Imagen: Montaje APAS
Las últimas acciones regionales respecto del reclamo argentino por la soberanía sobre las islas del Atlántico Sur revelan un interés colectivo por recursos que trascienden una disputa bilateral.
Por Carlos Alberto Pereyra Mele | Desde Córdoba, Argentina
Con la frase dicha en la última reunión del Mercado Común del Sur (Mercosur) que se realizó en Montevideo, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, sintetizó geopolíticamente el conflicto del Atlántico Sur con Inglaterra antes de asumir la titularidad del organismo: “Malvinas no es una causa argentina, sino una causa global”.
Como esas palabras lo relatan, no se debe circunscribir el problema solo a un simple diferendo diplomático y disputa de soberanía por la ocupación colonial del archipiélago Malvinense -que recordemos la Argentina reclama desde 1833, luego de la invasión y la expulsión de los pobladores originales.
La mandataria también afirmó: “Se llevan nuestros recursos pesqueros, pero cuando quieran más los van a ir a buscar como sea y dónde sea”. Por ello se debe destacar la resolución aprobada por el Mercosur para impedir el ingreso de buques de bandera malvinense para abastecerse en los puertos de nuestros socios. La medida se suma a la ley Gaucho Rivero, que impide a los barcos con destino a Malvinas (por pesca o petróleo) amarrar y abastecerse en los puertos de las provincias Argentinas que la aprobaron. Chubut, Tierra del Fuego y ahora Santa Cruz.
Estas acciones y expresiones dispararon una violenta reacción típica de la potencia ocupante, quien a través de sus órganos como el Foreign Office y Defensa, hablaron de cerco, asfixia y aislamiento de las islas en disputa por parte del Mercosur . El Primer ministro inglés, David Cameron, ordenó el envío de un submarino nuclear a esta zona austral para reforzar a una guarnición militar que casi iguala a la cantidad de habitantes de Malvinas, y que cuenta con armamentos y equipamientos de última generación, donde practican maniobras las unidades inglesas antes de ser enviadas a los frentes que tiene abierto en el mundo y que además es una base de la OTAN.
Pero, por supuesto, Inglaterra se cuidó de que el conflicto se circunscribiese a la discusión de soberanía sobre Malvinas, y por ello es de destacar la frase de la presidenta Cristina Fernández: porque puso el tema en su dimensión de conflicto continental y global.
Pero también por tres motivos más. Primero porque no es el conflicto por las islas Malvinas solamente, sino que es por todas las Islas: las Sándwich del Sur y Georgia del Sur más su proyección de 350 millas náuticas lo que representan un gigantesco territorio marítimo -que cada día adquiere mas importancia por los descubrimientos de recursos minerales y alimentarios a explotar- y se inscribe en la disputa del nuevo Derecho del Mar que propugna la Organización de Naciones Unidas (ONU). Recordar que Gran Bretaña disputa a la Argentina más de 3.000.000 de kilómetros cuadrados de plataforma continental en Malvinas, Georgia, Sándwich y Antártida. Se trata de la mayor controversia por territorios marítimos del planeta.
Segundo, porque forma parte del cerco para Suramérica establecido por su socio estratégico, Estados Unidos, al ser base de apoyo a la IV Flota norteamericana que hace pocos años se reactivó para controlar el Caribe, Atlántico Sur, Pacífico Sur y Antártida. Cuál será el peligro que estableció Washintong para reactivarla es una pregunta sin respuestas aún.
En tercer lugar, por la proyección antártica de las islas en cuestión: es el último continente no explotado económicamente pero, según las investigaciones científicas, se sabe que tiene los recursos que están en vía de agotamiento y serán, en el mediano plazo, explotados. Inglaterra presentó ante la ONU su pretensión territorial antártica que se superpone a lo reclamado por Chile y Argentina.
El contexto es un mundo donde se lucha diariamente para adquirir recursos energéticos y alimentarios como sea -a Inglaterra se le agotan los recursos petroleros en el mar del norte-; en el que la crisis económica y financiera en las potencias europeas no se detiene, al igual que en Estados Unidos; y en el que Suramérica se encuentra en una etapa de crecimiento económico, social y político a nivel global -impensado hace apenas unos años atrás-. Nuestra región es tentada por numerosas potencias emergentes (China, India y Rusia) a nuevas sociedades estratégicas que trasformarán las tradicionales relaciones de dependencia de los últimos años.
Por todos estos elementos, es vital tomar conciencia de la importancia de este conflicto con Inglaterra, que ya no es solo con Argentina sino contra toda la proyección continentalista suramericana que describimos en el párrafo anterior, tal como lo afirmó la presidenta argentina y que encontró eco en el Mercosur y en la UNASUR, para el bien de todos los americanos del sur .
*El autor es licenciado en Ciencia Política Analista Político, especialista en Geopolítica Suramericana y docente universitario.
Fuente: http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=5399
Dejo mi saludo ritual como un apretón de manos o un "Ave María Purísima", Firme y Digno, Bocha... el sociólogo.
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