Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

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lunes, 1 de febrero de 2016

No importa la desigualdad

La clase política corrió el eje del debate, ya prácticamente no se habla de pobreza sino 
que esta palabra fue reemplazada por desigualdad.

Por Maximiliano Bauk | Analista de políticas económicas en el Centro de Estudios Libre


A partir de un reciente informe de Oxfam 
–una organización no gubernamental que realiza labores humanitarias en el mundo– en el que se afirma que las 62 personas más ricas del planeta poseen lo mismo que la mitad más pobre de la población mundial, se ha desatado una vez más la polémica sobre la “injusticia” de la desigualdad. Políticos y pensadores salieron a criticar duramente al capitalismo como máximo responsable de esta situación.
Uno de estos intelectuales es Paul Krugman, quien a través de una columna publicada en el New York Times , titulada “¿Es necesaria tanta de­sigualdad?”, reavivó aún más las llamas de este candente tema.
A decir verdad, en la única dirección que tiene sentido el debate en torno a la desigualdad es si planteamos una mera envidia hacia los que poseen un patrimonio mayor que el nuestro.
Pero si la inquietud real aquí es la pobreza de unos y no la riqueza de otros –rumbo al que presumo que se dirigen los reproches–, la controversia pierde toda razón de ser, puesto que la existencia de un rico no sólo no implica la existencia de un pobre sino que todo lo contrario.
La riqueza de uno implica menos pobreza en otros por los empleos que crea y por los servicios que para obtenerla tuvo y tiene que brindar quien la posea. Si se está dispuesto a pagar por ellos de manera tal que el sujeto se volvió rico, significa que le está facilitando la vida a la gente.
En un marco de libertad económica, para que alguien ostente una gran fortuna no tiene otro camino más que el de satisfacer necesidades ajenas, ya sea con la creación de bienes o con la prestación de servicios por los que el consumidor esté dispuesto a pagar.
Ejemplo paradigmático
Veamos el caso de Bill Gates. Su patrimonio actual es de 79.200 millones de dólares, lo cual lo convierte en el hombre más rico del mundo.
¿Pero fue a costa de los pobres que Bill Gates construyó su fortuna? Por supuesto que no. Hay que dejar en claro que la economía no es un juego de suma cero, que uno tenga mucho no quiere decir que esa diferencia es lo que le falta a otro.
La riqueza se genera, se crea. Por ejemplo: este astuto magnate creó riqueza en donde antes no la había, cuando fundó Microsoft. Sació de esta manera una necesidad en los consumidores antes insatisfecha.
No nos arrebató nuestro dinero ni nos obligó a comprar algo que no queríamos. Sus productos son comprados sólo por quienes quieren hacerlo, de modo que ambas partes ganan. Por un lado, él obtiene una determinada suma de dinero por producto y nosotros un producto que valoramos más que esa determinada suma de dinero, ya que de lo contrario no hubiéramos realizado intercambio alguno.
Es lo mismo que pasa cuando compramos manzanas en la verdulería. El verdulero gana el dinero que le dimos, pero nosotros no nos sentimos perdedores porque nos vamos con las manzanas que valoramos más que ese dinero. Es por eso que al “gracias” del vendedor le respondemos con un “gracias a usted”.
Gates nos facilita la vida todos los días a miles de millones de personas alrededor del mundo, ayudándonos a hacer nuestros trabajos, dándonos una herramienta para que nosotros mismos creemos nuestra propia riqueza e incluso para que contemos con más tiempo libre, debido a la manera en que nuestras vidas fueron simplificadas.
Dicho sea de paso que, para crear esta fuente de beneficios, emplea a más de 93 mil personas en 102 diferentes países. ¿A alguien le parece que está robando oportunidades?
Voto de mercado
Somos los consumidores los que elegimos a quienes hacer ricos y a quienes no, todos los días, en las góndolas del supermercado al comprar determinado yogur y no tal otro, determinado cereal y no tal otro o bien eligiendo Microsoft en lugar de Apple.
Podemos ver que no existe democracia más directa y constante que la ofrecida por el mercado, en la que minuto a minuto se dan los resultados de una nueva votación.
La desigualdad es natural al hombre y es muy importante que exista, sobre todo en materia económica, ya que en ella se reflejan las distintas valoraciones de los consumidores, premiando a los que más necesidades humanas sacien.
Lo que ha ocurrido con este asunto es que gran parte de la clase política corrió el eje del debate, ya prácticamente no se habla de pobreza sino que esta palabra fue reemplazada por desigualdad. De esta manera se hace responsable a los ricos por la lamentable situación de miseria, mientras que dirigentes políticos se quitan un gran peso de encima.
En realidad, la existencia de pobreza es una consecuencia de las distintas trabas al emprendedurismo y a la inversión impuestas por el aparato gubernamental en distintos países del mundo.
Propongo que, para evitar confusiones y poder distinguir a los responsables, comencemos a hablar con claridad. El problema no es la desigualdad, el problema es la pobreza.

