Lunes 12 de octubre, 3:09 AM
Carlos Werd
Buenos Aires, 12 oct (EFE).- Un investigador argentino asegura que científicos nazis desarrollaron con éxito durante la Segunda Guerra Mundial un método de rejuvenecimiento pensado para prolongar el período fértil de las alemanas y la vida del líder del Tercer Reich, Adolf Hitler.
El historiador Carlos De Nápoli, autor de varios libros sobre el nazismo, vuelve a bucear en este período de la historia en "La fórmula de la eterna juventud", basado en documentos que halló en una casa de Buenos Aires donde vivió el médico nazi Joseph Mengele cuando estuvo refugiado en Argentina, explicó hoy a Efe.
En el libro, De Nápoli incluso planteó una nueva hipótesis sobre el origen del sida y dejó interrogantes sobre la probable existencia de un medicamento desarrollado por el nazismo para curar casi todos los tipos de cáncer.
Mengele, quien logró escapar de Alemania al concluir la guerra, "era dueño de varias propiedades y participaciones en laboratorios argentinos como socio oculto", explicó.
Tras aclarar que considera un "montaje" la muerte de Mengele en Brasil, "como sostiene la historia oficial", De Nápoli subrayó que los documentos que encontró fueron escritos poco antes de que el criminal apodado "ángel de la muerte" de Auschwitz regresara a Alemania, en 1959.
"Uno de ellos es un memorándum dirigido a Hilda Ana Peters de Umbreit, socia y testaferro en uno de sus laboratorios argentinos", precisó.
"Allí describe a 'Anita', como le llamaba, los pasos necesarios para obtener la 'fórmula de la eterna juventud', un proceso que podía rejuvenecer a una persona entre 20 y 30 años", comentó.
El documento destaca además que la fórmula había sido probada exitosamente en Solahuette, un spa cercano al campo de concentración de Auschwitz y cuyo funcionamiento De Nápoli pudo reconstruir en base a varios otros testimonios, entre ellos el de la danesa Frieda Sorennsen, "una bella septuagenaria con aspecto de una mujer de 40 años".
Su primer encuentro con Frieda, dueña hoy de una gran fortuna, ocurrió después de que De Nápoli visitara en un cementerio de Buenos Aires la tumba del médico nazi Karl Vaernet, íntimo colaborador de Heinrich Himmler, líder de las Tropas de Asalto hitlerianas (SS).
Gracias a los oficios de un cuidador del cementerio, De Nápoli supo de la existencia de Frieda, una de las personas que solían visitar el nicho, y posteriormente se entrevistó con la enigmática mujer en un departamento del barrio porteño de La Recoleta.
En aquella primera cita, recordó, la danesa le dijo que un tratamiento de Vaernet basado en aplicaciones de hormonas había remediado su infertilidad.
Pero hace unos años, finalmente, la mujer le confesó haber sido parte en Auschwitz de esas experimentaciones con hormonas -extraídas en un principio de los asesinados en los campos de concentración-, que se complementaban con vitaminas, ejercicios físicos y una dieta compuesta por abundantes frutas y verduras, poca carne y jalea real.
De Nápoli cree que no fue Mengele sino Karl Brandt, médico personal de Hitler, quien estuvo al frente de esos experimentos, cuyo secreto, afirmó, "se llevó a la tumba" tras ser enjuiciado en Nuremberg y ahorcado en junio de 1948.
En "La fórmula de la eterna juventud", el historiador argentino deja planteados, entre otros, dos inquietantes interrogantes vinculados con derivaciones de los siniestros experimentos del Tercer Reich.
Uno de ellos surge de los documentos de Mengele, quien reconoce que el injerto en humanos de testículos de mono, como habían probado otros científicos nazis, "producía un rápido rejuvenecimiento, aunque seguido muchas veces por una enfermedad desconocida que lleva a la muerte en cuestión de meses".
Los síntomas de tal enfermedad "desconocida", apuntó De Nápoli, "tienen un extraordinario parecido a los del sida".
El otro, aportado por Frieda Sorennsen, alude a un compuesto que, por prueba y error, hallaron los nazis para curar el cáncer que recurrentemente se originaba con las inyecciones diarias de hormonas. EFE
Fuente: La Voz.com.ar
Saludos.
2 comentarios:
Muy interesante artículo.
Lo había visto hace un tiempo atrás pero no lo había leído.
A mi en lo particular no me gustaría verme con testículos de mono. Ni tampoco con un cuerpo envejecido por dentro y rejuvenecido por fuera.
Todos tenemos un ciclo en la vida que hay que cumplir: Nacer, vivir, envejecer y morir.
Bienvenido Mariahl!!!!.
Y pensar que los que estuvieron en los campos de concentración no tuvieron la libertad de elegir ninguna de las cosas de ese ciclo vital que describes... y agregaría "reproducir".
Creo que la humanidad no tiene ni la menor idea de las cosas que se experimentaron en esos campos.
Claro que para los alemanes y acá incluyo a los civiles, los judíos no eran humanos y tampoco lo eran los gitanos, polacos, italianos y toda etnia que no fuera de sangre teutona. Por eso cuando se habla de genocidio judío se circunscribe la masacre a un grupo en particular cuando en realidad millones de seres no judíos también fueron víctimas del odio antisemita. Para que se tenga una idea, solo en el frente oriental más de dos millones de civiles rusos y polacos no judíos fueron víctimas de las Waffen SS o batallones de la muerte que mataban a residentes, líderes locales, rehenes, prisioneros de guerra y curiosos sin detenerse en su condición religiosa, ni edad tampoco.
Jamás se sabrá el número exacto de víctimas ni la proporción de muertes según el tipo de etnia pero es indudable que los judíos fueron quienes padecieron la mayor cantidad de muertes que de acuerdo a algunas estimaciones rondaría las seis millones de personas.
Esto no debe pasar ¡nunca más!.
Saludos cordiales... Bocha.
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