A pesar de ser una edad clave para el desarrollo, la primera infancia es una de las franjas que sufre las consecuencias de la pobreza. Vivienda, educación y alimentación, entre las necesidades más urgentes.
Olvidados. Quedan aún centenares de familias mendocinas que no tienen un techo digno para ofrecer a sus hijos. Foto: Andrés Larrovere
viernes, 02 de octubre de 2009
Ellos no saben de golosinas de colores y formas raras; no ven dibujitos y nunca festejaron su cumpleaños con una torta bañada en crema chantilly. Es más, su realidad está alejada de la fantasía y sin siquiera conocer los porqué de este mundo, saben bien lo que es no tener un vaso de leche en la mesa o no poder comer cuando el estómago les avisa; sienten frío y tienen miedo, pero no se quejan. Sufren, al igual que sus familias, la indiferencia de una sociedad -y sus gobernantes- quebrantada por la desigualdad.
La historia de abandono que vive la primera infancia en Argentina no es nueva, pero -en los últimos años- las asimetrías se han profundizado de un modo preocupante. Y Mendoza no es ajena: de acuerdo a los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (2007), al menos 60 mil niños de 0 a 4 años vive en condiciones vulnerabilidad.
Esta cantidad representa a 30 por ciento del total. De ellos, se estima que 45 mil no están bien alimentados y les es dificultoso aprender conductas de socialización. Viven hacinados y pocas veces son examinados por un médico cuando están enfermos.
Desde que se realizó el último informe de la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas (DIE), los datos no fueron renovados, pero los especialistas estiman que la problemática se ha mantenido. Otros, aseguran que se ha acentuado. Para Juan Carlos Nievas, sociólogo y especialista en educación, el tema es cuando menos, muy grave.
"Se trata de chicos que no están siendo atendidos en forma integral. Puede ser que su madre, por ejemplo, reciba un plan social, pero eso no resuelve el problema", enfatizó.
Para el profesional, garantizar el acceso a la educación desde los primeros años de vida es una pieza fundamental para el desarrollo futuro de cualquier ser humano. En este sentido, los jardines ubicados en los barrios más pobres, cumplen un rol de contención. Justamente por eso, Nievas consideró clave sumar recursos, presupuesto y personal en todas las salas pertenecientes al programa de Servicio Educativo de Origen Social Educativa (SEOS). Hasta el momento, estos programas incluyen a unos 15 mil bebés y niños. Allí ellos aprenden hábitos de socialización, tienen su primer acercamiento a la enseñanza formal y muchas veces almuerzan.
Pero el resto (al menos 45 mil) va quedando fuera, pese a la existencia de leyes y tratados que establecen la obligación del Estado para asegurar el cumplimiento de todos sus derechos básicos. La falta de acceso a una vivienda es otro aspecto, ya que 29 por ciento de los hogares padece situaciones deficitarias.
De ellos, 68 por ciento vive en una casa que podría ser recuperada o ampliada y 31,7 por ciento presenta una situación de déficit absoluto; su vivienda es precaria, irrecuperable o compartida. Este dato surge como resultado de un informe reciente realizado por el Centro de Estudios sobre Asentamientos Humanos de la UNCuyo.
"Nadie puede negar que la exclusión ha crecido en el país. Se está viviendo un retroceso con situaciones de pobreza extrema y los más chicos siempre son los más afectados", deslizó Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención de los Derechos del Niño.
A futuro, las posibilidades que hoy les son negadas a los más pequeños repercutirán en su desarrollo físico, intelectual y psicológico. "Si antes de entrar a la escuela están en desigualdad frente a los otros niños y van arrastrando ese déficit, luego les será difícil insertarse en el mercado laboral", analizó Schulman y criticó la falta de políticas destinadas a garantizar la igualdad de oportunidades para las familias más desprotegidas.
Entre las necesidades básicas, la alimentación también constituye un pilar fundamental para el desarrollo físico e intelectual. Es que justamente durante los primeros años de vida y ya desde su gestación en el vientre materno, el niño forma su cerebro. "Si la madre no está bien alimentada después hay cosas que no se pueden corregir", aseguró la nutricionista Ana Araniti.
En este sentido, la especialista indicó que la leche, la carne y las verduras de ningún modo pueden faltar durante la primera infancia. "También es necesario enseñarles buenos hábitos alimenticios para que su crecimiento pueda ser normal", concluyó Araniti. Zulema Usach - zusach@losandes.com.ar
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
2 comentarios:
Qué se puede decir... a mi se me hace un nudo en el estómago de leer esto y me siento impotente de no poder hacer nada. Mendoza se caracteriza por ser una ciudad muy solidaria, como el resto de Argentina pero cómo se ayuda a estos chiquis. Cada vez me dan más bronca los gobiernos generadores de pobreza y marginalidad que se dan el lujo de decir que "Bajó la pobrezo" Obvio hijos de mil la gente se muere de hambre por eso a ellos les bajan los índices de pobreza!!! Y ellos mismos son los que generan personas marginales que después salen a robar porque nadie les enseña a cuidarse para no llenarse de hijos y después a esos hijos hay que alimentarlos y si vos que tenés estudios no conseguís trabajo ellos menos!!!
Si Marce, lamentablemente es el "RECURSO HUMANO... RENOVABLE" para el ascenso político, social y económico de algunos o para "LA TRATA DE PERSONAS" e "INFANCIAS ROBADAS" para satisfacción de otros (temas que trataremos más adelante)... y no se valora a "LA PERSONA HUMANA... ÚNICA E IRREPETIBLE".
Otro tema largo de tratar, por la cantidad de arístas que tiene como la despenalización de la marihuana ¿no?
Te dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha...
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