Ortega y Gasset, conferencia en la ciudad de La Plata en 1939 Para animarnos a la recuperación de nuestros ideales, de nuestro carácter y de nuestro destino de grandeza: “¡Argentinos, a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal”

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domingo, 11 de diciembre de 2011

Réquiem para el Protocolo de Kioto


En el país de Nelson Mandela y en la ciudad que albergó a Gandhi, se termina de escribir el réquiem al Protocolo de Kioto. A pesar de los anuncios, la verdad es que los ciudadanos del mundo nos encontramos absolutamente indefensos en términos climáticos. Romina Picolotti.



En el país de Nelson Mandela y en la ciudad que albergó a Gandhi, se termina de escribir el réquiem al Protocolo de Kioto. A pesar de los anuncios, la verdad es que los ciudadanos del mundo nos encontramos absolutamente indefensos en términos climáticos.
Aquí en Durban no se ha llegado a ningún acuerdo que implique evitar un calentamiento global que cambiará la fisonomía de la Tierra. Por el contrario, las negociaciones se encaminan a permitir duplicar las emisiones de gases efecto invernadero (GEI).
Es decir que hoy no existe control alguno sobre la temperatura del planeta, ni tampoco existen obligaciones de los países desarrollados de controlar sus emisiones de GEI.
La humanidad camina hacia el suicidio colectivo. Los últimos informes científicos son contundentes. Si no reducimos las emisiones, el planeta se recalentará unos 4 grados en las próximas décadas.
Esto implica para África, por ejemplo, una pérdida del 40 por ciento de sus cosechas para 2020. El informe sobre glaciares de la academia de ciencias del Vaticano ha denominado a esta era “antropoceno”, por la influencia del ser humano en la creación de una nueva era geológica. Casi como dioses del colapso y no de la creación.
Las discusiones en Durban mantienen a los negociadores ocupados, de una reunión a otra, mientras los países ricos persisten en el status quo y las naciones pobres y más vulnerables, inexorablemente padecen las consecuencias del calentamiento global.
Si la intensidad de los tornados aumenta a niveles récord, no es lo mismo sufrirlo en Haití que en Francia.
¿Qué hacer en estas circunstancias? A veces un tiro certero es preferible a una larga agonía. La contribución del Protocolo de Kioto para evitar el calentamiento del planeta ha sido prácticamente nula.
Por lo tanto, un segundo período de este mismo Protocolo que no obligue a Estados Unidos, Rusia, Japón, China y Canadá a reducir sus emisiones poco implica para el equilibro de la Tierra.
Quizá lo óptimo sería ocuparse ya mismo de aquellos gases que afectan especialmente los denominados puntos de desequilibrio climático, para evitar catástrofes ambientales inusitadas para nuestros hijos y al mismo tiempo comenzar a construir un sistema que incluya a los principales contaminadores.
Aún estamos a tiempo de actuar para que nuestros hijos hereden al menos un planeta en el mismo estado en el que nosotros los recibimos. Pero para ello hace falta liderazgo y un profundo amor por el ser humano y su Madre Tierra.
Dos condiciones que distinguían a Mandela y a Gandhi, pero que están totalmente ausentes en nuestros representantes en Durban.



Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.

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