Buenos Aires 2003
6-Antelo, Estanislao Op. Cit.
7-Kaplan Carina, “Las nominaciones escolares: ¿alumnos pobres o pobres alumnos?” En Cuaderno de pedagogía de Rosario Nº 12 (2004).
8-Saleme de Burnichon, María Esther; Decires, Narvaja Editor, Córdoba, 1997.
9-Camus Albert, El primer hombre , Tusquets. Editores, Buenos Aires. 2005.
10-Ferreiro Emilia, Pasado y presente de los verbos leer y escribir, Fondo de Cultura Económica, cap.1, Buenos Aires. 2001.
11-Ferreriro, Emilia Op. Cit.
12-Setton Yaki, “La escuela debe ser un problema”. En Clarín Digital, Buenos Aires. 5 /08/1998
13-Camus, Albert Op. Cit.
BIBLIOGRAFÍA
ANTELO, Estanislao; “Notas sobre La (incalculable) experiencia de educar” En Revista el Monitor de la Educación, Año 1, Nº4, Publicación del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, Buenos Aires. 2005.
CAMUS, Albert; El primer hombre, Tusquets Editores, Buenos Aires 2005.
FERREIRO, Emilia; Pasado y presente de los verbos leer y escribir, Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires. 2001.
FERREIRO, Emilia; Los niños piensan la escritura, (CD. Rom), Siglo XXI editores Argentina, 2003
KAPLAN, Carina; “Las nominaciones escolares: ¿alumnos pobres o pobres alumnos?”, en Cuaderno de Pedagogía de Rosario Nº12, 2004.
ROMERO, Francisco; Culturicidio, Historia de la Educación Argentina (1966-2004), Librería de la Paz, Resistencia, Chaco, Febrero 2005.
SALEME DE BURNICHON, M.E.; Decires, Narvaja Editor, Córdoba, 1997
SETTON, Yaki; “La escuela debe ser un problema”, En Clarín Digital, Buenos Aires 05/08/1998.
Películas:
Descubriendo a Forrester (Finding Forrester) Gus Van Sant (2000) USA.
Los Cuatrocientos Golpes, (Les quatre cents coups) Francois Truffaut, Colección Videoteca Página/ 30, Nº 76 (1958) Francia.
Sitios web
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
4 comentarios:
Bocha:Como es tan vertiginoso y fructífero tu trabajo,te agrego a mi lista de blogs,así podré masticar y digerir tanta información con la calma que corresponde,y poder opinar, aportando si se puede.
Y como sobre la educación hay tanto paño que cortar...
Educados saludos.
Pelicanopitekus es un honor para el blog taller figurar en tu lista de blog... tus opiniones son y serán siempre bien recibidas por que tenés agudeza críticas y buen humor, dos ingredientes indispensables para que nos entendamos.
Aquí se debate (fuerte si se quiere) pero no se pelea y tenés el perfíl docente indicado para eso.
Devuelvo el favor y también te incluyo en brevedad a mi listado de blog.
Saludos rituales... Bocha.
Entrando al área:En esta sociedad posmoderna y de consumo,solo cuenta,la producción,vender y comprar.En ese campo,no es mucho lo que importa el conocimiento,la inquietud,la reflexión.Por que hasta para investigar y descubrir ,el sistema tiene a sus cientifico-funcionarios,que le mostrarán las alternativas de dirección a seguír en caso de fluctuaciones.Y por supuesto,es mas rentable y apacible,ser un buen funcionario de un sistema,que ser un maestro,o un descubridor.Esta es la desgracia de nuestros actuales educandos:Les pusieron el mundo y el sueldo frente a sus ojos por un trabajo relativamente llevadero:Traspasar información tipo sin someterse a agobiantes sesiones de descubrimiento y retroalimentación.Hoy día más que nunca estan de moda preguntas como:¿y para qué sirve la poesía?.Al sistema,para nada.A un funcionario tampoco.
Pero a algunos,sí nos sirve,puesto que la libertad es algo que el sistema no ha podido estandarizar.
Un saludo al viento.
Totalmente de acuerdo contigo Pelicanopitekus, como dice el trabajo: es la “corrosión del carácter” a que están sometidos los educandos.
Además agrego también que los colegios son responsables por que permiten que organizaciones como "Junior Achievement" (que es una fundación educativa internacional cuya misión es generar en los jóvenes el espíritu emprendedor) entren a las aulas... hasta aquí todo bien si no fuera por que "todos" mis alumnos estaban creídos que cada uno estaba llamado a ser "empresario"; y una vez más tuve que hacer del abogado del diablo al mostrarle que la realidad es otra a la planteada desde la prédica posmoderna de Junior y que no todos estabamos llamados a ser "jefes" (en el cual me incluía) y ganar fortunas y asegurar el bienestar "personal" y la propiedad privada, también parte de eso se puede obtener siendo empleado junto a otros empleados dentro del sistema en el cual estamos inmersos.
Una alternativa que siempre les planteo es el "cooperativismo".
Y estoy de acuerdo con eso de falta de sesiones de descubrimiento y retroalimentación por que es lo que los hace pensar y como dijera Ernst Bloch "pensa es traspasar"... y parece que el que piensa (y traspasa)... pierde; o como dijera el Plumudo: "El que sabe, sabe y el que no... es JEFE"
Saludos pamperos... Bocha.
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