Fuente: http://www.lavoz.com.ar/opinion/no-importa-la-desigualdad

COMENTARIO de Gabriela Estevez

El finde La Voz del Interior sacó un artículo que da escalofríos, se llama "No Importa la Desigualdad" (http://www.lavoz.com.ar/opinion/no-importa-la-desigualdad). Lo leíste? Bueno, te lo comparto. Dedicale 5 minutos y hagamos un ejercicio de crítica, pues es de movida un claro ejemplo de como el periodismo militante "del Ajuste" y de este gobierno, desde sus notas de opinión y editoriales (mismo trabajo hacen Clarín y La Nación) nos quiere convencer de justificar algunas de las barbaridades que propone el cambio.
El artículo es ingenuo, no juzgo a quien lo escribe, pero las ideas vertidas desconocen como mínimo la historia argentina cuando no la historia del capitalismo. Que nos quieran tratar de ilusos es mucho más grave, pues la intención es clara, convencernos de que la "Mano Invisible" del mercado puede, sin intervención del Estado, regular de tal manera que la riqueza de algunos pocos logre acabar con la pobreza de millones. Detrás de este argumento, la lógica indicaría que todas las medidas orientadas a beneficiar al capital que ha tomado Macri desde el 10 de diciembre implicaría en algún plazo indeterminado que las inversiones de las grandes empresas lloverán o se derramarán sobre el pueblo argentino para lograr la ansiada "Pobreza Cero". Permítanme desconfiar de la teoría del derrame, auspiciada en los 90´ por los mismos funcionarios que hoy manejan las riendas económicas del país con el auspicio de los mismos organismos FMI y BID. Nada indica que el rico por tener mejores oportunidades de negocios vaya a producir más empleo en vez de acaparar poder para cuidar su negocio, tomar las divisas y girarlas a paraísos fiscales o dedicarse a hacer inversiones en otros países de menores costos. Esto ha sido mucho más común que la gracia de la riqueza generando oportunidades con la intencionalidad de acabar con la pobreza.
Un poco más allá, el artículo se atreve a considerar como errónea la discusión por la desigualdad. En un país que genera alimentos para 300 millones de personas, que no logremos garantizar la nutrición de los 40 millones de argentinos (más allá de los avances concretos logrados en 12 años de gestión), da cuenta que la cuestión fundamental no pasa por la generación de riqueza sino por la distribución de la misma. ¿Quién puede negar que de las discusiones más duras que ha tenido el gobierno anterior ha sido en relación a la distribución? Logrando inclusive mejorar el Índice de Gini (que muestra de desigualdad entre el más rico y el más pobre), reduciendo a niveles históricos similares a los existentes hace 40 años. Esa es la disputa fundamental, pues el país genera riquezas suficientes, tiene sus ricos y poderosos y los ha tenido a lo largo de 200 años de historia sin que ello suponga que los trabajadores gozaran de sus derechos y su dignidad en plenitud y a todo momento.
Por eso quería que lo leas y expresar algunas ideas al respecto. Pues me parece que este Gobierno con su aparato mediático está procurando a diario trocar nuestro vocabulario y que comencemos a naturalizar nuevas palabras en nuestro vocabulario, ahora será la teoría del derrame y los pobres los culpables de no aprovechar las oportunidades, en vez de la desigualdad y como quienes tienen la riqueza generan recursos de poder para seguir acumulando y ceder lo menos posible.




Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

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